La actual es del año 1500 y en su explicativa portada podemos vislumbrar a Santiago Matamoros en la batalla de Clavijo contra los musulmanes en el año 844. En su interior hay un bonito retablo dorado. Una parada singular para hacer fotos curiosas está entre la Plaza de Santiago con San Pablo. El suelo se convierte en enorme tablero del juego de la oca.
Otra foto fabulosa surge sola entre la calle Laurel y San Juan con la catedral al fondo; colándose por las rendijas del paisaje urbano.
Volviendo a la grandeza de los templos eternos está la concatedral Santa María de la redonda, así llamada porque en este enclave había antes un templo romano circular.
Destaca un pórtico barroco abigarrado de decoración y unas torres gemelas de color arenoso. El interior se abre como unas grandes fauces de fisonomía gótica, con retablos barrocos y una bóveda colorista que sólo rozan con sus sueños unas robustas columnas.
Me alejo ya con la mirada anclada en el puente de Sagasta cruzando el río Ebro. Este colosal armazón de hierro tenía planes de residencia en Andalucía, descansando sobre el río Guadalquivir. Quiso el destino que su ubicación ulterior lo dejase amarrado al tiempo e intemperie de Logroño.
Para quienes nos gusta perdernos entre salas explicativas y memorias históricas, culturales o artísticas apresadas tras las cristalinas mamparas de los museos, el de La Rioja es de lo más interesante. Además, la palabra mágica que concita siempre afluencia de público: es gratuito. A través de una magnífica escalera de nogal del siglo XVIII recorremos tres plantas cronológicas que nos asoman a las épocas de la ciudad.
Diáfano y espacioso, es agradable comprobar que aquí no hay batallones de visitantes atorando pasillos y salas. Me atrae especialmente la segunda planta, dedicada al añejo medievo: pinturas fantásticas, esculturas, retablos, tablas flamencas...
En la tercera planta me quedo embobado con el sublime cuadro “Soberbia” del pintor Baldomero Gili Roig, un acercamiento fidedigno del estilo que hizo grande e irrepetible a Renoir.