Como comentaba en la entrada anterior, lo increíble del templo de oro no es su belleza, sino lo que mueve a su alrededor:
Los sikhs tienen un código de honor, de ayudar, de servir, y a diferencia de otras religiones estos lo cumplen al pie de la letra.
En el templo de oro te puedes quedar a dormir. Debería costar una fortuna quedarse en un sitio así… pues no, tienes cama gratis, con baño y agua caliente, también gratis, servicio de lavandería….en efecto, gratis… pero ahí no acaba la cosa porque lo verdaderamente increíble llega a la hora de comer, ya que la comida, también es gratis. Y no una comida cualquiera, tras más de un mes en India la mejor comida que he probado ha sido en el templo. Pero no se limita a una comida al día, sino que puedes comer tantas veces como quieras, desayuno comida y cena, y si quieres merendar, pues también.
El dormitorio....
La comida consiste en thali, siempre hay chapati, y dal (lentejas), después el menú varía con puding de arroz (como arroz con leche), ensalada de tomate y cebolla, arroz dulce amarillo, paratas con zanahoria… una locura.
Sirviendo comida a 80.000 personas
La eficiencia es tremenda, al entrar al templo se te dota con la bandeja y cuchara, se hace cola en una puerta y se abre, tras lo cual buscas un sitio en el suelo y apenas te has sentado pasan voluntarios rellenando la bandeja con los alimentos. Si te terminas alguno rápidamente vienen a rellenar. Y así pasan al día turno tras turno sin parar un minuto desde las 7am hasta las 12 de la noche. Entre 60.000 y 80.000 personas comen al día gracias a la caridad de los sikhs.
También hay una sección de chai, donde yo me iba cada vez que tenía un minuto, aquí te llenaban cuencos enormes con raciones interminables de chai. Una delicia. Si algún día me pierdo y no sabéis donde estoy… estaré ahí!
Para devolver tanta gratitud se pueden hacer varias cosas, por un lado se nutren de las donaciones, aunque en ningún momento te empujan a hacerlo, si donas bien, sino, pues buen viaje y con la sonrisa imborrable en la cara.
Por otro lado también se puede ofrecer uno voluntario porque por las 80.000 comidas diarias nadie cobra, todo se nutre de voluntarios. Ya sea para pelar las zanahorias y trocearlas, pelar ajos y cebollas (sección donde todos lloran), limpiar las bandejas, hacer el chapati y amasarlo. Ahí es donde yo me ofrecí y estuve horas con el rodillo haciendo chapatis lo más redondos posibles, supongo que hice algo más de 500 aunque no llevamos la cuenta.
Pelando ajos
Limpiando las bandejas... vuelan
Lavando para las siguienetes tandas
Para mi eso es lo fascinante de este lugar, la organización, la caridad, las buenas caras, me da un poco igual el libro y los rituales, pero todo lo que mueve a su alrededor es simplemente fascinante.
Y sin duda no hay manera de visitar Amritsar y no quedarse en el templo, es la única manera de ver todo lo que conlleva ser un sikh.