Encerrados.
Encerrados como las ideas encerradas, como los sueños y las ilusiones rotas. Todo lo que no es libre está encerrado. Muchos de nosotros vivimos encerrados sin saberlo y no lo sabemos porque no reconocemos los límites, no hemos ido nunca más allá de nuestra rutina y no sabemos que a nuestro alrededor hay una gran verja que nos mantiene a raya, que nos quita la libertad y nos deja vacíos y sin alma.
Desde nuestro particular encierro todo se ve bonito, casi de color de rosa porque se han encargado de que sea así para que no protestemos demasiado, para que vivamos como anestesiados con las cuatro cosas que necesitamos, las necesidades básicas cubiertas y algún que otro caprichito que nos damos de vez en cuando, sin ser conscientes de que más allá de lo que vemos hay realidades diferentes que sobreviven ajenas a nosotros.
Es muy difícil de explicar. ¿Cómo se le explican los colores a los ciegos o la música a los sordos? Algo así es como yo me imagino este encierro al que estamos sometidos. Nadie nos lo puede explicar pero existe, está ahí y somos víctimas de ello.
La libertad es mucho más amplia de lo que nos creemos. Los que mandan nos tienen siempre al límite para que dependamos permanentemente de ellos. El encierro es más encierro cuanto más bajamos en la escala social. Los que tienen mucho deberían sentirse raros. Yo siempre he sido del montón del medio aunque ahora empiezo a ser del montón de abajo. Los del montón de arriba nos tienen a todos cogidos por los huevos y lo hacen sin inmutarse, pensando que es justo que ellos tengan más que los demás. Algo debe haber en su educación que les hace volverse completamente inmunes ante semejante injusticia. ¿No deberíamos tener todos lo mismo? Que se acaben las herencias, todo para todos, así es como debería ser. ¿Por qué hay algunos seres humanos que les hacen putadas a otros y los tienen encerrados?
No lo sé. Nadie lo sabe pero así es. Yo me quejo y lo grito desde mi encierro porque es lo único que puedo hacer. Quejarme y gritar.