Lo que muestran las Huelgas. 3

Publicado el 26 abril 2013 por Manuhermon @manuhermon
Podemos aceptar que las cifras sobre huelgas que publiqué variaban al proceder de fuentes distintas. Ahora bien, quienes estudian estos fenómenos coinciden en que desde la Transición hasta ahora ha descendido considerablemente esta forma de lucha y presión en toda Europa, aunque conviene destacar que en España se mantuvo más viva que en el resto de países, durante mayor tiempo, probablemente porque aquí costó mayores esfuerzos y se tardó más tiempo en consolidar el estado de bienestar, que recordemos, allí comenzó al finalizar la II Guerra Mundial, mientras aquí se instaló el franquismo hasta la Transición en donde costó mucho –tiempo y esfuerzos- romper tantas resistencias. Los motivos de la disminución será importante estudiarlos, para entender mejor lo que ocurre entre nosotros.

1.- En los años ochenta, una vez conseguida una cierta conformidad con lo logrado después de un período de luchas, comienza la relajación. Millones de personas aceptan la situación que se está creando de nuevos equilibrios, entre los poderes y el pueblo, representantes y representados, y entre la política y la economía. Se acepta como realidad estable y suficientemente positiva respecto a sus vidas pasadas. Lo anterior podría sustituir como explicación alternativa, la sustentada con la idea del desánimo, ampliamente utilizado en los ochenta para explicar el frenazo de las luchas. En mi opinión, en amplios sectores de población influiría con mayor peso la satisfacción por las mejoras conseguidas que su desaliento, de cara a frenar las movilizaciones. 2.- Los movimientos campesinos y obreros utilizaron durante el XIX y XX protestas, manifestaciones y huelgas, como una manera de influir en los poderes políticos y económicos con el fin de lograr las mejoras conocidas en las condiciones de vida y trabajo. Libertades y derechos, salario mínimo, pensiones, jornadas de 8 horas, sanidad y educación, subsidios para vejez y paro… fueron  reivindicaciones logradas con las luchas obreras, en parte encuadradas en los sindicatos y partidos de izquierdas. Las mejoras conquistadas fueron aplicadas al conjunto de la población en Europa durante años. Pasado el tiempo y en la medida que amplias bases sociales se consideraban representadas en gobiernos, partidos y sindicatos, los representados aceptaron trasladar parte de su empuje hacia otras formas de actividad política, -parlamentaria, acuerdos y pactos sociales…- reduciendo significativamente luchas y protestas en la calle y empresas. El problema se agravará en la última década, cuando este aspecto de acción política se convierta en casi único, abandonando otras formas de presión y defensa de intereses de los más necesitados. 3.- El miedo paraliza. Hoy; no antaño. La precariedad en el trabajo y en la vida suele paralizar, el miedo a sufrir represión, despidos y sanciones, etc. adormece las respuestas, sobre todo cuando no se está seguro de su utilidad. Si en el pasado reciente, si en la experiencia de cada individuo no se han visto resultados positivos a riesgos asumidos, se tenderá a esconderse de los problemas, esperando que sean otros quienes los solucionen, máxime si el tiempo pasado fue más ligero. Las generaciones de la postguerra sufrieron un endurecimiento en sus condiciones de vida que sirvió a modo de entrenamiento para afrontar las luchas antifranquistas, del que carecieron generaciones posteriores. 4.- La complacencia con la sociedad de consumo y la vida en un marco de menores exigencias que en el pasado, han hecho a la sociedad en su conjunto y a los individuos de las nuevas generaciones más blandos que los anteriores, respecto a exigir mayores controles sociales, -desde hace mucho tiempo el mercado de trabajo español daba cifras de excesivo paro, excesiva precariedad, comenzamos el siglo XXI con un 80% de contratos por obra+ eventuales+ temporales, proceso de desindustrialización, burbujas en vivienda y crédito… hasta que estallaron los conflictos-.  Muy suavemente todavía, en función de los gigantescos cambios que se están produciendo. La influencia y perfil de las nuevas generaciones que se incorporaban como votantes –según recogen los trabajos del CIS desde hace un tiempo- era mayor hacia la derecha que a la izquierda. Al adormecimiento de la sociedad contribuyó una idea evolutiva de la historia de la humanidad, millones de personas creyeron que el progreso avanzaba inexorablemente por el mero transcurso del tiempo. ¡Mentira! La Edad Antigua y la Edad Media muestran avances y retrocesos continuos, más recientemente aquí podíamos comprobar la experiencia del gran retroceso español con el franquismo, en cualquier terreno fuera económico, político, social,… Las nuevas generaciones a quienes se les ocultó la experiencia española, el salto adelante republicano y el retroceso franquista, tuvieron la oportunidad de observar como la historia avanzaba y retrocedía en América del Sur durante los últimos 50 años. O en África. Así se fomentó e instaló en la sociedad la sensación de que todo lo visible era una fiesta, de disfrute gratis y con cualquiera gobernando, en todo caso solo había que pedirlo a los políticos, culpables de todo, of course. Continuará...

PD. La imagen de cabecera procede del trabajo ya referenciado 

David Luque ‘Las huelgas en España: intensidad, formas y determinantes’