Verano del 89, mi padre me promete un Vespino si apruebo todo. No apruebo todo, me queda inglés, no hay moto.
Mi padre se va de viaje, y a los dos días llama a casa y dice:
-Que la niña se compre la moto esa.
Buah... Eso era felicidad absoluta, estoy segura. Lo recuerdo perfectamente. Iba a tener moto y era verano, no se podía pedir más.
Vuelvo a la moto esa. Vamos a la tienda mi madre y yo, y me compran un Vespino negro. Lo conduzco hasta casa.
Cuando llego, mi abuela está sentada en el porche haciendo ganchillo. Entro como una loca y me estampo contra un macetero gigante. No nos pasa nada. Mi abuela, la moto y yo, intactas.
Pero mi abuela lo dice, justo ahí lo dice, mirándome por encima de sus gafas:
-Lo que no consiga esta niña no lo consigue nadie.
Fin.
Nota: Abuelita, (donde quieras que estés), nunca olvidé esa frase, aquí me tienes recordándola un porrón de años después.
No hay nada como creer para crear. Ahí lo dejo.