Lo hemos visto recientemente con la polémica campaña Menos carne, más vida. Mientras compramos un coche eléctrico de última generación porque queremos ser más neutros, nos cuesta ver el impacto de nuestro plato de comida, que cada vez es menos local y de temporada. Mientras se apoyan políticas billonarias de construcción de energías renovables, dudamos de datos científicos más que contrastados sobre la principal fuente de emisiones y de pérdida de biodiversidad a escala mundial: nuestro sistema alimentario y los cambios de uso del suelo que provoca.
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