Lo sublime

Publicado el 27 mayo 2024 por ArÍstides

Queremos lo sublime, pero no sabemos como buscarlo. Para conseguir lo máximo y lo mejor hace falta disponer de la capacidad de asombro y de admiración. Sin dosis muy altas de humildad será difícil apreciarlo. La insignificancia, el sentirse pequeño ayuda, y mucho, a sobrecogerse y admirar lo infinito. Lo sublime, en muchas ocasiones, transciende la comprensión que tenemos de las cosas.

No todos nos sobrecogemos por lo mismo, ni lo experimentamos de la misma manera, porque hay cuestiones culturales que lo moldean. En cambio, parece que todas la personas encontramos en lo grandioso un elemento en común. Es una de las motivaciones más potentes de que disponemos las personas: la búsqueda de la excelencia. Nos obliga a hacernos preguntas y a hallar las respuestas que se encuentran detrás de los grandes logros de la Humanidad. El asombro y la búsqueda de los sublime es el motor que impulsa la investigación, la innovación, o simplemente el hacer las cosas fetén.

El pensamiento y el saber dar razón de lo que se hace nos ayudan a imaginar las incógnitas pendientes. Lo sublime es, por tanto, la antesala de la duda y de la perplejidad. Al mismo no se llega con la arrogancia y el temor paralizante. Hace falta partir de lo pequeño, para continuar con el asombro y terminar respondiendo a la dudas. Es un camino arduo pero sencillo porque estamos rodeados de lo sublime, pero nuestras prisas y falta de atención nos impiden parar para contemplarlo, y digo contemplar.

Cuanto más aprendamos, más conscientes seremos de nuestra insignificancia y de lo poco que conocemos. El esfuerzo por saber nos acerca a lo desconocido y al encuentro de colaboradores que pongan en solfa nuestro ego. El sobrecogimiento y lo sublime están entrelazados, al igual que lo pequeño ante la enormidad.


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