Nada más caer desde el cielo
o desde lo más profundo de la tierra emerger;nada más abrir los ojos,
y al punto mismo de aspirar el aroma
de los primeros y oblicuos rayos,
descubrí que sólo hay
el brillo de la soledad
pegada a la piel.
Sola para nacer, sola para lidiar, sola para soñar y hasta para el mismo sueño perder...
Y no es magma ceniciento la soledad, ni es mala, ni cruel, no es bruja terrible, ni agujero inmundo; tampoco es error profundo ni futuro que me haga enrojecer; pues cuna es del conocimiento y del productivo deambular del ser, amiga que fermenta la serena alegría y que acuna el arte manso de darse sin pedir nada a cambio y sin exigir de nadie lo que se dé... Pues solo se nace y solo se ha de partir por la pendiente más acusada que se enfrenta al perecer; y mientras tanto tan sólo se puede dar lo que uno es.