"Lo que vio el poeta al anochecer", en Cuentos de amor. Hermann Hesse. Trad. Ester Capdevila Tomàs Barcelona, Austral, 2015
Arrogancia
Me pide una amiga que por favor lea un cuento. Dada la sensibilidad de mi amiga y su insistencia, no puedo negarme y accedo a su solicitud. Ella, me dice, está impresionada y quiere saber qué opino yo.Claro, pienso, como yo escribo...Es de noche. Es verano y a punto estamos ella y yo de tomarnos dos cañas mal tiradas en una plaza donde corretean los ratones.Y entonces, abro su libro y leo.Cuando termino, unos minutos más tarde y con el vaso medio vacío (el suyo está medio lleno) le digo qué me parece.Es un cuento de Hermann Hesse y no lo conocía. De él se desprenden olores, colores y sonidos de la naturaleza y en él, se ubican dos amantes: él mayor y ella, joven.En el cuento él cree que sabe más de lo que sabe y se antepone a los pensamientos de la chica. Tan experimentado él, asume que ella es inocente y alardea de dominar la situación. Ya sabe lo que va a pasar porque ha amado muchas veces, pero ella no, aun no.Ese comportamiento, le digo a mi amiga, también se deja sentir en una película de Rodrigo Sorogoyen que exprime el negocio del flirteo donde siempre aspira a ganar él, mientras las circunstancias no escapen a su control.En medio de ese encuentro, de ese flirteo y de esa dominación del que ha vivido sobre la que desconoce, aparece una niña que echa a correr delante de ellos. A mí, eso me hace pensar enla película de Tom Forden la que también un hombre que piensa mucho, se deja conmover por la imagen pura y bella de una dulce niña frente a él.Y Tadzio, le digo: la bella y cruel juventud, que también está ahí.Le digo a mi amiga que lea una novela de Ian McEwan cuyo retrato que hace del desconocimiento de dos jóvenes amantes, a mí, me hizo llorar más de una vez.Y mi amiga, que tiene más de diez años menos que yo, toma nota.Se nos acaban las cervezas y por el suelo de esa plaza no dejan de cruzar ratones.