¿El jarrón entero con moscas? ¿O lo rompemos a manotazos?
Lo que España habrá dejado a los vascos tras ETA.
En tiempos de revisión histórica en general, y paso a un nuevo tiempo político y social que se podría abrir en el País Vasco si ETA decidiera dejar las armas y usar los escasos (casi nulos) resquicios de que se pueda defender (y conseguir) algo por las vías políticas, muchos son los artículos que se han centrado en revisar y valorar el legado y las heridas que ETA ha dejado por su acción violenta.
Digo que muchos, pero podría decir que miles. Privados e institucionales. Miles de articulistas, opinadores, políticos, charlas, simposios, documentales televisivos, monólogos de víctimas de ETA, aniversarios, homenajes, foros, plataformas, asociaciones, jornadas temáticas, plenos municipales, no faltan.
Pocos son sin embargo los que abordan qué legado, enseñanzas, fracturas, esquemas rotos y daños que va a dejar España como estado a los vascos, y España a los propios españoles, que en mi opinión tiene más importancia y trascendencia que lo que deje una ETA o 50 ETAs si las hubiera habido.
Me refiero a que el hecho de que un delincuente delinca, es “lo normal”, no causa fractura social, no hunde a la sociedad como tal, ni la degrada. Que el conjunto de los atracadores en España todos los años deje un saldo de 500 atracos, y 15 muertos por atraco no deja secuelas generales en la propia sociedad como tal, sigue habiendo Ley, atracar sigue siendo prohibido, pero no es la sociedad la que ha atracado, o se ha hundido o degradado. Sigue manteniendo sus valores. Deja eso sí, 500 víctimas al año, y 15 muertos que ya no tienen reparación. Lo mismo si hablamos de robos, violaciones, estafas o corrupción de cargo público o palizas a mendigos. Víctimas las hay, y heridas también, pero la sociedad no está herida, todo eso ha ocurrido al margen de la Ley, y mientras te protegía la Ley. Otra cosa sería si la sociedad decidiera encarcelar a todo hombre que esté en la franja de entre 20 y 30 años por haber “demostrado” que los atracadores tienen esa edad, y si lograra efectivamente acabar con los atracos, entonces sería cuando esa sociedad ha entrado en degradación, y no cuando sufría ataques y había víctimas.
Se puede sin duda afirmar que lo que modifica, desestructura y degrada a una sociedad no es que haya gente que actúe el margen de la ley (siempre lo hubo, y siempre lo habrá) sino lo que esa sociedad misma hace, por medio de sus instituciones, leyes y poderes.
Pondré un ejemplo. Para los americanos muchísimo más dañinas que la huella que haya podido dejar Al Qaeda en EEUU (por muchos muertos que sean o más si hubieran sido) son las prácticas criminales y arbitrarias que la propia sociedad norteamericana consensuadamente y por medio de sus instituciones ha cometido. Hablamos de negligencias con resultado de muerte, encarcelamientos preventivos sin hechos concretos achacables excepto el extremismo ideológico, torturas no perseguidas ni impedidas, justificación pública de interrogatorios sin garantías de respeto a la integridad física o dignidad del detenido en aras de proteger un “bien superior” contraterrorista, bombardeos de objetivos sin juicio ni acusación previa con desprecio total de los “daños colaterales” también presuntamente inocentes, mentira institucional para intentar ocultar pruebas, mentira institucional para maquillar pruebas para conseguir legitimar invasiones o detenciones, instumentalización de la justicia…
Todo esto para una sociedad es más destructivo internamente que unos ilegales haciendo cosas ilegales. La degradación mayor es que esos actos no son como antaño “culpa de un dictador” de los que el ciudadano es inocente. La culpa ahora recae en el ciudadano, en la medida que la institución que agrede los principios emana de él, lo representa, es su extensión y cumple con las indicaciones que el ciudadano le da. Y el proceso psicológico para aminorar la conciencia de culpa y responsabilidad es aún más costoso que el de los países que tras una dictadura, se la sacuden y purgan su pasado.
Ese proceso socio/psicológico es similar al que se describe para los procesos traumáticos o los procesos de duelo. Y los recursos mentales son previsibles, entre otros está el “negacionismo”, todos los recursos mentales o sociales se destinan a negar, se encuentran coartadas para ocultar, para rebatir. La “cosa” no existe ni existió si se insiste, se cree, y se persuade de que la cosa no existe. Si luego resulta que la cosa existió y no se puede negar, pasamos a otra etapa que es el “distanciamiento”. Como hemos negado la cosa, buscado mil argumentos que nos decían que la cosa no existía, hemos creído nuestra historia y ahora decimos que eso es ajeno a nosotros, que no sabíamos nada. Y aunque te hayas dedicado años y mil discusiones e insultos a poner parches en las grietas de un jarrón cada vez que una aparecía o la señalaban, diciendo: “son casos aislados“, ahora con el jarrón roto exclamamos “¡Uyy, no sabía que estaba roto!, pero toda tu labor de tapa-agujeros anterior te señala. Sirve para aparentar ante los demás, pero no ante uno mismo.
Dependiendo del shock, o de la consciencia de la cosa, se puede dar otra vuelta atrás que es autoexculpatoria también, la negociación con la propia culpa o matización. Se buscarán matices que expliquen por qué permitiste lo que permitiste, por qué autorizaste, y cuán peligrosos e indeseables eran o lo creía, los torturados, y que no es para tanto ni comparable una sesión de tortura y 12 años entre rejas que los muertos de las torres gemelas que ya no pueden comer, ni ver a sus niñitos. Que las circunstancias eran graves, y la “situación” lo exigía a costa de “poder excederse”.
De ahí podemos pasar aún más atrás en la defensiva, a la generalización, totalización y criminalización indiscriminada y lenguaje grupal. Al “nosotros” y “ellos“. Meter en el “ellos” a todo el que te interese o te venga a reclamar algo, y caerás en los burdos lemas emocionales y totalizantes del tipo “ya, afirmas haber sido torturado y encarcelado injustamente, pero VUESTRAS víctimas ya no pueden ser visitadas por sus familiares más que en el cementerio“.
Ya pasaste de las teorías de igualdad ante la Ley, Justicia y Estado de Derecho, de defender que el jarrón estaba entero, a poner parches y a decir que no sabías que estaba roto, y ahora vienen las matizaciones y luego el contraataque. Aparecen dos tipos de seres, unos con derechos plenos e inocencia orignial “nosotros”, y “ellos”. Ellos, no son más que hienas subhumanas cuyos derechos no son más que lujos que ni por asomo pueden exigir con autoridad porque “ellos tampoco respetan….”
Se emplea mucho el “nosotros los demócratas“, o “el mundo libre” o “la sociedad civilizada” o “la gente de bien“. Ellos (y ahí generalizamos necesariamente en quien nos convenga) serán “los totalitarios“, “los violentos” “los islamistas radicales” los “islamistas” a secas, “los batasunos” o “ese mundo” (se usa mucho lo de “ese mundo” haciéndo metáfora de lo que se quiere conseguir, dos mundos, dos tipos de seres, dos universos, y dos tipos de derechos universales, mi mundo, y el mundo de ellos).
Da igual que tú hayas torturado, mentido, encubierto, ocultado, recluido, o bombardeado o colaborado con ello, y pagado a los funcionarios que torturaron porque seguirás siendo “nosotros los demócratas” o “la sociedad” y esa gente que reclama, está en otro nivel, el de “los violentos” “los antisistema” “los radicales”, “Los islamistas” “los abertzales”, “esa gente”. Nunca utilizarás la misma palabra para referirte a él que a tí, nunca dirás “persona“, porque ya has decidido hacer grupos y clasificar en órdenes y niveles de exigencia. “Esa gente” que por supuesto no pueden exigir derechos. Son malos, menos humanos, todos iguales sin distinción desde el momento en que tú, los has encuadrado allí. Y por supuesto esa exigencia de derechos no es más que un truco para “jodernos” y “apovecharse de nosotros” o “aprovecharse de la Ley y las garantías”.
Intentaste creer, o hacer creer que había jarrón, tapaste cada grieta nueva del jarrón insultando al que te decía que no había tal jarrón, sino piezas y se estaba mojando. Y ahora que el jarrón está roto, negocias contigo mismo diciendo “Qué leches, que es mejor que el jarrón esté roto” que está mejor roto porque así no lo aprovecha “el enemigo“. Ya no hay UNA sociedad, sino varios grupos. Dos preferentemente. Ellos y nosotros.
Luego, cuando haya que construir otro jarrón interviene el recurso mental del olvido (y por tanto la construcción de un nuevo jarrón de papel). La memoria personal y colectiva es portentosa en su capacidad de amnesia autoinducida. El dolor de la cosa, se pasa olvidando la cosa. Se olvidarán cosas, se aumentará la percepción de otras, otras se modificarán. Un acomodo mental tipo “Punto Final”.
Ese tipo de técnicas sirven para aminorar la culpa y desviar la conciencia, del pasado, y la del presente, Pero…
¿Por qué digo que es mucho menos grave que exista 1 o 50 ETAs, o ladrones que roben o atracadores que atracan que el que sea la sociedad la que haga aguas en sus fundamentos y supuestos valores?
¿Por qué es menos pernicioso que haya un jarrón entero y bien hecho aunque haya moscas que vengan a beber y molestar que el que el que haya un jarrón roto a manotazos propios que por mi lado no escapa agua y aún parece que no hay moscas?
Porque los daños son extructurales y dañan al conjunto aunque hoy parezca no dañarnos a algunos, a ese “nosotros los demócratas” pero sí a otros o a algunos.
“Quien hace un cesto, hace ciento” se dice para expresar que quien hace algo, puede volver a hacerlo. Y un estado que ha vulnerado derechos humanos una vez, aunque no sea a tí, lo hará más veces. Lo hará cada vez que se presente la oportunidad. Hoy tú, estarás “a salvo”, pero mañana, quizás no.
Ese es uno de los dos problemas, Hoy has permitido que se juzgue de manera diferente a las personas. Ellos y Nosotros. Tu hijo quemará un contenedor una noche, y considerándolo incorrecto aceptarás que le pongan una multa y acaso 3 meses de arresto domicilario, al tiempo que el hijo de tu vecina quemará un contenedor y tú no sólo aceptarás y permitirás que su castigo sea diferente al de tu hijo, sino que demandarás y exigirás 7 años de reclusión y destierro a 600 Kms. Hoy tu hijo, es “nosotros” y el hijo de tu vecino es “ellos”. “No es lo mismo” afirmarás. De ninguna manera sujetos por igual a la misma condena, y a los mismos derechos, debido a la condición original, aunque el acto sea igual. No es lo mismo tu hijo, un gamberrete que quema un contenedor de basura, que el hijo de tu vecino, que quema un contenedor de basura. Ellos son ellos, gente mala y perversa que quema contenedores de basura y ha de pagar por ello “con todo el peso de la Ley” como te gusta afirmar. Arios y Judíos. Hoy es así, incluso te regocija que sea así, pero…
¿Has pensado en el peligro? Hoy es así, pero ¿Y mañana? Hasta el lenguaje se acomoda. A unos “les asiste la Ley” otros “Se intentan beneficiar de la Ley”. Unos partidos “participan” en las elecciones, otros sin embargo “pretenden colarse” en las elecciones. Simboliza bien el asunto.
Hoy consientes que se detenga a políticos durante años y se les acuse llanamente de intentar hacer un partido político o consientes que se encarcele con nulas pruebas sin hacer preguntas ni exigir, consientes que se encarcele por la “radicalidad del pensamiento” del sujeto, o se recluya de manera preventiva aunque aún , pero sólo aún, no hayan hecho nada, pero para un “por si acaso” y los suelten a los 3 o 4 años, absueltos como se preveía. Hoy consientes que en tus comisarías, en nombre de tu ley se puedan torturar a los detenidos impunemente, sin vigilancia, sin cámaras y sin garantías, y consientes ridiculas penas de 6 mese o 1 año (a no cumplir realmente) en el extraño caso de que un policía sea pillado torturando a un detenido, aún condenado en firme por un juez. Y consientes que el consejo de Ministros que tú pagas y defiendes como a tu querido y respetable jarrón, indulte los dos años de separación de servicio que a ese torturador se le condenó, para que vuelva a los 7 meses de nuevo a “su labor”. O sea, comparativmente expulsas de la guardería al pederasta que pillaste violando a las niñas, y a los 7 meses le perdonas y le vuelves a contratar para dejar a su cuidado a solas con las niñas, otra vez. Excelente, porque en esa guardería no llevas a tu niñita, tú no eres Ellos.
Hoy consientes la utilización instumental de la justicia, para lograr objetivos previamente fijados, y acomodas el encaje de lo que quieres en la ley, trastocando el orden, y consientes que el Poder Judicial no sea indepdendiente, y responda a intereses de grupos de poder particulares y partidos concretos. Quizá te beneficia, o te gusta. Quizá estés en el lado apropiado.
Puede ser que eso te guste, o te regocije, pero no has pensado que un estado que actúa así una vez, cien, o sólo con unos, o con algunos es un jarrón roto que actuará así siempre, quizás mañana contigo mismo, ante tu sorpresa y tu incredulidad, cuando ya sea tarde. No, no lo has pensado. Quizás estés en el “mentira, no está roto el jarrón” o ya pasaste al “Yo siempre estaré en el grupo de Nosotros los Demócratas, y a mí eso no tiene por qué pasarme, yo soy Ario“.
¿Estás seguro de ello?
La Historia del Poder, de los estados, y de los seres humanos dice que no, ha demostrado que no.
Ese es uno de los problemas del jarrón roto por un lado, que en un sistema así el papel de arios, y el de judíos, hoy está de una manera, el jarrón por mi lado no está roto, funciona. Pero mañana quizás los papeles estén cambiados, los grupos sean otros y con un jarrón roto nunca se sabe quién estara cómodo, pero se sabe que está roto y que a alguien le puede tocar.
Ese , digo es uno de los dos problemas de la ruptura de ciertos principios básicos del Estado de Derecho, que es precisamente la igualdad ante la ley, la no arbitrariedad judicial, y el respeto por igual de los derechos y a la propia ley sin hacer fraude de hecho por parte del estado. Si hacemos un repaso a qué derecho humano no ha destrozado en la práctica el estado español, no encontramos ni uno sólo. Eso tiene sus consecuencias, no sólo para la víctima de ese estado, sino por la mecánica, vicio y fallo original con que se ha construido esa sociedad. Ese jarrón.
EL segundo problema, se me hace largo detallarlo, pero seguiré dentro de unos días, y prometo que el post será más corto (Lo juro por Mafalda)
tras ETA.
En tiempos de revisión histórica en
general, y paso a un nuevo tiempo
político y social que se podría abrir en
el País Vasco si ETA decidiera dejar las
armas y usar los escsos (casi nulos)
resquicios de que se pueda defender (y
conseguir) algo por las vías políticas,
muchos son los artículos que se han
centrado en revisar y valorar el legado y
las heridas que ETA ha dejado por su
acción violenta.
Digo que muchos, pero podría decir que
miles. Privados e institucionales. Miles
de articulistas, opinadores, políticos,
charlas, simposios, documentales
televisivos, monólogos de víctimas de
ETA, aniversarios, homenajes, foros,
plataformas, asociaciones, jornadas
temáticas, plenos municipales, no faltan.
Pocos son sin ambargo los que abordan qué
legado, enseñanzas, fracturas, esquemas
rotos y daños que va a dejar España como
estado a los vascos, y España a los
propios españoles, que en mi opinión
tiene más importancia y trascendencia que
lo que deje una ETA o 50 ETAs si las
hubiera habido.
Me refiero a que el hecho de que un
delincuente delinca, es “lo normal”, no
causa fractura social, no hunde a la
sociedad como tal, ni la degrada. Que el
conjunto de los atracadores en España
todos los años deje un saldo de 500
atracos, y 15 muertos por atraco no deja
secuelas generales en la propia sociedad
como tal, sigue habiendo Ley, atracar
sigue siendo prohibido, pero no es la
sociedad la que ha atracado, o se ha
hundido o degradado. Sigue manteniendo
sus valores. Deja eso sí, 500 víctimas al
año, y 15 muertos que ya no tienen
reparación. Lo mismo si hablamos de
robos, violaciones, estafas o corrupción
de cargo público o palizas a mendigos.
Víctimas las hay, y heridas también, pero
la sociedad no está herida, todo eso ha
ocurrido al margen de la Ley, y mientras
te protegía la Ley. Otra cosa sería si la
sociedad decidiera encarcelar a todo
hombre que esté en la franja de entre 20
y 30 años por haber “demostrado” que los
atracadores tienen esa edad, y sí lograra
efectivamente acabar con los atracos,
entonces sería cuando esa sociedad ha
entrado en degradación, y no cuando
sufría ataques y había víctimas.
Se puede sin duda afirmar que lo que
modifica, desestructura y degrada a una
sociedad no es que haya gente que actúe
el margen de la ley (siempre lo hubo, y
siempre lo habrá) sino lo que esa
sociedad misma hace, por medio de sus
instituciones, leyes y poderes.
Pondré un ejemplo. Para los americanos
muchísimo más dañinas que la huella que
haya podido dejar Al Qaeda en EEUU (por
muchos muertos que sean o más si hubieran
sido) son las prácticas criminales y
arbotrarias que la propia sociedad
norteamericana consensuadamente y por
medio de sus instituciones ha cometido.
Hablamos de negligencias con resultado de
muerte, encarcelamientos preventivos sin
hechos concretos achacables excepto el
extremismo ideológico, torturas no
perseguidas ni impedidas, justificación
pública de interrogatorios sin garantías
de respeto a la integridad física o
dignidad del detenido en aras de proteger
un “bien superior” contaterrorista,
bombardeos de objetivos sin juicio ni
acusación previa con desprecio total de
los “daños colaterales” también
presuntamente inocentes, mentira
institucional para intentar ocultar
pruebas, mentira institucional para
maquillar pruebas para conseguir
legitimar invasiones o detenciones,
instumentalización de la justicia…
Todo esto para una sociedad es más
destructivo internamente que unos
ilegales haciendo cosas ilegales. La
degradación mayor es que esos actos no
son como antaño “culpa de un dictador” de
los que el ciudadano es inocente. La
culpa ahora recae en el ciudadano, en la
medida que la institución que agrede los
principios emana de él, lo representa, es
su extensión y cumple con ls indicaciones
que el ciudadano le da. Y el proceso
psicológico para aminorar la conciencia
de culpa y responsabilidad es aún más
costoso que el de los países que tras una
dictadura, se la sacuden y purgan su
pasado.
Ese proceso socio/psicológico es similar
al que se describe para los procesos
traumáticos o los procesos de duelo. Y
los recursos mentales son previsibles,
entre otros está el “negcionismo”, todos
los recursos mentales o sociales se
deestinan a negar, se encuentran
coartadas para ocultar, para rebatir. La
“cosa” no existe ni existió si se
insiste, se cree, y se persuade de que la
cosa no existe. Si luego resulta quela
cosa existió y no se puede negar, pasamos
a otra etapa que es el “distanciamiento”.
Como hemos la cosa, buscdo mil argumentos
que nos decían que la cosa no existía,
hemos creído nuestra historia y ahora
decimos que eso es ajeno a nosotros, que
no sabíamos nada. Y aunque te hayas
dedicado años y mil discusiones e
insultos a poner parches en las grietas
de un jarrón cada vez que una aparecía o
la señalaban diciendo “son casos
aislados”, ahora con el jarrón roto
exclamamos “¡Uyy, no sabía que estaba
roto!, pero toda tu labor de tapaagujeros
anterior te señala. Sirve para aparentar
ante los demás, pero no ante uno mismo.
Dependiendo del shock, o de la
consciencia de la cosa, se puede dar otra
vuelta atrás que es autoexculpatoria
también, la negociación con la propia
culpa o matización. Se buscarán matices
que expliquen por qué permitiste lo que
permitiste, por qué autorizaste, y cuán
peligrosos e indeseables eran o lo creía,
los torturados, y que no es para tanto ni
comparable una sesión de tortura y 12
años entre rejas que los muertos de las
torres gemelas que ya no pueden comer, ni
ver a sus niñitos. Que las circunstancias
eran graves, y la “situación” lo exigía a
costa de “poder excederse”.
De ahí podemos pasar aún más atrás en la
defensiva, a la generalización,
totalización y criminalización
indiscriminada y lenguaje grupal. Al
“nosotros” y “ellos”. Meter´s en el
“ellos” a todo el que te interese o te
venga a reclamar algo, y caerás en los
burdos lemas emocionales y totalizantes
del tipo “ya, afirmas haber sido
torturado y encarcelado injustamente,
pero VUESTRAS víctimas ya no pueden ser
visitadas por sus familiares más que en
el cementerio”.
Ya pasaste de las teorías de igualdad
ante la Ley, Justicia y Estado de
Derecho, de defender que el jarrón estaba
entero, a poner parches, a decir que no
sabías que estaba roto, y ahora vienen
las matizaciones y contraataque. Aparecen
dos tipos de seres, unos con derechos
plenos e inocencia orignial “nosotros”, y
“ellos”. Ellos, no son más que hienas
subhumanas cuyos derechos no son más que
lujos que ni por asomo pueden exigir con
autoridad porque “ellos tampoco
respetan….”
Se emplea mucho el “nosotros los
demócratas”, o “el mundo libre” o “la
sociedad civilizada” o “la gente de
bien”. Ellos (y ahí generalizamos
necesariamente en quien nos convenga)
serán “los totalitarios”, “los violentos”
“los islamistas radicales” los
“islamistas” “los batasunos” o “ese
mundo” (se usa mucho lo de “ese mundo”
haciéndo metáfora de lo que se quiere
conseguir, dos mundos, dos tipos de
seres, dos universos, y dos tipos de
derechos universales, mi mundo, y el
mundo de ellos).
Da igual que tú hayas torturado, mentido,
encubierto, ocultado, recluido, o
bombardeado o colaborado con ello, y
pagado a los funcionarios que torturaron
porque seguirás siendo “nosotros los
demócratas” o “la sociedad” y esa gente
que reclama, está en otro nivel, el de
“los violentos” “los antisistema” “los
radicales”, “Los islamistas” “los
abertzales” “esa gente”. Nunca utilizarás
la misma palabra para referirte a él que
a tí, nunca dirás “persona”, porque ya
has decidido hacer grupos y clasificar en
órdenes y niveles de exigencia. “Esa
gente” que por supuesto no pueden exigir
derechos. Son malos, menos humanos, todos
iguales sin distinción desde el momento
en que tú, los has encuadrado allí. Y por
supuesto esa exigencia de derechos no es
más que un truco para “jodernos” y
“apovecharse de nosotros” o “aprovecharse
de la Ley y las garantías”.
Intentaste creer, o hacer creer que había
jarrón, tapaste cada grieta nueva del
jarrón insultando al que te decía que no
había tal jarrón, sino piezas y se estaba
mojando. Y ahora que el jarrón está roto,
negocias contigo mismo diciendo “Qué
leches, que es mejor que el jarrón esté
roto” que está mejor roto porque así no
lo aprovecha “el enemigo”. Ya no hay UNA
sociedad, sino varios grupos. Dos
preferentemente. Ellos y nosotros.
Luego, cuando haya que construir otro
jarrón interviene el recurso mental del
olvido (y por tanto la construcción de un
nuevo jarrón de papel). La memoria
personal y colectiva es portentosa en su
capacidad de amesia autoinducida. El
dolor de la cosa, se pasa olvidando la
cosa. Se olvidarán cosas, se aumentará la
percepción de otras, otras se
modificarán. Un acomodo mental tipo
“Punto Final”.
Ese tipo de técnicas sirven para aminorar
la culpa y desviar la conciencia, del
pasado, y la del presente, Pero…
¿Por qué digo que es mucho menos grave
que exista 1 o 50 ETAs, o ladrones que
roben o atracadores que atracan que el
que sea la sociedad la que haga aguas en
sus fundamentos y supuestos valores?
¿Por qué es menos pernicioso que haya un
jarrón entero y bien hecho aunque haya
moscas que vengan a beber y molestar que
el que el que haya un jarrón roto a
manotazos propios que por mi lado no
escapa agua y aún parece que no hay
moscas?
Porque los daños son extructurales y
dañan al conjunto aunque hoy parezca no
dañarnos a algunos, a ese “nosotros los
demócratas” pero sí a otros o a algunos.
“Quien hace un cesto, hace ciento” se
dice para expresar que quien hace algo,
puede volver a hacerlo. Y un estado que
ha vulnerado derechos humanos una vez,
aunque no sea a tí, lo hará más veces. Lo
hará cada vez que se presente la
oportunidad. Hoy tú, estarás “a salvo”,
pero mañana, quizás no.
Ese es uno de los dos problemas, Hoy hs
permitido que se juzgue de manera
diferente a las personas. Ellos y
Nosotros. Tu hijo quemará un contenedor
una noche, y considerándolo incorrecto
aceptarás que le pongan una multa y acaso
3 meses de arresto domicilario, al tiempo
que el hijo de tu vecina quemará un
contenedor y tú no sólo aceptarás y
permitirás que su castigo sea diferente
al de tu hijo, sino que demandarás y
exigirás 7 años de reclusión y destierro
a 600 Kms. Hoy tu hojo, es “nosotros” y
el hijo de tu vecino es “ellos”. No es lo
mismo afirmarás. De ninguna manera
sujetos por igual a la misma condena, y a
los mismos derechos, debido a la
condición original, aunque el acto sea
igual. No es lo mismo tu hijo, un
gamberrete que quema un contenedor de
basura, que el hijo de tu vecino, que
quema un contenedor de basura. Ellos son
ellos, gente mala y perversa que quema
contenedores de basura y ha de pagar por
ello “con todo el peso de la Ley” como te
gusta afirmar. Arios y Judíos. Hoy es
así, incluso te regocija que sea así,
pero…
¿Has pensado en el peligro? Hoy es así,
pero ¿Y mañana? Hasta el lenguaje se
acomoda. A unos “les asiste la Ley” otros
“Se intentan beneficiar de la Ley”. Unos
partidos “participan” en las elecciones,
otros sin embargo “pretenden colarse” en
las elecciones. Simboliza bien el asunto.
Hoy consientes que se detenga a políticos
y se les acuse llanamente de intentar
hacer un partido político o consientes
que se encarcele con nulas pruebas sin
hacer preguntas ni exigir, consientes que
se encarcele por la “radicalidad del
pensamiento” del sujeto, o se recluya de
manera preventiva aunque aún , pero sólo
aún, no hayan hecho nada, pero para un
“por si acaso”. Hoy consientes que en tus
comisarías, en nombre de tu ley se puedan
torturar a los detenidos impunemente, sin
vigilancia, sin cámaras y sin garantías,
y consientes ridiculas penas de 6 mese o
1 año a no cumplir en el extraño caso de
que un policía sea pillado torturando a
un detenido aún condenado. Y consientes
que el consejo de Ministros que tú pagas
y defiendes como a tu querido y
respetable jarrón, indulte los dos años
de separación de servicio que a ese
torturador se le condenó, para que vuelva
a los 7 meses de nuevo a “su labor”. O
sea, comparativmente expulsas de la
guerdería al pederasta que pillaste
violando a las niñas, y a los 7 meses le
perdonas y le vuelves a contratar para
dejar a su cuidado a las niñas, otra vez.
Excelente, porque en esa guardería no
llevas a tu niñita.
Puede ser que eso te guste, o te
regocije, pero no has pensado que un
estado que actúa así una vez, cien, o
sólo con unos, o con algunos es un jarrón
roto que actuará así siempre, quizás
mañana contigo mismo, ante tu sorpresa y
tu incredulidad. No, no lo has pensado.
Quizás estés en el “mentira, no está roto
el jarrón” o ya pasaste al “Yo siempre
estaré en el grupo de Nosotros los
Demócratas, y a mí eso no tiene por qué
pasarme, yo soy Ario”.
¿Estás seguro de ello?
La Historia del poder, de los estados, y
de los seres humanos dice que no, ha
demostrado que no.
Ese es uno de los problemas del jarrón
roto por un lado, que en un sistema así
el papel de arios, y el de judíos, hoy
está de una manera, el jarrón por mi lado
no está roto, funciona. Pero mañana
quizás los papeles estén cambiados, los
grupos sean otros y con un jarrón roto
nunca se sabe quién estara cómodo, pero
se sabe que está roto y que a alguien le
puede tocar.
Ese , digo es uno de los dos problemas de
la ruptura de ciertos principios básicos
del Estado de Derecho, que es
precisamente la igualdad ante la ley, la
no arbitrariedad judicial, y el respeto
por igual de los derechos y a la propia
ley sin hacer fraude de hecho por parte
del estado. Si hacemos un repaso a qué
derecho humano no ha destrozado en la
práctica el estado español, no
encontramos ni uno sólo. Eso tiene sus
consecuencias, no sólo para la víctima de
ese estado, sino por la mecánica, vicio y
fallo original con que se ha construido
esa sociedad. Ese jarrón.
EL segundo problema, se me hace largo
detallarlo, pero seguiré dentro de unos
días, y prometo que el post será más
corto (Lo juro por Mafalda)