lo único cierto es la incertidumbre

Publicado el 24 octubre 2012 por Libretachatarra

La semana pasada, la revista dominical de “La Nación” publicó una muy buena entrevista que Jorge Lanata le realizó al sociólogo y filósofo polaco Zygmunt Bauman para su libro y serie televisiva “26 Personas para salvar el mundo”. Recomendamos leer la nota en su totalidad, de la que seleccionamos los siguientes fragmentos.
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...la única certeza que tenemos es la constancia de la incertidumbre. Nos encontramos en ese punto, y es por eso que estoy convencido de que cualquier esfuerzo por predecir el futuro es una pérdida de tiempo. Y esto es así por varias razones. En primer lugar, nos encontramos en un punto especial de la historia. Cuando yo era joven, hace como cincuenta años, la principal pregunta me parece que era ¿qué es lo que debemos hacer para salvar al mundo? Pero hoy, la pregunta central, en mi opinión, no es qué es lo que debemos hacer, porque sobre ese asunto podemos juntarnos todos a discutirlo, podemos llegar a cierto de tipo de consenso. Hoy la pregunta es: ¿quién es la persona que lo hará? Es una pregunta sobre el instrumento, sobre la acción colectiva, las herramientas que la acción colectiva utilizará, la acción colectiva en sí misma. Y esto es lo que, en verdad, no está presente. Es por este motivo que yo llamo a nuestro período el período de "interregnum". "Interregnum" es un concepto romano antiguo, de la ley romana, y fue proclamado desde el primer Rey de Roma hasta Tarquinio el Soberbio. Cuando él murió, el primer "interregnum" fue anunciado hasta que el próximo rey fuera seleccionado, o designado o llegara al poder, lo que fuera que sucediera. Durante ese período todas las leyes fueron suspendidas porque las leyes anteriores, proclamadas por Tarquinio, dejaron de ser válidas. Nadie sabía cuál sería la voluntad y la imaginación del nuevo rey sobre las leyes públicas y el Estado. Pero, por supuesto, estoy utilizando esta noción de "interregnum" como una metáfora, no se trata de cambiar los reyes, los presidentes o los primeros ministros. Las viejas herramientas para la acción que nosotros tenemos ya no funcionan de manera apropiada. Las nuevas formas de actuar no han sido todavía inventadas o aplicadas correctamente. Por lo tanto, lo viejo no funciona y lo nuevo no ha sido establecido aún. Es un período de transición interino.
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Todo el mundo, hoy en día, utiliza el término "globalización". La globalización quiere decir que todos somos, ahora, dependientes el uno del otro. El desastre que sucede en un país afecta a todo el resto. Y debes tener en cuenta cómo repercutirá en otras naciones cualquier cosa que tú quieras hacer en tu propio país. Es decir, básicamente, el poder que influye en el presente, el poder que condiciona nuestra prosperidad, funciona en un nivel global. Pero las herramientas con las que podemos trabajar, con las que podemos controlar este poder, son aún locales, como lo eran originalmente. Incluso los países muy poderosos, grandes países, opulentos, como los Estados Unidos de América, Gran Bretaña, Francia, Brasil, China, India, no pueden avanzar por sí solos. Cualquier cosa que hagan está condicionada y sujeta a la situación de ser lugares muy lejanos. Y lo que estoy diciendo no está relacionado únicamente con el espacio y las distancias que debemos superar. La interdependencia va mucho más allá de las fronteras espaciales de un país. También me refiero a las fronteras del tiempo. Hoy ya estamos influyendo en las condiciones de vida de nuestros hijos, de nuestros nietos y de nuestros bisnietos. Inclusive, en las generaciones que aún no han nacido.
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...debemos preguntarnos si la tecnología es una de las causas principales de la incertidumbre a la que me estoy refiriendo ahora. Por una razón muy simple, el pensador de ética Hans Jonas lo expuso de esta manera: "La tecnología en las décadas recientes se ha desarrollado enormemente y de tal forma que hoy, nosotros, los humanos, nos encontramos por primera vez en nuestra historia con la capacidad de destruir nuestro propio mundo". Y somos capaces de actuar sobre enormes distancias.
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Vemos a todos nuestros vecinos, nuestra familia, nuestra tribu, vemos a nuestra nación, nuestro barrio, nuestra ciudad, y nuestra imaginación moral no trabaja más allá de esa frontera. Por lo tanto, allí hay una brecha. Una brecha entre nuestra capacidad para hacer cosas y la habilidad para planear las cosas y controlarlas. Lo repito, hay una brecha entre el poder y las políticas. El poder es la habilidad para hacer cosas. Y la política es la habilidad para decidir qué cosas debemos hacer. La política, como dije anteriormente, aún es muy local, está confinada, muchas veces, a una sola región, a una misma nación. Rara vez va más allá de eso. Después del Estado está el Lejano Oeste. Nos adentramos en una relación de poderes que son, yo diría, zonas libres de política. Las regiones internacionales, zonas libres de política. No tenemos ninguna herramienta para poder llevar adelante decisiones globales vinculantes. Y este es el gran problema.
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Yo creo, profundamente, que nuestros problemas actuales son globales y que no existen soluciones locales a los problemas globales. Las respuestas a los problemas globales sólo pueden ser globales. Y ese es uno de los aspectos del "interregnum". Pero existe otro aspecto y es el de la sustentabilidad del planeta Tierra. (…) Enfrentamos una verdadera evolución en nuestra forma de vivir, pero estamos condenados a perecer si fracasamos. Tenemos la opción de juntarnos, sentarnos alrededor de la mesa e intentar encontrar soluciones aceptables para todos. O dejarnos golpear por una catástrofe tras otra. Los precios están subiendo, el costo de la energía sube, y en consecuencia, los precios de la comida suben. Quizá tengamos disturbios ocasionados por la falta de alimentos. Estos eran muy comunes durante el siglo XIX pero pensábamos que los habíamos dejado atrás. Ahora están regresando.
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Yo creo que una lección importante, perturbadora, del Holocausto es que sucedió, ¿no es cierto? Y esto es verdad, sucedió. Como dijo otro gran filósofo alemán, GüntherAnders: "El hecho de que haya sucedido algo horrible no hace decrecer la posibilidad de su repetición; al contrario, la hace más probable". Hiroshima fue una catástrofe, algo tremendo. Cien mil personas asesinadas por una sola bomba. Pero Nagasaki, que casi nadie recuerda, fue una repetición. Hiroshima hizo a Nagasaki viable. No sólo posible, sino viable. Y lo mismo se aplica con el Holocausto. El Holocausto fue horrible, fue atroz, fue aterrador porque podría volver a sucedernos. Mis miedos, inclusive, van más allá de eso. Porque creo que la lección más aterradora del Holocausto es que formó parte la gente común: buenos padres, buenos vecinos, gente agradable, gente con la que te gustaría pasar tu tiempo, ir a los bares, tomar una cerveza. Ellos participaron en este asesinato en masa. La liviandad, la facilidad con que la gente común puede participar a la hora de hacer el mal. Y no es el único ejemplo, porque se ha repetido una y otra, y otra vez en nuestra memoria reciente. Tomemos el escándalo de Abu Ghraib, esta prisión americana en Irak, que sólo fue descubierta porque uno de los soldados robó las fotografías y las llevó a los canales de noticias. De otra forma, nunca nos hubiéramos enterado. Pero una chica normal, un muchacho común del centro de los Estados Unidos, gente muy común, gente muy agradable, amados por sus vecinos, ellos hicieron esas aberraciones cuando fueron puestos en una posición especial. Por lo tanto, nos enfrentamos a situaciones críticas que pueden volver a suceder, porque a medida que nos acercamos a los límites de la sustentabilidad y de la durabilidad de nuestro planeta y a medida que se presenten nuevas circunstancias no lucharemos más por distinciones, por prestigio, por los últimos artefactos electrónicos, por las entradas para la primera función de un nuevo ícono de la moda. Cuando dejemos de luchar por este tipo de cosas, y comencemos a luchar por un pedazo de pan o por un vaso de agua. Nuestras potencialidades son aterradoras. Qué sucederá entonces es muy difícil de predecir.
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La enseñanza más espeluznante, la más terrible, que nos deja el estudio del Holocausto es lo fácil que es para la gente común llevar a cabo cosas horrendas. Hasta en sociedades normales, que funcionan normalmente, los trabajadores ferroviarios, gente común, llevó a otras personas a las cámaras de gas. Todos los oficiales sanitarios que ponían el veneno a través de la chimenea eran personas comunes, con capacidades comunes. No tenían capacidades especiales. No eran asesinos confesos. Ellos estaban haciendo su trabajo. Eran, por supuesto, situaciones extraordinarias en tiempos de guerra, donde sucedían cosas que no sucederían en tiempos de paz, eso es cierto. Pero nosotros estamos moviéndonos hacia tiempos extraordinarios.
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...hasta ahora hemos sido testigos de la globalización negativa. La globalización de poderes que ignora las costumbres locales, los intereses locales, las leyes locales. Se especializan en ignorar las fronteras entre los países, y van donde encuentran la mayor ganancia o el mayor interés monetario. Descienden sobre un país, explotan sus tierras vírgenes, y una vez que han sido aprovechadas, se retiran y dejan a los locales para recolectar los residuos, la basura que dejaron atrás. Argentina ha experimentado este tipo de explotación de primera mano. Tuvieron un colapso hace diez años, ¿verdad? En primer lugar los capitales descendieron, y luego se fugaron y ustedes se quedaron para reconstruir las ruinas. Y esto se repite una y otra vez. Luego de Argentina, el mismo desastre sucedió en Rusia, hace poco tiempo vimos lo mismo en Irlanda y en Grecia, anteriormente en Islandia. Y así es como funciona. Y todo esto sucede porque los poderes locales, los gobiernos, son incapaces, son impotentes a la hora de controlar los poderes que se mueven libremente, de un lado al otro, en el espacio global. Eso está más allá de su control. Si el gobierno intenta ser fuerte y limitar los capitales golondrina, y prevenir las desigualdades, la creciente desigualdad que crece a proporciones inmensas, si ellos lo hacen, entonces los capitales simplemente empacan sus valijas y se van a otro lado, a un país que sea más "hospitalario". (…) Los trabajadores siguen atados a su tierra, como lo han estado siempre, ellos no pueden moverse con facilidad, no como lo hacen los capitales. (…) La globalización está compuesta por poderes que ignoran los intereses locales. Como los capitales, los criminales del tráfico de drogas, del tráfico de armas. Actualmente, todos estos poderes son globales, se encuentran más allá del control de los poderes locales. Y están todos de acuerdo en un mismo punto: ellos no quieren introducir leyes vinculantes que puedan restringir su libertad de movimiento. Mientras, las políticas permanecen circunscriptas a lo local.
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La cultura, hoy en día, no es más un sistema de normas que obliga a la gente, y del cual las personas no se pueden desviar. Dependiendo de qué grupo, de qué estrato de la sociedad provenga la persona, la cultura es una colección, ofertas. Ofertas tentadoras que pueden ser probadas y disfrutadas de la misma forma que el resto de las mercancías disponibles en el mercado de consumo. La cultura ya no actúa como una regulación normativa, sino a través de la publicidad, a través de la seducción.
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Hay alianzas ad hoc, los países se unen y rápidamente se aburren, se separan nuevamente, luego, en otra ocasión, forman otra alianza, pero no hay ningún equivalente del sistema judicial a la escala global. O de un código legal. Las instituciones que nuestros padres y sus padres desarrollaron, que transforman el interés privado en asuntos públicos, o en representación pública, no existen a nivel global.
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...yo soy optimista, y estoy teniendo en cuenta que tenemos los instrumentos disponibles para actuar. Le repito, el mayor problema, hoy en día, no es qué debemos hacer porque ya estamos de acuerdo en qué es lo que debemos hacer. El problema es: ¿quién es esa persona que lo hará? Y no veo a ninguna institución que sea capaz de sobrellevar esta tarea.
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El ateísmo no es más una moda, eso es muy importante, porque la cultura actúa a través de la pasión pero Dios ya no está más institucionalizado, es un Dios "a la carta". Hoy en día, cada uno de nosotros producimos, unimos las piezas de Dios con muchos tipos de elementos. Siguiendo la lógica de los desarrollos sociales actuales, se cree en Dios no para pretender que vaya a observar las leyes de la naturaleza, porque exista regularidad o un orden en el mundo. Todo lo contrario. Yo lo necesito para que haga milagros. Para que rompa las leyes, para que rompa la regularidad de la naturaleza. Para que me salve de la opresión, donde la naturaleza y la humanidad no pueden ayudarme, para salvarme a mí mismo. Entonces, la privatización de Dios siguió a la privatización del individuo, del ser humano dentro de la sociedad.
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...somos incapaces de predecir, no porque no poseamos los conocimientos suficientes, sino porque el mismo mundo es impredecible. Lo que llamamos "regularidad" es un producto secundario, o un efecto de muchas coincidencias, muchas contingencias, accidentes. Lamento mucho estar minando la idea de poder salvar al mundo a través de la planificación. Estoy muy seguro de que el mundo puede ser salvado, pero no porque nosotros planeemos las acciones del día, aquí en esta habitación.
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Cuando era joven todavía pensaba que había leyes de la historia de las cuales podíamos depender. Estaba muy convencido, lo admito. Y eso fue lo que originalmente me atrajo hacia Marx, Karl Marx. Porque tenía tanta certidumbre de que todo lo que sucedía, en este momento, era temporario, era pasajero. Que la historia estaba, de alguna forma, del lado de la justicia, o del lado de la igualdad, de la sabiduría. Bien, resultó ser diferente. Seguí sorprendido durante toda mi vida, pero dejé de sorprenderme al sorprenderme. Esa es mi respuesta.
“Voces que dejan huella”
Reportaje de Jorge Lanata al pensador polaco Zygmunt Bauman perteneciente al libro “26 Personas para salvar el mundo”
(la nación, 14.10.12)