los eufóricos bailes con los Franz Ferdinand (si ya lo dijeron ellos "hacemos música para que bailen las chicas"); y no digamos ya rumbeando con mi hermana al son de los hermanos Muñoz.
Pero también en lo más recóndito de mi cabeza se esconden como una sucesión de fotografías algunos recuerdos de mucho antes de que el palacio resurgiera de sus cenizas.
Mi padre, el "Bahamontes" del barrio, nos llevaba a mis hermanos y a mi a ver a los ciclistas. Recuerdo esa casi pared de madera pulida y como subían y bajaban por ella a toda velocidad. Lo que más nos gustaba era cuando al finalizar la carrera lanzaban Huesitos y bandoleras de tela a las gradas. Dudo que tuviese más de seis o siete años por aquel entonces.
Por eso cuando en 2001 se incendió me dio mucha lástima. En tan solo una hora el fuego originado por un soplete hizo que la cúpula se desplomase entera sobre el velódromo y la pista de baloncesto.
Apenas quedó nada en pie de aquel edificio construido en 1960 y se barajó la posibilidad de derribarlo totalmente. Pero afortunadamente prefirieron aprovechar las fachadas que quedaron y construir el resto tal y como lo conocemos hoy. 124 millones de euros costó el tratamiento a cargo de los doctores Enrique Hermoso y Paloma Huidobro.
Y ya se sabe, lo que no te mata te hace más fuerte y desde luego este lugar es uno de los mejores que tenemos en la comunidad para disfrutar de cualquier evento lúdico: lo mismo te lo encuentras con tíos boxeando que con Mickey patinando sobre hielo.
En breve lo visitará Lady Gaga.
Al darle la vuelta me topo con un enorme anuncio del club de esgrima, lo que me recuerda que tengo pendiente probar este deporte tan chulo que siempre me ha llamado la atención. Algún día...