No entienden que hicieron mal en su trabajo. Se sienten confundidos, atrapados, desesperados; la única falta que han cometido es que se han vuelto tecnológicamente arcaicos. Acostumbrados desde su origen a vivir en una situación de esclavitud, casi no tienen iniciativas libertadoras. Incapaces de romper las reglas de la explotación empresarial, necesitan al guía, al pastor, al mesías que les ayude a revelarse y escapar. El ingeniero asignado para enseñarles los procedimientos de control de calidad en la construcción de estructuras espaciales, se encuentra en la disyuntiva de seguir con su trabajo en la compañía acatando las leyes que él juró y colaboró en promulgar, o enseñarles a ser libres saltándose la legalidad. Contra todo pronóstico de lo que iba a ser su misión y las buenas expectativas para prosperar en su carrera, se enfrenta a un dilema moral: lealtad a su empleador o lealtad a su ética. Se impone el acto heroico sobre las ambiciones humanas.
¿Qué decidir, vivir en la resignación o luchar contra ella? Vale la pena arriesgar, lanzarse al vacío, huir para siempre; no retroceder, no mirar atrás. Sed fuertes. Preparad las mentes, porque “la suerte favorece a las mentes preparadas”. No temer a los problemas, los problemas son el inicio de un nuevo futuro. Tendréis que seguir trabajando, pero será para vosotros y para vuestros hijos, la próxima vez no habrá nadie que os diga lo que tenéis que hacer. Seréis los únicos responsables de vuestras vidas.