“LO QUE PASA DE NOCHE” de Peter Cameron

Publicado el 13 septiembre 2022 por Marianleemaslibros

"Pensó en todas las cosas que estaban sepultadas por la nieve y se dio cuenta de que un año era como allí un día: mitad oscuridad y mitad luz, y por tanto el invierno en realidad no duraba más que una noche. Una larga noche seguida de un largo día.
Quizá fuera mejor vivir en un sitio así, quizá la ineludible e incesante alternancia de días y noches que era su vida, ese verse arrancado de las profundidades del sueño y arrojado a un nuevo día cada veinticuatro horas fuera un error. Desde luego era brutal y agotador.


Repito con el autor, con su última novela publicada (por Libros el Asteroide, 2022). La acabé ayer y aún sigo dándole vueltas y más vueltas, porque no tengo muy claro que ha sido eso, que ha significado lo leído, ese final. Y llego a la conclusión de que no hay que buscarle los tres pies al gato, que lo único que de verdad importa es haberla disfrutado, haber flipado con el argumento y con la forma de escribir de Peter Cameron
La trama, mi trama sin spoiler.
Un matrimonio (sin nombre, solo son Él y Ella) llega en tren a una gélida y solitaria ciudad en un país probablemente europeo, en medio de la nada, que parece el fin del mundo (tampoco conoceremos los nombres ni de la ciudad, ni del país en concreto). Es el final del trayecto, del viaje que emprendieron para recoger a su hijo recién adoptado y llevárselo de vuelta a casa, a Nueva York. La pareja no pasa por un buen momento y Ella está muy enferma, deshauciada. Esta es la última oportunidad para ambos, convencidos como están de que ese niño les ayudará a reflotar su dañada y desgastada relación el tiempo que les quede juntos.
Se alojan en el "Borgarfjaroasysla Grand Imperial Hotel", un lugar tenebroso y oscuro con pocos huéspedes, a cuál más raro y extravagante, con vistas a poder acercarse al día siguiente al Orfanato de San Bernabé para recoger al bebé. Pero. . ., bien porque el taxista que los debe trasladar allí se equivoca, probablemente por de la falta de entendimiento debido al idioma, o bien porque el destino a veces es caprichoso y decide embrollarlo todo, terminan en la casa de un famoso curandero del lugar, el Hermano Enmanuelle. Y a partir de ese momento comienza un proceso de incertidumbre, de desorientación, de cambio en su relación de pareja, en sus deseos, en la concepción de la vida.
  Los puntos fuertes de la novela
✔ Sabía que me iba a encontrar algo muy diferente a la anterior novela que leí del autor “Un fin de semana”. Lo sabía, quedé advertida después de leer la la reseña y los comentarios en el blog de Rosa, tenía claro que eran totalmente distintas. Y vaya si lo son. Pero, a pesar de ello, no he dejado de sorprenderme durante toda la lectura, de alucinar con esta historia extraña, rara, distinta, peculiar, no por ello menos fascinante. Y esa forma de escribir tan, tan…pura magia.
Me refiero a las palabras, los pensamientos, las ideas. Si no lo dices, ¿de qué sirve? Se mueren contigo. Pero cuando dices algo se lo entregas al mundo. ¿Quién sabe qué será de los sonidos? Creemos que desaparecen, pero a lo mejor siguen vibrando y flotando en el universo, y a lo mejor alguien o algo percibe esa vibración dentro de cien millones de años. A lo mejor oye exactamente lo que te estoy diciendo ahora.

La atmósfera que rodea a los protagonistas, y que rodea al lector, para mí es lo mejor de la novela, una auténtica demostración de talento: lúgubre, helada, sombría, de desamparo y oscuridad total. Porque no es fácil que un escritor consiga envolverte por completo en un ambiente así y en una trama en la que nunca sabes si lo que están viviendo los personajes es real o si lo están soñando, imaginando. Pero Cameron lo consigue, y consigue también crear unos personajes fascinantes, a los que te cuesta entender, porque son llevados al límite de sus posibilidades y a situaciones que rozan en ocasiones, lo extravagante e incluso lo ridículo. El Hotel es una figura muy importante en el conjunto del relato, se podría decir que es algo vivo, que contribuye a crear esa ambientación, tanto su bar, su restaurante y sus salones, como sus huéspedes y empleados, personajes secundarios que llegan a adquirir un gran peso en el relato: el Ejecutivo, que intenta ser su amigo sacándolo de algún que otro apuro, o Lárus, el camarero que le aconseja y le sirve el aguardiente de líquenes en el bar, o Livia Pinheiro-Rima, la mujer con la que el hombre conversa por las noches noche desde su rincón al fondo de la barra y que al final de la historia desempeña un papel relevante. 
Hay bastante componente onírico ¿y realismo mágico? en esta novela. Leyéndola, no he podido evitar que me viniera constantemente a la cabeza mi querido Murakami, algunos de sus argumentos surrealistas y sus frecuentes idas de olla que tanto me gustan. Evidentemente son muy distintos los dos autores, su prosa no tiene nada que ver, pero el fondo sí me lo ha recordado.No sé si será solo cosa mía. . .
Él y Ella cambian mucho durante el recorrido del libro, cambia su forma de ver la vida durante su corta estancia en el lugar, cambian sus pensamientos, sus certezas sobre la enfermedad, sobre la paternidad, el sexo, sobre la muerte. Y es magnífico asistir a ese cambio.  
El final es deslumbrante, cautivador, inesperado, te deja con interrogantes a libre interpretación, pero no importa, porque lo que de verdad importa es haber disfrutado de cada palabra, de cada frase, de cada párrafo, de la lectura al completo, y esa sensación es la que se queda contigo, la que perdura.
Resumiendo: “Lo que pasa de noche” cuenta una historia diferente, nada convencional, una historia que toca temas como la sinceridad en la pareja (¿siempre necesaria, aunque duela?) y hasta qué punto el tener hijos cambia la vida de los padres. También temas como la enfermedad, la muerte y la forma de afrontarlas, ¿existe el destino, está todo predeterminado?
Una novela hechizante en la que os recomiendo adentraros con la mente abierta, sin prejuicios, para poder disfrutarla en su plenitud. Una novela  que te lleva a pensar y a hacerte la pregunta que la escritora Elisabeth Bishop formula en el colofón:
¿Debemos soñar nuestros sueños o debemos vivirlos también?
Mi nota esta vez es la máxima, para variar, dicho sea irónicamente: