Con las vacaciones finalizadas e intentando volver a la rutina laboral-escolar-familiar que, si todo va bien, se dará hasta bien iniciado el próximo verano, hago un pequeño repaso a lo que durante estas semanas "ausente" he ido re-descubriendo:
- Tengo más miedos que hace unos años. No sé si tantos como soy madre o viene de antes, pero desde luego de todo lo valiente que he podido ser en mis años mozos apenas queda un resquicio. Qué fue de esa joven que se atrevía a adentrarse en el mar con altas olas, divirtiéndose con ello y no viendo ni un pelo de riesgo? Y lo mismo me ocurre con las atracciones de feria; que había que subir a la lanzadera? Yo la primera, donde fuera.
- Mis hijos crecen, como es lógico, y a momentos temo perderme cosas importantes de ellos, por el ritmo al que lo hacen y que yo intento seguir pero sin tener muy claro si lo logro. No tenéis esta sensación a veces? O soy la única?
- Marcela ha descubierto la tabla de surf y ha disfrutado enormemente dejándose llevar por las olas junto a su padre. Cuántas risas, cuánta felicidad cada momento pasado sobre esa tabla azul tratada como el mayor de los tesoros este verano y, especialmente, durante nuestras vacaciones. Ah! y cómo bucea la pitufa; el año que viene la veo yéndose con su padre y su abuela.
- Bruno ha dejado atrás, muy atrás, cualquier resto de ese bebé que era hasta hace apenas un par de meses. Y no sólo porque ya no tenga chupete ni biberón, ni porque no use pañal por el día o porque duerma en cama, como los mayores. Su espabilamiento se nota en su hablar, mucho más comprensible; en sus peticiones, en sus negaciones, en su "aquí estoy yo" con las cosas claras; mucho más pillo e incluso más brutito (aunque sin llegar a brutote aun).
- Dónde está el "los niños son más de las madres"? Porque o es sólo una de tatas tonterías que se dicen o soy la excepción que confirma la regla. Y es que Bruno, al menos a día de hoy, prefiere a papá, no hay más; para dormir, para comer y hasta para llorar. Sí, un poco frustrante en algunos momentos.
El veranolas vacaciones es el momento idóneo para retomar viejos y sanos hábitos, como la lectura. En menos de un mes he leído dos libros, he terminado otro que empecé tres meses atrás y he empezado el que estoy leyendo actualmente. Mi intención es no dejarlo sólo en un pasatiempo veraniego, a ver si logro el libro por mes que me gustaría.
- Pintarme las uñas de los pies puede convertirse en deporte de riesgo con un pie resentido de un esguince, una elasticidad nula de la menda y un arte inexistente para tal emprendedura. Vamos, la falta de costumbre, porque creo que este verano ha sido la primera vez que me he pintado las uñas de los pies. Pero me molan.
- La falta de conexión e incluso de cobertura en el móvil es muuuuu mala. Que vale que se supone que las vacaciones son para descansar, pero coñe, que a mí no me cansa nada saber de mis amigas tuiteras, colgar fotos en IG o wasapear, que tiempo he tenido.
Sí, yo también he caído en el #piestureo
Y ya lo dejo, porque tenía pensado hablar de algunas cosas más, pero no quiero alargarme demasiado y además, si puedo dedicaré posts más concretos a un par de estos temas, que por su interés lo merecen: veranear con la familia (en este caso mi política) y el estreñimiento nervioso tras quitar el pañal.
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