Tomando consciencia de ello, nuestro Gobierno se empeña en desilusionar a todo español viviente, especialmente a su electorado, afirmando un día una cosa y haciendo la contraria antes de que finalice la semana (cuando no lo hace en cuestión de horas), generando desconfianza con su incapacidad para comunicar qué han hecho, hacen o van a hacer, por qué han tomado, toman o tomarán esta o aquella medida, al menos para que podamos vislumbrar algo de luz en ese túnel en el que cada país tiene su vía en propiedad. Y, para nuestra desgracia, no tenemos alternancia posible en un Partido Popular que practica una oposición tan destructiva como incoherente, ofreciendo una mano tendida al ejecutivo si decide aprobar determinadas medidas y negándole el apoyo cuando decide hacerlo, con o sin retraso. Parece que, en medio de esta crisis, hasta nos hemos olvidado todavía más de todos aquellos que sí luchan por sobrevivir, a diario, porque no tienen nada que llevarse a la boca. Produce hasta náuseas saber que con solo un 1% de lo que se entregó a esos bancos que nos han metido en este atolladero, que no inyectan liquidez en los mercados, presumen de cuentas de resultados y pagan millonarias indemnizaciones y pensiones a sus ejecutivos, se habría erradicado el hambre en el mundo. Estamos en crisis, sí, pero no solo económica, aunque parece que se nos ha olvidado.
Tomando consciencia de ello, nuestro Gobierno se empeña en desilusionar a todo español viviente, especialmente a su electorado, afirmando un día una cosa y haciendo la contraria antes de que finalice la semana (cuando no lo hace en cuestión de horas), generando desconfianza con su incapacidad para comunicar qué han hecho, hacen o van a hacer, por qué han tomado, toman o tomarán esta o aquella medida, al menos para que podamos vislumbrar algo de luz en ese túnel en el que cada país tiene su vía en propiedad. Y, para nuestra desgracia, no tenemos alternancia posible en un Partido Popular que practica una oposición tan destructiva como incoherente, ofreciendo una mano tendida al ejecutivo si decide aprobar determinadas medidas y negándole el apoyo cuando decide hacerlo, con o sin retraso. Parece que, en medio de esta crisis, hasta nos hemos olvidado todavía más de todos aquellos que sí luchan por sobrevivir, a diario, porque no tienen nada que llevarse a la boca. Produce hasta náuseas saber que con solo un 1% de lo que se entregó a esos bancos que nos han metido en este atolladero, que no inyectan liquidez en los mercados, presumen de cuentas de resultados y pagan millonarias indemnizaciones y pensiones a sus ejecutivos, se habría erradicado el hambre en el mundo. Estamos en crisis, sí, pero no solo económica, aunque parece que se nos ha olvidado.