Lobishomes y loberos.

Por Detectivesdelahistoria

Las leyendas en las que aparece un hombre- lobo o simplemente un lobo están muy extendidas en el folclore español. En este artículo se va mostrar alguna de los relatos que encarnan estos personajes símbolos de la naturaleza dual, la humana y la animal. Normalmente en sociedades agrícolas y ganaderas el lobo ha sido identificado con el mal y con la muerte. Por ello ha sido perseguido en toda Europa hasta el punto de que muchos lugares como en Inglaterra se ha extinguido. El lobo ha simbolizado también la pasión desenfrenada y la gula. Éste es el motivo por el cual muchos cuentos populares, como el de Caperucita roja, se muestre al lobo como el malo. Lo mismo se va a ver en las leyendas gallegas y astures.

  1. Lobishome, la licantropía en Galicia.

Los lobishome es el nombre que reciben los hombres- lobos en las tierras gallegas. Se narra en las viejas historias que hay varias causas por las que un hombre puede llevar consigo la maldición del lobo. Una de ellas era por haber sido maldecido por sus padres o haber violado la abstinencia en el tiempo de cuaresma.

Hay, por ejemplo, una leyenda que proviene de Doiras, en la zona de Lugo, que narra la historia de un Lobishome por la maldición de un padre a su hijo. Cuenta el relato que el hijo quería ir de romería a la fiesta de Pedrafita, pero el padre se quejaba y le recriminaba que se fuera de juerga cuando había que trabajar. Ya cansado el padre de discutir con su hijo le dijo: “¡Pues vete a la fiesta, y ojalá andes detrás de las lobas como andas detrás de las mozas!” A los pocos días el hijo desapareció sin que nadie supiera lo que le había ocurrido. En esas mismas fechas empezó a rondar por los alrededores del pueblo un lobo de gran tamaño, que atacaba el ganado y no temía al hombre.

El padre recordó la maldición que le había echado a su hijo en medio de la discusión y se fue a ver una mujeruca vieja, que era meiga. La mujer le contó que, a pesar de la maldición, su hijo podía aún recuperar el aspecto humano. Para ello debía hacerle una herida sin que le causará excesivo daño. De esta forma el padre salió al bosque la noche siguiente armado con su cuchillo y llevando consigo un cordero, al que ató al pie de un tojal. Al poco tiempo el lobo se acercó y atacó al animal. El padre salió del escondite, donde se había ocultado, e hirió al lobo con la punta del cuchillo en el lomo. El canino se volvió gruñendo, pero el padre le abrazó llamandolo por su nombre. Entonces el pellejo del lobo empezó a abrirse por la herida infligida hasta que el hijo se desprendió de ella como si se tratara de un abrigo.

Otras leyendas narran que la maldición se debe a haber roto el ayudo de cuaresma o haber comido carne en el Viernes santo. Sin embargo, hay otra causa de la licantropía, que está muy extendida por las tierras del norte de España. Dicen los cuentos que el séptimo hijo de una familia de todo varones puede ser un lobishome o un saludador. En el caso de que sea un familia de todo mujeres la séptima hija sería una bruxa.

Según la leyenda al llegar la noche el lobishome sale al campo, donde se desnuda debajo de un roble y se convierte en lobo. Debe correr por siete aldeas (una por cada hermano) con este aspecto para romper la maldición. En cada pueblo se desprende de una de las siete pieles aullando amargamente. Otra forma de librase de la marca del lobo es que el niño sea bautizado con el nombre de Antonio o de Benito y apadrinado por uno de sus hermanos mayores. Esta costumbre fue exportada a América del sur por lo portugueses y españoles.

Los saludadores son, al contrario que los hombres- lobo, personas que pueden curar a otras, sobre todo de la rabia. Esta gente tenía, incluso antes de nacer, poderes sobrenaturales. Se les reconocía porque nacían también siendo el séptimo hijo de todos varones, pero con una marca en el paladar o debajo de la lengua de una cruz o una rueda. Una leyenda gallega cuenta que a un hombre que iba de camino le mordió un mastín rabioso. Pasados tres o cuatro días se le acercó en una iglesia un labrador que le dijo que era saludador y que le iba a curar. Le llevó a su casa y en presencia de sus vecinos le golpeó por tres veces en la nariz hasta hacerle sangrar. En las gotas de sangre, que se recogieron en un plato se vio un gusano vivo bullendo, que era el portador del mal.

  1. Los loberos o encantadores de lobos.

Otra leyenda muy extendida por las tierras de Hispania es la de los loberos o loberas. Estas personas no tienen la capacidad de transformarse, sino que son considerados brujos capaces de controlar a los animales salvajes. Sería semejantes a los personajes de los warg de los populares libros de Juego de Tronos y que el escritor ha sacado del folclore.

 En algunos casos eran gente que perseguían a los lobos adultos y los mataban para hacerse con sus crías, a las que exhibían en las fieras de los pueblos. En otras ocasiones eran brujos o meigas que conocían el arte para mantener a estos animales bajo su control. Estos últimos eran sospechosos de haber hecho un pacto con el diablo.

Entre las historias de loberos se cuenta la de Ana María García, que llegó a ser juzgada por la Inquisición. Ana María García nació en Posada de Llanes en Asturias en 1623. La comunidad donde vivió estaba en medio de frondosos bosques y algo aislada de las ciudades y del contacto exterior. Sus padres se ganaban la vida gracias a la agricultura y a la ganadería, lo que no les proporcionaba mucho dinero. Ana María era la menor de sus hermanos. Al morir sus padres pasó de unos parientes a otros sin que nadie quisiera hacerse cargo de ella. Al cumplirlos catorce un primo suyo la dejó embarazada.

Si se tratara de un caso hoy día lo que se diría es que la niña sufrió el desamparo y el maltrato de sus familiares. Como fuera Ana María se acostumbró a andar ella sola por los bosques cuidando el ganado de la familia. La niña se encontraba más a gusto en esos paramos salvajes, donde conocía todos los caminos y las plantas. Se cree que fue allí donde se puso en contacto con los lobos. Según la historia la seguían siempre siete lobos de distintos colores que la obedecían en todo.

Al haber tenido un hijo siendo soltera la marginación fue aún mayor. Esto la llevó a trabar amistad con Catalina González, una vieja bruja. Se supone que fue Catalina quien le enseño las artes brujeriles, el trato con el demonio y con los lobos. Según se relata en el proceso había que invocar a los lobos trazando un círculo en el suelo dando luego dos vueltas a su alrededor y pasando a continuación dentro, donde se lanzaba el conjuro y se silbaba. Tras este hechizo aparecían los siete lobos- demonios dispuestos a servirles.

Al morir Catalina, la joven se quedó sin nadie, ya que sus familiares se habían desentendido de ella. Dejó a su hijo al cuidado de su padre y abandonó la comarca en compañía de sus lobos. Vivía en el campo y en los bosques, aunque de vez en cuando se acercaba a un poblado a pedir comida o albergue. Si la ayuda le era negada mandaba a sus sietes lobos contra esa población, que atacaban al ganado.

En esta época entabló la Lobera amistad con dos pastores que se dedicaban a la trashumancia por Asturias y León. Se quedó con ellos tres años teniendo relación con ambos. Fue un tiempo bueno para ella, ya que tuvo con esos dos pastores lo más parecido a una familia que había conocido. La joven era guapa y sus fieles animales le daban un toque de misterio. En esos tres años los lobos le ayudaron y protegieron. Sin embargo, no fue denunciada ni tuvo ningún contratiempo hasta que, dejando a los pastores, se dirigió hacia La Mancha.

Llegó hasta Toledo donde se unió con otro pastor que regentaba las tierras de don Gabriel Nuño de Guzmán, un terrateniente de la zona. Ana María llamó la atención de doña María de Cerro, esposa del propietario. Se rumoreaba que, aparte de su vida libidinosa, realizaba cultos paganos como demostraban sus siete lobos. Doña María de Cerro la interrogó. Ante esto la Lobera decidió huir de nuevo hacia Asturias, pero fue detenida por la Inquisición.

A finales de mayo de 1648 se abrió el proceso contra Ana María García. La condena fue suave si se la compara con otros juicios acaecidos en Europa. Se la obligó a permanecer cuatro meses recluida en una casa para que recibiera la educación religiosa adecuada. Se creyó que había su aislamiento e ignorancia lo que le había llevado a convertirse en bruja y lobera. Se trató más como una persona loca que como una bruja. De todas formas el encierro debió de ser dudo para la Lobera, ya que había pasado toda su vida caminando por los bosques en total libertad.

La joven mantuvo una aptitud humilde y asustada ante el Tribunal, lo que la libro de sufrir tortura y una condena más estricta. Después de cumplir la pena encierro sin queja por su parte, se cree que regreso a sus bosques de Asturias. Los últimos datos de su vida son escasos, pero lo más posible es que prefiriera poner tierra de por medio y volver a lugares más familiares.

Estos son algunos de los mitos e historias respectos a Lobishomes y Loberos en España. Y, aunque el lobo solía ser considerado en toda Europa como un mal, también ha tenido un halo de misterio. Su simbolismo es ambiguo, vinculado, por un lado, a la muerte y a la valentía del guerrero desde la mitología celta y, por otro, a la sexualidad y a la libertad. Lo que deja ninguna duda es que se ha convertido en un arquetipo del inconsciente colectivo de los pueblos europeos, representación, quizás, de un lado oscuro, salvaje del hombre.

Bibliografía:

Álvarez Peña, Alberto, (2003), Mitología Asturiana, Gijón, ed. Picu Urriellu.

Ávila Granados, Jesús, (2007), La mitología celta, Madrid, ed. Martínez Roca.

González Reboredo, Xosé M, (2004), Leyendas Gallegas, Vigo, ed, Galaxia.

Marcos Arévalo, Javier, Roles, funciones y significados de los animales en los rituales festivos. El toro de San Marcos, p. 235- 254.

Muñoz Heras, Manuel, (2008) Licantropia. Realidad y leyenda del hombre lobo, Madrid, ed. El garaje.