Sir Ian McKellen comentaba este fin de semana que adaptar la saga X-Men y llevarla al cine era como dar vida a una serie de clásicos. No le faltaba razón. Sea por su dibujo, temática o club de fans, los mutantes de la Marvel han tenido siempre un aura de clásico a su alrededor, un misticismo que, al paso por la gran pantalla, no ha hecho más que aumentar. No obstante, algo pierde la saga cuando le sacas parte de su todo o, dicho de otro modo, cuando le sacas personajes. Una de las grandezas de los X-Men es su trabajo en equipo y las relaciones de amistad, confianza e incluso enemistad que se establecen entre ellos. No hay ninguna duda de que uno de los mejores personajes de la serie es Logan, alias Lobezno. Pero, ¿qué pasa cuando le quitas los compañeros al mejor jugador del equipo perfecto? Que la perfección se pierde. Es lo que ha sucedido con las dos películas en solitario que Marvel ha dedicado al personaje encarnado por Hugh Jackman. La segunda parte, Lobezno inmortal, que se estrena hoy en cines, es una entretenida película de acción, con un gran personaje, momentos cómicos y buenas dosis de adrenalina. Con todo, se queda lejos de entusiasmar. Para los que no hemos leído con anterioridad los cómics, se ha hace difícil ―casi imposible― discernir entre Lobezno y Hugh Jackman. ¿Quién fue antes? ¿Pueden existir por separado el uno del otro? El actor australiano ya nos ha demostrado que... (seguir leyendo)
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Lo mejor: Hugh Jackman y la escena que aparece justo al empezar los títulos de crédito.
Lo peor: la trama “romántica” y su uso como la casi única motivación del protagonista.
Nota: 7