Locke, estado natural y primitivismo

Por Josep Pradas
En el capítulo 8 del Segundo tratado del gobierno civil, Locke afronta la cuestión de la existencia del pacto ante una posible objeción a su teoría. Responde que no hay indicios históricos del primer pacto porque éste se llevó a cabo antes del establecimiento de las leyes escritas, bajo formas muy sencillas de organización política, de carácter paternalista. Lo que le lleva a una comparación con los pueblos primitivos que la exploración América ha dado a conocer a los europeos. Para Locke, América es un lugar primitivo en relación con Asia y Europa (cosa que presupone una linealidad en la historia). Allá no hay moneda, ni problemas. Los monarcas indios sólo son generales en tiempos de guerra, mientras que en la paz su soberanía queda limitada por consejos o asambleas, tal y como ocurría en el antiguo Israel.
La complejidad de las sociedades ha acabado con la edad de oro de las sociedades primitivas, que aún podía vivir en un estado muy cercano al natural, tan sólo cediendo una parte del poder a gobernantes sabios y buenos militares, de quienes se fiaban. Aquellos monarcas paternalistas se convirtieron en autoritarios cuando aparecieron nuevos intereses derivados de la complejidad de las sociedades históricas, intereses que separaron a los gobernantes del pueblo. Los hombres que habían consentido un primer pacto nunca pensaron que aquellos a quienes confiaron su libertad se convertirían en reyes de jure divino, ya que nunca llegaron a pensar que el poder paternal inicial se transformaría en dominación.