Imagen: Estudio Saatchi & Saatchi (Publicidad para un museo de arquitectura)
Miro hacia fuera, y veo lo que deslumbra embadurnado de luz; miro hacia dentro, y adivino lo que dormita cargado de sombra. Miro alrededor, y veo lo que el mundo de los hombres quiere mostrarme, además de lo que prefiero ver.
Indistintamente a lo que busque la mirada, ya sea egocéntrica o solidaria, ya persiga la verdad o edifique la mentira, ya sea su fin la iniquidad o la justicia, se nos olvida que lo que percibimos, es solo una pequeña parte de lo que existe.
Si tuviéramos la visión del todo, decidiriamos de otra forma, o hasta puede que dejásemos de tomar decisiones, en la consciencia abrumadora y paralizante de la complejidad infinita de lo real.
Nuestra incapacidad para contemplar la realidad total debería obligarnos, por una suerte de de determinación genética, a buscar otras caras de lo real en la mirada de otros. En lugar de eso la tendencia es negacionista o en el mejor de los casos, tolerante.
Puesto que tal determinación no existe, la conclusión es que como sujetos filosóficos estamos mal planteados, y temo que no hay arquitecto al que reclamar.
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