Lo que encuentras en la Feria del Libro

Por Mientrasleo @MientrasleoS


     Todos los lectores intentamos pasarnos al menos por una Feria del libro al año. Luego estamos los curiosos que procuramos asistir a varias, y a las que no llegamos seguimos las noticias y anécdotas de cuanto allí sucede. Es curioso lo que nos pasa con este tipo de eventos. No nos damos cuenta que podríamos pasar media primavera entre la del libro viejo, de segunda mano, la normal, la independiente... todas están ahí esperando los ojos curiosos de los lectores. Y de los no tan lectores puesto que muchas de ellas suceden en parques que captan la mirada distraída de ese buen hombre que sale a pasear con su perro cada día y ha visto invadida una zona de su paseo habitual. O la señora que saca a su nieto bien abrigado en la silla y se acerca a los mostradores simplemente porque les resguardan del sol. O de la lluvia.
     Los habituales nos volvemos maniáticos. Manías reconocidas pocas, aquellas que no notamos muchas. En mi caso, por ejemplo, no suelo llevar libros para que me los firmen. Ya he comentado alguna vez que no soy de escribir en los libros y, para que me haga ilusión tener un libro escrito ha de ser porque lleve algún motivo de la mano. Entonces, ¿por qué me acerco muchas veces cuando veo a un autor sentado? Es fácil, para reconocerlo. Del mismo modo que imagino el físico de los personajes, sus gestos y actitudes en base a lo que me cuentan, también leo las palabras escritas y me creo muchas veces vislumbrar parte del autor en ellas. Por cierto que me confundo siempre. Y eso hace que tenga aún más curiosidad.
     Sin embargo la mayor de mis curiosidades reside en los propios puestos. Hace unos días terminaba la Feria de la ciudad en la que vivo. Pasear entre los puestos eliminando los libros "que tienen que estar" lo que me gustaba era dejar pasar mis ojos sobre los lomos de aquellos libros que estaban allí puestos con intención. Siempre hay una mesa puesta con intención en la que faltan títulos conocidos y descubres otros que han colocado allí por gusto, o un título antiguo cuidadosamente posado entre otros tantos para que pase casi desapercibido. Y deslizas los dedos y captas un destello en la mirada del librero, un interés en saber si es al azar o intencionado. No lo dudes, ese destello de dos segundos es el que define el libro sobre el que acabas de pasar. "No lo dejes ahí, parece que te estuviera diciendo ese hombre sin palabras, lo puse para tí, porque a mi me gustó y lo he deslizado entre veinte títulos más." Y juegas al despiste, miras otro y sigues atisbando con despreocupado interés si cambia el gesto, si se vuelve o indica o tal vez, ha dejado de mirar porque ha captado que fue una simple casualidad que tocaras ese título. Es casi un cortejo título, librero, lector. Un trío con complicidad de letras que aún no conoces y cuyos recovecos vas a acariciar con la vista acaso esa misma tarde. Porque si tienes suerte saldrás con una victoriosa conquista y tal vez con una nueva persona con la que conversar sobre literatura. Por eso defiendo muchas veces las pequeñas librerías, por esas charlas y títulos de editoriales mal llamadas menores. Portadas menos agresivas, títulos menos rimbombantes. Quién osaría decir "El hombre que se sentaba en la mesa de la esquina y hablaba de libros" pudiendo decir simplemente "Mendel el de los libros", o tal vez "El camino sin fin del esfuerzo" pudiendo decir "La carretera". Pues eso es para mí una buena Feria del libro y por eso sigo buscándolas. Porque no puedo evitar salir con un buen sabor de boca, y tal vez con algún buen título que no hubiera descubierto. El último, "Al oeste con la noche" de Beryl Markham, ya os contaré qué tal.
     Hay muchos sabores dentro de una Feria del Libro y estos días se suceden una tras otra. Os propongo aprovecharlas y compartir vuestras impresiones, vuestras compras. Salir a la calle y olvidarnos de tópicos como el olor a libros para sumergirnos en aromas de ambiente. Charlas, mesas, conferencias, discusiones y, sobre todo, compañeros de fatigas en el mundo que es la literatura. La mano de la buena fortuna, de Goram Petrovic, jugaba con la idea de dos lectores que se encontraban cada día en el mismo párrafo, en la misma página, por leer ambos con la misma ilusión. Es fantasía, claro, por muy romántica que resulte la idea. Pero ahora podemos encontrarnos muchos más de dos lectores en uno de estos eventos. Y qué queréis que os diga, me resulta muy tentador.
     Y vosotros, ¿asistís a alguna Feria del Libro?, ¿cuál es vuestro motivo para hacerlo?
     El mío es fácil: disfrutar. A fin de cuentas... nunca se si me voy a encontrar algo realmente especial. Aunque para hallarlo es condición indispensable no buscarlo.
     Gracias