Lo que pasa en este país es insoportable

Publicado el 24 noviembre 2014 por Benjamín Recacha García @brecacha

Dos imágenes juntas dicen mucho del país en que vivimos.

El día después de que miles de sevillanos despidieran a la mayor latifundista de España, con un patrimonio estimado en torno a los 3.000 millones de euros, del cual el 90% está exento de tributación, una señora de 85 años era expulsada de su hogar en el madrileño barrio de Vallecas por no poder hacer frente a la deuda que su hijo contrajo con un prestamista. La oligarquía política y económica y una parte asquerosamente considerable de la plebe rendían pleitesía a un símbolo de la España rancia y casposa mientras una mujer humilde, una más entre las miles que pierden su casa un día tras otro, tragaba lágrimas de impotencia.

El caso de Carmen no ha quedado ahogado entre la fría estadística, como tantísimos otros, porque los activistas de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) continúan llevando a cabo una labor impagable (cuántos suicidios habrán evitado en estos últimos años) en apoyo de quienes lo han perdido todo menos la dignidad y dando visibilidad a uno de los mayores dramas, una de las principales injusticias, que emanan de eso que llaman crisis. Por eso y porque el club más modesto de la élite del fútbol español, el Rayo Vallecano, se ha ofrecido a costearle el alquiler.

El funeral de la duquesa, muerta en la opulencia, y el desahucio de una anciana, aún viva en la miseria, son anécdotas que simbolizan lo que es esta España triste. Me da igual cuáles sean las circunstancias que han llevado a Carmen a quedarse sin casa. Seguro que el proceso legal que ha desembocado en su lanzamiento (sí, así lo llaman en lenguaje legalista) ha sido incuestionable. La ley es la ley. Pero lo que yo cuestiono es ese sistema legal. ¿Qué clase de legitimación moral puede tener un sistema que permite dejar sin hogar a quien no tiene recursos para pagarlo mientras otros acumulan riqueza y más riqueza sin otro propósito que la acaparación egoísta?

Nuestro sistema legal está diseñado para proteger el patrimonio de quienes más tienen. Las leyes garantizan que los ricos puedan seguir siéndolo hasta la náusea, mientras que lo único que garantizan a los miserables es poder recurrir a la caridad. Dicen que la duquesa de Alba era muy caritativa. Seguro que Amancio Ortega también lo es. Que pregunten a las costureras que trabajan 65 horas semanales por un sueldo que, efectivamente, sólo puede calificarse de limosna.

Para cerrar la primera parte del post recomiendo dos artículos que reflexionan sobre el significado del funeral de la aristócrata: ‘Parte de una casta’, del excelente periodista de ‘El Periódico de Catalunya’ y amigo Antonio Baquero, y ‘La duquesa de Alba y la España que se inclina’, del subdirector de eldiario.es, Íñigo Sáenz de Ugarte.

Lo que pasa en este país es insoportable. Hace mucho tiempo ya que lo es, pero ahora tengo la sensación creciente cada día que pasa de que hemos llegado al límite. No hay más posibilidad de aguante. No quedan válvulas de escape, salvo la perspectiva del cambio real en las elecciones generales de dentro de un año. Aguantar otro año así se hace muy duro y tengo la impresión de que sólo lo hacemos porque cada vez es más plausible la victoria de Podemos. Otra legislatura a merced de la casta sería una pesadilla inimaginable.

Podemos tiene mucho trabajo que hacer, muchos detalles que pulir y muchas incógnitas que resolver para acabar de configurar un proyecto sólido, pero es la única esperanza de millones de personas que han decidido jugárselo todo a una carta. La gente quiere creer en el discurso de la nueva formación, pero, sobre todo, quiere perder de vista a los parásitos que nos están haciendo la vida imposible. Por primera vez en años hay una esperanza a la que agarrarse y las tácticas barriobajeras de la casta y los babosos que les lamen los pies no van a funcionar. El miedo ha cambiado de bando, porque cuando no queda nada que perder las advertencias de quienes han agotado (por fin) el crédito no surten efecto. Si todo lo que tienen contra Podemos son vídeos antiguos de Pablo Iglesias ensalzando a Hugo Chávez es que están muy desesperados.

¿De verdad creen que la gente a la que el sistema corrupto la ha dejado sin nada, ni siquiera el derecho a tener esperanza, va a cambiar su intención de voto porque al coletas le cayera bien Chávez? ¿Hace falta recordar con quiénes han hecho negocios los presidentes españoles (y la monarquía) durante la democracia?

Estos últimos días el gran escándalo es que Íñigo Errejón, una de las caras visibles de Podemos, ha renunciado al contrato de investigador con la Universidad de Málaga por no poder compatibilizarlo con su responsabilidad política. Un contrato renovable trimestralmente al que ha renunciado él. No me parece un detalle menor. Repito: ha renunciado él por no poder dedicarle todo el tiempo necesario. El escándalo radica, según la prensa afín al régimen, en que durante los meses en que estuvo trabajando no cumplió a rajatabla las condiciones estipuladas en el contrato. Se ve que estuvo haciendo la investigación desde su casa en vez de en la universidad. Que entregara puntualmente las tareas asignadas es un detalle sin importancia.

Un escándalo, sin duda. Que el partido que gobierna sea una organización criminal que pagaba (imagino que ya no lo hace, pero tampoco me sorprendería) sobresueldos en negro con dinero público (no hay que olvidar que el 90% del presupuesto del PP proviene de subvenciones públicas), que reformaba sus sedes por el mismo procedimiento y que tiene a incontables cargos imputados, es una nimiez al lado de semejante desfachatez.

El otro bombazo informativo de la semana, lo que sin duda va a desembocar en la pérdida de millones de votos, es que Pablo Iglesias no ha acudido a una entrevista en Tele 5. ¿Nos hemos vuelto locos o qué? Es que me parece de chiste dedicarle dos líneas al asunto en este blog de mala muerte. Pues no, no es de chiste. Los medios “serios” han llenado horas y páginas con ello. Se quejaban porque el Pablito salía hasta en la sopa y ahora resulta que es pecado mortal rechazar una entrevista. Podemos asegura que no es así, pero paso de escribir más sobre el tema.

PPSOE, la oligarquía empresarial y financiera y sus perros falderos, la casta que ha corroído el Estado, predica en el desierto. Sus mensajes apocalípticos no se los creen ni ellos. Están acojonados. Y me alegro. Lo que más ilusión me hace de la noche electoral que viviremos dentro de un año es ver sus caras de rabia y desolación. Disfrutaré del escrutinio y brindaré con cava cuando se confirme el fin del régimen.

Sólo hay una cosa que me da miedo. Me cuesta creer que pueda ocurrir, pero quienes ostentan el poder desde hace ochenta años (y no me refiero sólo a los políticos) no lo van a dejar escapar a las buenas. En su desesperación son perfectamente capaces de recurrir a cualquier medida que garantice la pervivencia de su “democracia”. Ellos están convencidos, lo creen de verdad, que son el Estado, y, por tanto, deben protegerlo, aunque para ello tengan que echar mano de quienes juraron morir defendiendo a la Patria. Ojalá me equivoque y no sea más que una paranoia alarmista.

No quiero acabar con regusto amargo, así que cerraré estas líneas con una mención al cambio de rumbo que parece haber adoptado Izquierda Unida. La retirada de Cayo Lara para dejar paso a Alberto Garzón, un joven diputado con las ideas muy claras, muy conectado a los movimientos sociales, que ya ha anunciado que se presentará a las primarias para liderar el proyecto, es una medida inteligente, la única opción, en mi opinión, que le quedaba a IU para no desconectar definitivamente con el votante progresista no atrincherado en posiciones fundamentalistas. La ideología es necesaria, sin duda, pero no puede ser un elemento limitador. Una Izquierda Unida atrincherada en el comunismo rancio no puede crecer. Está condenada a la irrelevancia. Su única posibilidad de resultar atractiva es abrirse a la realidad social. A la gente el marxismo le queda muy lejos. Lo que quiere es esperanza en algo nuevo, alejado de las ideologías tradicionales. Espero que los nuevos aires en IU hagan posible una confluencia positiva con Podemos y otras formaciones progresistas y movimientos sociales. Tienen un año por delante para hacerlo posible.