Lo que de verdad importa

Por Emmaamme

¿Qué es lo que de verdad importa? 

Hay historias de Amor que pueden cambiar el Mundo: las que tenemos con nosotros mismos. 

La mayoría de personas a las que realizo consultas llevan ya un bagaje de crecimiento personal. De años de búsqueda, de realización de cursos, talleres etc. Los que estamos metidos de lleno en este camino, nos hemos paseado por diferentes corrientes, enseñanzas, donde cada una explora una realidad distinta, una manera de ver, interpretar la vida diferente aunque con la misma finalidad: la paz interior y la felicidad.

Tanta información para nuestra mente, tanto conocimiento, te puede crear un caos y no saber por dónde tirar. Te transformas en un ovillo. Te quedas hecha un lío con tanto hilo mezclándose entre si. Por una parte todo es perfecto, nosotros somos perfectos, nada está mal, tenemos que aceptar, amar incondicionalmente, dejar de buscar y empezar a encontrar, rendirnos, parar, todo lo que sentimos es nuestro, el otro sólo nos lo refleja, es la mente la que nos genera sufrimiento….. Y por otra, debemos ser la mejor versión de nosotros (con lo que ya no somos perfectos), encontrar nuestra misión de vida, un trabajo que nos llene (requiere una búsqueda), sanar nuestra historia familiar, nuestras bloqueos, nuestras heridas (implica que la mente, en el ahora, no genera todo el sufrimiento) etc etc etc.

Toda esa mezcla, que puede parecer contradictoria, hace que nos perdamos más de lo que ya estamos si no sabemos gestionarla y poner cada información en el lugar que le corresponde. Una cosa es que yo pueda ser consciente, saber, que donde estoy es el único sitio en el que puedo estar, que lo que soy y siento es lo único que puedo ser en este momento, y otra que utilice eso para no hacerme responsable de mi vida. Y con vida me refiero a ser independiente a nivel laboral, emocional, mental y espiritual (que nada en mí dependa de otros). Si no lo soy, no puedo ser libre. Y sin libertad… no puede haber paz. 

Nos llenamos de excusas para no hacer, para no actuar, para no enfrentarnos a los miedos que sabemos que tenemos (luego están los que no sabemos pero que también están y que salen cuando hemos iluminado los otros), para culpar a los demás, para victimizarnos, para no soltar. Vivimos acojonados, permitiendo que el acojone nos acojone y seguimos preguntándonos por qué no somos felices. Por qué todo sigue igual. 

Pues todo sigue igual porque tú no cambias. Porque esperas que te caiga del cielo la salvación cuando la única que te puedes salvar (de ti) eres tú. Porque pretendes que el camino camine por ti. Porque no eres capaz de dar el primer paso. Porque en lugar de escucharte, te recitas monólogos interminables. Porque en lugar de observarte, te juzgas y ni siquiera te das cuenta de ello. Porque te Crees todo lo que lees, lo que ves y lo que te cuentan ‘los maestros’ (cesión de poder) sin ponerlo en duda. Porque no confías en ti. Porque no te conoces. Porque te ocultas en el ‘más vale malo conocido que bueno por conocer’. Porque te escudas en el Dentro para no tomar decisiones en el Fuera, cuando las decisiones de Fuera provienen siempre de Dentro. Y principalmente, porque no te Amas nada de nada, que es LO QUE DE VERDAD IMPORTA.

Se produce una desconexión entre tu parte espiritual (tu ser, tu esencia, tu Alma) y tu parte humana, terrenal. No sabes convivir con ellas a la vez. Y aquí está la cuestión. En unirlas. Mi Ser es perfecto, sí. Pero también soy Emma. Con mis inquietudes, mis anhelos, mis pasiones, mis deseos, mis preferencias, mis aficiones, mis sueños, mi personalidad, mi manera de sentir, de pensar, mis gustos, mis virtudes, mis defectos, mis sombras, mis luces, mi dualidad. Mi individualidad. Si me olvido de esa parte de mí, si no le hago caso, si la ignoro, si la abandono, jamás me sentiré plena, completa.

Yo soy el SER. El SER ya ES. El SER ya AMA. El SER es Amor. El SER no necesita evolucionar porque ya está evolucionado. Ya lo sabe todo. Él es el Todo. Pero Emma, sí. Emma es la alumna. Emma es la que experimenta. La que llora. La que ríe. La que se emociona. La que a veces no se quiere, tiene miedo, se huye y no se acepta. Es la que está aprendiendo a Amar.

Somos las dos cosas. Orugas y mariposas a la vez. Y cuando sentimos en igual medida tanto la una como la otra, podemos desubicarnos. Es normal. Y no pasa nada. Es cuestión de tomar conciencia y volver a centrarnos. A encontrar ese punto medio entre volarnos… y enterrarnos… Ésa es la Unidad a alcanzar. La Unidad interna. El equilibrio entre todas nuestras partes. Entre todos los cuerpos que nos forman. Sin olvidarnos de ninguno. 

Lo llaman llevar el Cielo a la Tierra.

Todas las respuestas están en ti. Ya las sabes. Sólo tienes que descubrirlas. Poco a poco. No hay prisa. La Vida te da siempre lo que necesitas para averiguarlas. Hay que saber esperar pero también hay que saber actuar. Y quizás necesitamos tocar fondo para poder hacerlo. Para elevarnos. Para movernos. Vale. Hagámoslo. Toquemos fondo. Hartémonos de sufrir. De enfermar. De sobrevivir. Hasta que el miedo ya no nos venza. Hasta que nuestras ganas de vivir, de amar, sean superiores a las de ‘morir’.

Aquí, Ahora, mirándote al espejo. Echándole un ojo a cómo es tu vida y qué hay en ella (interna y externamente). Siendo honesta:

¿QUÉ ES LO QUE DE VERDAD TE IMPORTA? 

Enamórate de ti. HAZ de tu vida ‘el amor de tu vida’. Hay historias de Amor que pueden cambiar el mundo. Tu mundo.

Tú decides.


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