A veces, muchas más de lo que yo quisiera, me acometen las dudas sobre todo lo que ha sido mi vida y si el sentido que yo ahora le atribuyo no está esencialmente equivocado, si esta idea fundamentalmente marxista que yo le atribuyo a todo no es sino el más grande de todos mis errores, que no es que sean muchos, es que son demasiados.Lo digo porque el otro día, me sentí totalmente alborozado porque oí a algunos de esos 150 subsaharianos que, al fin, consiguieron penetrar en Melilla, gritar "Barça, Barça, Barça", con más intensidad aún que por esos campos de Dios se grita "así, así, así gana el Madrid".Yo soy marxista-comunista por la gracia de Dios, quiero decir que me he ido haciendo marxísta poco a poco y porque no he tenido más remedio, porque hubiera sido el peor de los sacrilegios no serlo, después de todo lo que me ha pasado.Si yo no hubiera sido marxista después de haber sido atado con cadenas por los que yo creí que eran mis amigos, si no hubiera tenido que tragarme todos los días que aquella desalmada gente de mi pueblo no sólo me persiguiera a muerte como a un perro rabioso sino que además me lo gritara en plena cara, acercándose tanto que, a veces, tuve que secarme sus babas de mi rostro: "uno, dos, tres y cuatro, ya tienes Franco 'pa' rato", si no me lo hubieran negado todo hasta el aire para respirar, teniendo como sólo tenía 10 años, si luego no hubiera tenido a Tierno Galvañ como profesor de Derecho político, si mi lectura favorita no hubiera sido "Triunfo" de Eduardo Haro Tecglen y de Sixto Cámara, hubiera sido entonces el más imbécil de todos los individuos o el más perfecto de todos los canallas.Pero no fui una cosa ni otra. Cuando me di cuenta, respiraba marxismo, me sentía penetrado por esa maravillosa ideología que preconiza que demos a los demás todo y lo mejor de nosotros mismos y no les pidamos sino lo estrictamente necesario para sobrevivir.Hubo quien intentó convencerme de que aquello no era marxismo sino cristianismo pero yo lo negué. Es cierto que el mensaje del Nazareno se parece demasiado al marxismo pero se distinguen en que mientras uno se halla transido por la idea de la ira y de la rebelión, el otro lo fía todo a la paciencia y a la resignación por eso ha tenido, y tiene, tanto apoyo por aquellos que detentan inexorablemente el poder y pretenden la más servil de las esclavitudes: bienaventurados los pobres porque de ellos será el reino de la Tierra, bienaventurados los mansos porque ellos verán a Dios, bienaventurados los que sufren persecución por la justicia porque de ellos será el Reino de los Cielos.No, coño, no, lo que hay que preconizar y gritar tan alto como nos dejen hacerlo es "proletarios de todos los países, uníos", porque si nos unimos y luchamos hasta la última gota de nuestra sangre, tal vez algún día seamos dignos de ser hombres.Terencio casi estuvo a punto de decirlo, "homo sum et nihil humanum me alienum puto, "soy hombre y nada humano pienso que me es ajeno, pero hubo que esperar a que un barbado pensador judío pusiera al fin de manifiesto que no se pude descansar ni un sólo instante si antes no hemos arreglado este jodido mundo en el que los ricos seguirán bebiendo la sangre de los pobres hasta dejarlos exhaustos y que no se puede ser digno de llamarse hombre si uno no hace todo lo que esté en su mano para remediar esta situación.Pero iba diciendo que los subsaharianos que invadieron el otro día Melilla gritaban “!Barça, Barça, Barça¡”, ¿qué significado tiene este grito? ¿Es simplemente la muestra de su admiración por un equipo de fútbol o, más simplemente aún, el infantil deseo de congraciarse con los habitantes del país en el que pretenden insertarse?Esto sería una manera, por cierto muy común, de rebajar a estos hombres a un nivel inferior al de las bestias: "estos hombres no son tales sino una especie de imbéciles que se han dejado hipnotizar por algunos de sus ídolos, Eto’o, Drogbá, Canuté, etc".Yo me resisto a admitir esta interpretación: esta gente sabe, porque lee todo lo que cae en sus manos que se refiera a este país en el que quieren integrarse, que el Barça es la encarnación de una aspiración irrenunciable, el deseo de convertirse en Estado ya que ya son pueblo o nación, o sea que es poco más o menos lo mismo que ellos pretenden: encontrar un lugar en el mundo donde poder ser realmente libres y dignos, sin que se les persiga, se les desprecie o se les denigre, por eso el Barça es más que un club, o, como decía Sixto Cámara que no es sino ese personaje egregio por catalán que aceptaba este título con todas sus consecuencias, Manuel Vázquez Montalbán, “el ejército desarmado de Catalunya”.