Locura en San Mamés: Una temporada digna de elogio

Publicado el 31 mayo 2012 por Marianofusco

Protagonismo antes que especulación, presencia en campo rival y no en el propio, posesión del balón antes que recuperación y el uso del reglamento como un recurso para mejorar el juego, no como un apartado para intentar obtener ventaja”.

Palabras de Marcelo Bielsa en su primera conferencia de prensa.

La temporada 2011/12 acabó tras más de diez meses de competencia y con ella llegó a su fin la primera etapa como entrenador del Athletic Bilbao de Marcelo Bielsa, quien asumió en julio del año pasado y progresivamente inició una revolución que fue haciéndose cada vez más notoria y despertó la atención de gran parte del mundo del fútbol.

Trabajando a consciencia e implantando de forma paulatina sus ideas Bielsa transformó completamente al Atheltic, que con él al mando dejó a un lado ese fútbol plano, especulativo y lleno de reparos que solía practicar y se transformó en un equipo protagonista, agresivo y encantador, que aunque finalizó la campaña sin poder alzar un título dejó en el recuerdo actuaciones formidables y enamoró a los espectadores por la forma en la que siempre intentó desarrollar su juego.

Iniciando un repaso vale mencionar que la competición en la que el conjunto presentó menos estabilidad fue en la Liga, en la que si bien tuvo momentos buenos vivió de vaivenes que no le permitieron adquirir regularidad y lo hicieron finalizar su recorrido en el décimo lugar (49 puntos), con un balance de 12 victorias, 13 empates y 13 derrotas.

Claras muestras de lo indicado se dieron a lo largo de todo el certamen, el cual el cuadro vasco comenzó su trayectoria igualando ante el Rayo Vallecano y perdiendo frente al Espanyol y siendo incapaz de sumar de a tres hasta el derby de la sexta jornada ante la Real Sociedad, a la que venció 2-1 en Anoeta con dos tantos de Fernando Llorente.

Dicha victoria fue seguida de otra ante el Osasuna, tras la que el equipo continuó sin poder asentarse hasta que llegó el encuentro del 6 de noviembre frente al Barcelona, al que enfrentó bajo una intensa lluvia en San Mamés y contra el que igualó 2-2 tras noventa minutos de gran fútbol.

Posteriormente y hasta el cierre del año se sucedieron dos triunfos, una derrota y dos empates, que ya iniciado el 2012 fueron seguidos de una inconsistencia que fue haciéndose cada vez más grande y que incluyó una derrota justa pero exagerada en cuanto a números frente al Real Madrid.

Luego llegaron tres victorias, dos empates y una caída, tras las que el equipo sufrió su peor racha al sumar, de forma consecutiva, derrotas ante Osasuna, Valencia y Atlético Madrid, a las que luego se sumó una ante el Barcelona en el Camp Nou correspondiente a la trigésima jornada.

Ya en el cierre el Athletic alimentó sus ilusiones de clasificarse a la Uefa Champions League con victorias ante el Mallorca y el Racing de Santander pero finalmente se quedó sin opciones luego de caer ante el Zaragoza en el marco de un encuentro con el que se inició un cierre de torneo absolutamente deficiente.


Distinto fue el camino que el equipo trazó en la Uefa Europa League y en la Copa del Rey, torneos en los que exhibiéndose sumamente competitivo completó actuaciones espectaculares tanto de local como de visitante y fue superando etapas con muchísima autoridad hasta alcanzar la siempre tan anhelada final.

En la Uefa Europa League el Athletic superó en la cuarta ronda previa al Trabzonspor (sin jugar el segundo encuentro debido al escándalo que protagonizó el Fenerbahce) y posteriormente formó parte del grupo F, el cual acabó liderando con comodidad por encima del París Saint Germain, el Salzburgo y el Slovan Bratislava.  

Luego llegaron las instancias decisivas y el cuadro vasco fue solventándolas de forma extraordinaria, eliminando en dieciseisavos de final al Lokomotiv de Moscú, en octavos al Manchester United, al que en Old Trafford vapuleó dando una exhibición extraordinaria, en cuartos al Schalke 04 y en semifinales al Sporting Lisboa, al que en la vuelta venció con angustia.

Semejente recorrido despertó un gran entusiasmo e hizo que el Athletic llegara como gran candidato a la final de Bucarest, en la que sin embargo todo salió al revés y contra todo pronóstico terminó imponiéndose el pragmático Atlético de Madrid dirigido por Diego Simeone y perfectamente comandado por Radamel Falcao.

En la Copa del Rey, en tanto, el equipo llegó al encuentro decisivo dejando en el camino en dieciseisavos al Real Oviedo, en octavos al Albacete, en cuartos al Mallorca y en semifinales al sorprendente Mirandés ganando siete de sus ocho encuentros (solo igualó en la ida ante el Albacete).

Sin embargo todo volvió a cambiar en la gran final, en la que el once bilbaíno lució animado e intentó imponer su estilo pero fue superado de forma muy clara por el Barcelona, que dejando para el recuerdo 25 minutos de ensueño despidió a Pep Guardiola levantando merecidamente el trofeo.

Los momentos de mi vida en los que yo he crecido tienen que ver con los fracasos; los momentos de mi vida en los que yo he empeorado, tienen que ver con el éxito. El éxito es deformante, relaja, engaña, nos vuelve peor, nos ayuda a enamorarnos excesivamente de nosotros mismos; el fracaso es todo lo contrario, es formativo, nos vuelve sólidos, nos acerca a las convicciones, nos vuelve coherentes”.

Cuando ganás, el mensaje de admiración es tan confuso y te estimula tanto el amor hacia uno mismo que deforma. Y cuando perdés sucede todo lo contrario, hay una tendencia morbosa a desprestigiarte, a ofenderte, sólo porque perdiste. En cualquier tarea se puede ganar o perder, lo importante es la nobleza de los recursos utilizados, eso sí es lo importante; lo importante es el tránsito, la dignidad con que recorrí el camino en la búsqueda del objetivo. Lo otro es cuento para vendernos una realidad que no es tal.”

Algunos dirán que Bielsa, por el simple hecho de no haber logrado que el Athletic Bilbao gane las dos o una de las dos finales que disputó, fracasó. Pero lo único cierto es que el camino trazado por el equipo en esta temporada ha vuelto a demostrar que no siempre hace falta conquistar un título para sumar prestigio y ser receptor de elogios.