Ya decía el excelso Alejandro Sawa (Max Estrella para los amigos) eso de que "la horrible clase media" española era la extracción social más antipática de todas. Ha pasado más de un siglo y las palabras del poeta bohemio siguen resonando como tañe una campana en la hora de la misa. Para quien quiera oírla, porque hay mucha sordera congénita. Pero no son las únicas palabras que resuenan con fuerza, después de un siglo de tanta y tanta experiencia que lo único que nos ha enseñado es que de ella nunca se aprende, en un día de resaca electoral como el de hoy. No nos apresuremos a criticar colectivamente a nuestros vecinos galos por haber dado una victoria aplastante a la ultraderecha más rancia y bigotuda en el país de La Marsellesa, que aquí ya obtuvo mayoría absoluta (dos veces) y campa hoy a sus anchas, volviendo a ser el partido más votado. A este respecto recuerdo siempre algunos pasajes de ese visionario solitario y amargo que fue Hermann Hesse.
A través de una de sus novelas más clarividentes, El lobo estepario, Hesse reflexiona sobre la mentalidad y la taimada actitud de esa clase media que constituye la base de cualquier sociedad (votante) y que, hoy, aquí y ahora, ha sido debilitada y ha mermado gracias a sus mismas cualidades:“Pero el burgués no estima a nada tanto como al yo(claro que un yo desarrollado solo rudimentariamente) A costa de la intensidad alcanza seguridad y conservación; en vez de posesión de dios, no cosecha sino tranquilidad de conciencia; en lugar de placer, bienestar; en vez de libertad, comodidad; en vez de fuego abrasador, una temperatura agradable. El burgués es consiguientemente por naturaleza una criatura de débil impulso vital, miedoso, temiendo la entrega de sí mismo, fácil de gobernar. Por eso ha sustituido el poder por el régimen de mayorías, la fuerza por la ley, la responsabilidad por el sistema de votación”
De estas palabras se desprende una tremenda crisis espiritual, que es la crisis espiritual de una sociedad de la que han partido todas las demás crisis habidas y por haber y que conforma la más importante y esencial de todas las crisis: la del individuo y la de su figura en el grupo. Se trata de una crisis que ya tiene largo recorrido y que ha desembocado de manera lógica en toda esta serie de desastres que desembocarán, a su vez, en algo que, esta vez sí, será un estruendo que a nadie le pase desapercibido. Por si les parece poco lo que acontece. Recuerden año de creación y publicación de la obra, década de los 20. El escritor alemán sigue reflexionando sobre el individuo base de la sociedad por medio de la voz de Harry Haller: “Es evidente que este ser débil y asustadizo, aun existiendo en cantidad tan considerable, no puede sostenerse, que por razón de sus cualidades no podría representar en el mundo otro papel que el de rebaño de corderos entre lobos errantes. Sin embargo, vemos que aunque en tiempos de gobiernos de naturaleza muy vigorosa el ciudadano burgués es inmediatamente aplastado contra la pared, no perece nunca, y a veces hasta se nos antoja que domina en el mundo. ¿Cómo es esto posible? Ni el gran número de sus rebaños, ni la virtud, ni el common sense, ni la organización serían lo bastante fuertes para salvarlo de la derrota. No hay medicina en el mundo que pueda sostener a quien tiene la intensidad vital tan debilitada desde el principio”Pero como los tiempos han cambiado y deberíamos atender a poderosas razones históricas, es quizá el momento en que “este ser del rebaño” que nunca perece, va viendo como al menos ha entrado en una fase de metástasis que lo está devorando y aniquilando, literalmente, sin una capacidad de reacción realmente sanadora. La conclusión de Hesse podría ser alentadora si no fuera porque en la actualidad existen pocos lobos estepariosque no hayan vendido su piel al cazador cambiando sus colmillos por el aceite de la colectividad mal entendida:
“Y sin embargo la burguesía vive, es poderosa y próspera. ¿Por qué? La respuesta es la siguiente: por los lobos esteparios. En efecto, la fuerza vital de la burguesía no descansa en modo alguno sobre las cualidades de sus miembros normales, sino sobre las de los extraordinariamente numerosos “outsiders”, que puede contener aquella gracias a lo desdibujado y la elasticidad de sus ideas. Viven siempre dentro de la burguesía una gran cantidad de temperamentos vigorosos y fieros” Son, sin embargo, estos temperamentos, individuos de un yo lejos de lo rudimentario que actúan (actuaban) desde dentro de las clases medias, un elemento a la par insólito y desacostumbrado en la actualidad. Con los mismos mecanismos han sido convertidos en apartados de la sociedad, en verdaderos “outsider” de los que el resto del grupo se ha ido encargando de renegar (y también aniquilar) debido a su voz incómoda, y que por mera cuestión de supervivencia decidieron, o bien colgar sus colmillos a la comodidad somnífera del alma, o bien mantenerse en la linde de lo oculto pasando a ser espectadores de una tragedia anunciada con su alma singularmente trastornada. De esta manera el lobo estepario, con su vitalidad y vigoroso espíritu, elemento esencial para unas clases medias poderosas según Hesse, y aplastado por la hostilidad de las mismas, ha decidido firmar ese sentimiento mutuo de rechazo entre ambos, por lo que ha sido la misma sociedad con su actitud cainita la que quizá se haya sentenciado a sí misma. Y ¿los lobos esteparios?, pues primero lean a Hesse, que es muy necesario, y luego observen y fíjense, porque, aunque no existan muchos, viven entre nosotros, y son los suficientes. © David de Dorian, 2014(Ilustración: Shout)