Hay palancas más cercanas a la potestas (el poder socialmente reconocido) y por tanto más ligadas a conseguir una posición dominante desde la que se pueda “abusar”, y otras más cercanas a la autoritas (la autoridad socialmente reconocida) desde la que se puede influir, inspirar, motivar, etc
Las primeras suelen coincidir con el concepto de “hard power” (poder duro) y las segundas con el concepto de “soft power” (poder blando). Con matices, las primeras tienen menos calidad ética y las segundas más.
Lo que deberías saber sobre las palancas que te harán ganar poder
¿Qué palancas te dan poder?Monopolizar recursos escasos
Se gana poder, posiblemente del tipo que hemos llamado poder duro, cuando se acaparan recursos escasos y deseados como pueden ser dinero, información, tecnología, espacio, alimentación, medicinas, o acceso a personas influyentes. Por tanto, una palanca de poder consiste en atesorar y monopolizar estos recursos con el ánimo de lograr una posición de dominio desde la que obtener los objetivos propios.
La paradoja de la vida es que también se puede aumentar el poder con conductas contrarias, mucho más éticas, a las descritas anteriormente. Por ejemplo, en la red tiene poder quien más comparte recursos valiosos y no quien los “acapara” para sí mismo. Más casos: personajes como Mandela o Gandhi han hecho de su generosidad una fuente de poder personal. El poder duro no es la única opción para construir capital político.
Lo que deberías saber sobre las palancas que te harán ganar poder
El control de los mecanismos de premios y castigos
Las conductas humanas son en buena medida producto del sistema de recompensas positivas y negativas en el que se opera. Sin duda, quien controle el sistema de premios y castigos tiene una gran capacidad de imponer a otros su voluntad. Aquí también la distinción entre poder duro y poder blando puede ser útil. El poder duro implicaría el uso de sistemas de premios y castigos que lesionan, injustamente, a las personas. En cambio, el poder blando se da cuando se utiliza un sistema de premios y castigos que inspira a las personas a sacar lo mejor de sí y que las motiva a evitar las conductas disfuncionales.
Los casos más habituales de un uso disfuncional de esta palanca de poder son la arbitrariedad, el abuso del miedo, la violencia física y psíquica, y la falta de simetría entre recompensas positivas y negativas. Si a un decisor se le niegan las posibles consecuencias negativas de su conducta, éste tiende a elegir conductas más irresponsables que favorecen su posterior decadencia. Este fenómeno es el que explica el efecto potencialmente devastador que puede tener la sociedad del bienestar en los individuos. La falsa promesa de seguridad de por vida que realizan los poderes públicos genera ciudadanos disfuncionalmente consumistas y hedonistas.
Un sistema de premios y castigos, cuando está bien diseñado, es un gran impulsor del progreso personal y una palanca clave para ganar capital político sin merma ética en el decisor. Un sistema de premios y castigos está bien diseñado cuando activa de forma equilibrada los deseos más nobles y los miedos más justificados en las personas. Una buena simetría entre premios y castigos fomenta el mérito, promueve el esfuerzo, y favorece el que las personas piensen en lo que han de hacer ahora para tener un futuro mejor.
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