Esta obra cuenta la historia de Sandra, una joven madrileña de 30 años que pasa unos días en un pueblecito perdido de la costa levantina, en el apartamento de su hermana. Quiere perderse, aislarse, huir. Va a ser madre y no sabe si le gusta. Está soltera, ya que no es capaz de querer a Santi, el padre de su hijo. No tiene trabajo, nada que le motive o le ilusione y le anime a seguir adelante, a volver a Madrid, junto a su familia, para recuperar su antigua vida o luchar por la nueva. Sandra me ha resultado un personaje demasiado pasivo, indiferente a todo lo que ocurre a su alrededor, alguien que se deja llevar, incapaz de pensar por sí misma, de enfrentarse a sus miedos o de luchar por sus sueños. Me ha sacado de quicio su forma de ser, su desapego a la maternidad, a la familia, al amor y, en definitiva, a la felicidad. Por momentos Sandra roza la depresión y a mí, conforme leía más páginas, más ganas me entraban de darle un buen meneo para que espabilase. Un día, en la playa, cuando sufre un mareo, dos ancianos noruegos, Karin y Fredrik Christensen, ayudan a Sandra e, incomprensiblemente para mí, los tres inician una amistad en la que Sandra será la nieta, la ayudante, la acompañante, la recadera, todo a cambio de un buen sueldo, y ellos, los abuelos que la joven no tuvo. Incluso se marcha a vivir con ellos. Algo que en ningún momento me ha resultado creíble ni verosímil, todo lo contrario, me ha parecido muy forzado y exagerado. Por si fuera poco, tenemos a Julián, otro anciano, recién llegado de Argentina, que sin que ellos lo sepan espía e investiga tanto a Sandra como al matrimonio de noruegos. Él será el encargado de confesar a Sandra que Karin y Fredrik son nazis y que él mismo fue su víctima en el campo de concentración de Mauthausen. Sandra inicia una amistad con Julián que le hará desconfiar cada vez más de los noruegos. Sin embargo, algo que nuevamente me ha chocado mucho, me ha resultado también poco creíble, a pesar de todo lo que le cuenta Julián y lo que ella misma va descubriendo con su ayuda, no hace nada para huir de la casa de los nazis, a pesar de que cada vez conoce a más miembros de la Hermandad, que intentan captarla como si de una secta se tratara. Algo que tampoco me ha gustado de esta novela es la división de la historia, ya que se van alternando los capítulos narrados por Julián y por Sandra, pero muchas veces lo que cuenta cada uno se solapa, se repite, y esto le resta ritmo y fluidez a la historia. Y tampoco se consigue crear un puzle con las dos versiones, con los puntos de vista de cada uno. Todos los personajes, tanto los buenos como los malos, ya que en opinión esta novela está cargada de maniqueísmo, me han resultado superficiales, fríos, distantes, no he llegado en ningún momento a entender sus motivaciones. Puede llegar a comprender que un superviviente del nazismo quiera vengarse de los nazis, ¿pero hasta el punto de viajar de Argentina a España con más de ochenta años y convertirse en una especie de detective privado egoísta, que abandona a su hija y continuamente miente y pone en peligro a Sandra, una joven a la que apenas conoce y que sin embargo trata mejor que a su propia hija? También me ha resultado absurdo, inverosímil, incoherente y poco creíble el comportamiento de Sandra, una futura madre que una y otra vez pone en peligro no solo su vida, sino también la del bebé. En ningún momento piensa en las consecuencias que sus actos pueden tener ni para ella ni para los demás. Me ha parecido un personaje infantil, incoherente que, por ejemplo, fantasea y sueña despierta y se enamora perdidamente de un joven al que no conoce y todo por un simple beso. En definitiva, Sandra, al igual que el resto de los personajes y toda la historia en general, me han parecido demasiado fantasiosos. No he llegado a sentir interés, miedo, intriga, terror o tensión. Tan solo he sentido aburrimiento. Una historia que me ha dejado fría, indiferente, que no me ha enganchado ni mucho menos me ha gustado. Vamos, que no me he creído toda la historia de la caza de nazis ni he querido descubrir lo que esconde tu nombre.
Lo que esconde tu nombre, de Clara Sánchez
Publicado el 04 noviembre 2012 por Goizeder Lamariano MartínEsta obra cuenta la historia de Sandra, una joven madrileña de 30 años que pasa unos días en un pueblecito perdido de la costa levantina, en el apartamento de su hermana. Quiere perderse, aislarse, huir. Va a ser madre y no sabe si le gusta. Está soltera, ya que no es capaz de querer a Santi, el padre de su hijo. No tiene trabajo, nada que le motive o le ilusione y le anime a seguir adelante, a volver a Madrid, junto a su familia, para recuperar su antigua vida o luchar por la nueva. Sandra me ha resultado un personaje demasiado pasivo, indiferente a todo lo que ocurre a su alrededor, alguien que se deja llevar, incapaz de pensar por sí misma, de enfrentarse a sus miedos o de luchar por sus sueños. Me ha sacado de quicio su forma de ser, su desapego a la maternidad, a la familia, al amor y, en definitiva, a la felicidad. Por momentos Sandra roza la depresión y a mí, conforme leía más páginas, más ganas me entraban de darle un buen meneo para que espabilase. Un día, en la playa, cuando sufre un mareo, dos ancianos noruegos, Karin y Fredrik Christensen, ayudan a Sandra e, incomprensiblemente para mí, los tres inician una amistad en la que Sandra será la nieta, la ayudante, la acompañante, la recadera, todo a cambio de un buen sueldo, y ellos, los abuelos que la joven no tuvo. Incluso se marcha a vivir con ellos. Algo que en ningún momento me ha resultado creíble ni verosímil, todo lo contrario, me ha parecido muy forzado y exagerado. Por si fuera poco, tenemos a Julián, otro anciano, recién llegado de Argentina, que sin que ellos lo sepan espía e investiga tanto a Sandra como al matrimonio de noruegos. Él será el encargado de confesar a Sandra que Karin y Fredrik son nazis y que él mismo fue su víctima en el campo de concentración de Mauthausen. Sandra inicia una amistad con Julián que le hará desconfiar cada vez más de los noruegos. Sin embargo, algo que nuevamente me ha chocado mucho, me ha resultado también poco creíble, a pesar de todo lo que le cuenta Julián y lo que ella misma va descubriendo con su ayuda, no hace nada para huir de la casa de los nazis, a pesar de que cada vez conoce a más miembros de la Hermandad, que intentan captarla como si de una secta se tratara. Algo que tampoco me ha gustado de esta novela es la división de la historia, ya que se van alternando los capítulos narrados por Julián y por Sandra, pero muchas veces lo que cuenta cada uno se solapa, se repite, y esto le resta ritmo y fluidez a la historia. Y tampoco se consigue crear un puzle con las dos versiones, con los puntos de vista de cada uno. Todos los personajes, tanto los buenos como los malos, ya que en opinión esta novela está cargada de maniqueísmo, me han resultado superficiales, fríos, distantes, no he llegado en ningún momento a entender sus motivaciones. Puede llegar a comprender que un superviviente del nazismo quiera vengarse de los nazis, ¿pero hasta el punto de viajar de Argentina a España con más de ochenta años y convertirse en una especie de detective privado egoísta, que abandona a su hija y continuamente miente y pone en peligro a Sandra, una joven a la que apenas conoce y que sin embargo trata mejor que a su propia hija? También me ha resultado absurdo, inverosímil, incoherente y poco creíble el comportamiento de Sandra, una futura madre que una y otra vez pone en peligro no solo su vida, sino también la del bebé. En ningún momento piensa en las consecuencias que sus actos pueden tener ni para ella ni para los demás. Me ha parecido un personaje infantil, incoherente que, por ejemplo, fantasea y sueña despierta y se enamora perdidamente de un joven al que no conoce y todo por un simple beso. En definitiva, Sandra, al igual que el resto de los personajes y toda la historia en general, me han parecido demasiado fantasiosos. No he llegado a sentir interés, miedo, intriga, terror o tensión. Tan solo he sentido aburrimiento. Una historia que me ha dejado fría, indiferente, que no me ha enganchado ni mucho menos me ha gustado. Vamos, que no me he creído toda la historia de la caza de nazis ni he querido descubrir lo que esconde tu nombre.