Lo que cuesta ser legal en Internet

Por Jjsosa @sosaweb

Por 50 euros al mes pueden comprarse dos discos, dos libros y cuatro películas No todo es piratería en la Red. Innumerables portales ofrecen productos culturales a «precios razonables», sin descargas ilícita.

En la misma Red en la que el 95,6% de la música es ilegal y cada semana se multiplican las descargas ilícitas de canciones, películas o libros digitales, los internautas también tienen a su alcance innumerables portales (iTunes, Spotify, Filmin, Filmotech…), en los que pueden consumir cualquier tipo de producto cultural con el beneplácito de creadores, productores, comercializadores y el Estado, que ingresan con cada ‘click’ su correspondiente porcentaje de ingresos económicos e impuestos.

Un usuario ‘modelo’, tanto por su respeto a la legalidad como por su ávido consumo de Cultura, que quiera disfrutar cada mes de, por ejemplo, cuatro películas, dos discos y dos libros electrónicos comprados en webs que respetan el copyrigh desembolsará un montante global de unos 50 euros, aunque la oferta es tan amplia que las cifras pueden variar en función del portal elegido, la forma de pago o el modo de consumo. «Son precios muy asequibles para la mayoría de usuarios, y que siempre están por debajo del mercado, llamémosle, físico», coinciden en afirmar Mario Rigote, responsable de La Central Digital (la distribuidora digital creada por la SGAE ) y Rafa Sánchez, mandatario de la Entidad de Gestión de Derechos de los Productores Audiovisuales (EGEDA) y director del portal Filmotech.

El mercado de la música es el más afectado por la piratería y, por lo tanto, en el que resulta más difícil de implantar el pago por unos contenidos que, sencillamente, pueden encontrarse gratis en apenas unos segundos de navegación. Por este mismo motivo, es el sector para el que creadores, productores y distribuidores han ideado fórmulas más novedosas o atractivas con el objetivo de obtener algún beneficio. Por ejemplo, en el portal Spotify se pueden escuchar online (no descargar) todas las canciones que se quiera sin pagar un solo euro y… de manera legal.

La clave es que entre tema y tema el usuario recibirá una ráfaga de publicidad. Los ingresos derivados de esos anuncios se reparten a partes iguales entre el portal y los dueños legales de la música. También puede evitar los comerciales pagando una cuota mensual de 10 euros. En el caso de que el internauta quiera poseer una canción y comprarla, puede recurrir, por ejemplo, a iTunes, la tienda digital de Apple. Ahí pueden adquirir un tema suelto por 99 céntimos, un álbum entero por 9 o 10 euros, o toda la discografía de su cantante preferido. Los precios varían en función de la actualidad: cuanto más tiempo haya pasado desde la publicación del tema, más barato.
Si en el mercado online de la música puede encontrarse cualquier novedad, en el del cine no ocurre lo mismo. Las películas de estreno deben respetar una ‘ventana’ de explotación de más o menos seis meses (exhibición en salas de cine y comercialización en dvd) antes de llegar legalmente a Internet (pirateadas están disponibles incluso antes de su estreno). «En países como Estados Unidos se pueden ver antes, en Netflix por ejemplo, pero el problema es que nuestro país está tan castigado por la piratería que los grandes estudios no se arriesgan a hacer negocio aquí», explica Rigote.

El precio por visionar una cinta en ‘streaming’ (visualización del contenido sin necesidad de descargarlo al ordenador) es de dos euros en portales como Filmotech o Filmin. El cliente puede verla las veces que quiera durante un periodo establecido (24 o 48 horas), como ocurre en un videoclub tradicional. Pero estos contenidos incluyen una licencia digital DRM que, transcurrido ese periodo, impide seguir disfrutando de ellos. Los precios son superiores (de 12 a 15 euros) a la hora de comprar y descargar la película para, por ejemplo, grabarla en un dvd.

Contra la barra libre

Mientras los discos y películas comparten un coste muy reducido en su consumo en Internet, los libros electrónicos no mantienen tanta diferencia con respecto a los ejemplares de papel. Un lector debe desembolsar hasta 18 euros (los más caros) por un ejemplar electrónico, aunque también los hay por la mitad. La clave está en el IVA: 4% para el papel, 18% para el digital.
¿Pero cómo conseguir que un internauta pague por cualquiera de estos contenidos si los puede conseguir gratis sin el mínimo esfuerzo y riesgo? Ésa es la clave para garantizar la viabilidad de estos portales y el futuro del negocio cultural.

Fuente: Diariosur