Estar en el medio de una acción que se juraron que nunca cometerían y, mientras la replican casi de forma idéntica, entienden que aquella vez se tendrían que haber puesto en los zapatos del otro. ¿Les pasó?
Ya sea porque los chicos hacen algo que no corresponde, o porque la que lo hace soy yo, muchas veces me encuentro en situaciones en las que me juré que nunca estaría.
Todo ello que en la infancia no me gustó y prometí no hacer, más todo aquello que vi en amigos, conocidos y extraños con chicos más grandes que critiqué sin saber. Aquí algunos ejemplos de acciones que critiqué y no pude evitar (otros muchos, me los guardo para mí):
Mis hijos no iban a hacer capricho en público: Me pasó, varias veces, en los lugares menos apropiados. El llanto de nuestro hijo en la mitad de la calle, las miradas de terceros, la desesperación, encontrar la calma en medio del ruido extremo. Pensar “¿Qué hice yo para merecer esto?