Para comentar el libro me he visto obligado a releer el comentario que en su día hice de El Mundo en 2009, para comprobar que el Millás me crea a lo que se ve siempre el mismo desconcierto: indudable talento para narrar, un indomable espíritu gamberro y una lectura que al final me deja siempre un poco descolocado, que no es tanto un quiero-y-no-puedo como un puedo-y-no-me-da-la-puta-gana de hacer algo más redondo.
No sé. Divertido de leer. Y si no lo lees tampoco pasa nada.