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En 1905, el escritor alemán Heinrich Mann, hermano de Thomas (el autor de La montaña mágica ) publicó El profesor Unrath , donde cuenta la historia de un rígido y maduro docente hechizado por una joven cantante de cabaret, Rosa Fröhlich, con la que se casa, que lo convierte en una mezcla de bufón y eunuco.
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En 1929, en el período final de la República de Weimar, llegó a Berlín Joseph von Sternberg, "Jo", un director de cine que había nacido en Viena, pero que se había criado en los Estados Unidos. Sus primeras películas en Hollywood habían sido muy apreciadas por los colegas. "Jo" era de familia judía y el "von" se lo habían agregado los estudios a la hora de poner los créditos a uno de sus films.
Von Sternberg pensó en filmar El ángel azul , film sonoro, en inglés y en alemán, y distribuir la producción en Alemania y en Estados Unidos. Tenía al protagonista masculino ideal, el suizo-alemán Emil Jannings, al que ya había dirigido en La última orden en Hollywood. Con esa película, Jannings había sido el primer actor extranjero en ganar un Oscar. Von Sternberg quería una actriz alemana para interpretar a Lola-Lola y empezó a hacer pruebas a todo tipo de intérpretes. Alguien le sugirió que fuera a ver la revista teatral Dos corbatas , donde aparecían muchachas hermosas, entre ellas Dietrich. Cuando le dijeron a Marlene que Von Sternberg asistiría al espectáculo, se burló. En primer lugar, le parecía ridículo que un judío camuflara su origen racial y el hecho de ser plebeyo con un von ; además, ella no se imaginaba representando a una prostituta grosera. Por supuesto, Von Sternberg reparó en Marlene y ella, que sabía cambiar de opinión cuando le convenía, aceptó hacer una prueba. Primero, mantuvo una gran discusión con su esposo, Rudolf Sieberg, que era sobre todo su amigo íntimo (ningún amante de ella ni de él logró quebrar jamás ese vínculo). Marlene quería ir a la prueba vestida con ropa prostibularia. Según ella, la habían elegido por su "trasero jugoso" y, por lo tanto, había que subrayar ese atributo. Rudolf, en cambio, le aconsejaba que llevara un tailleur . Marlene le hizo caso. Apareció frente a Von Sternberg con su mejor traje y guantes blancos de cabritilla. La vistieron con un conjunto de cabaretera. "Horrible", según Dietrich. Antes de empezar la prueba, Marlene le adelantó a Von Sternberg que no era fotogénica y que su nariz respingada se parecía a la cola de un pato. Von Sternberg supo de inmediato que había hallado a la intérprete justa.
Marlene invitó a Von Sternberg a su casa y, desde entonces, él pasó a ser su adorado "Jo". Dietrich le encargó a Rudolf una misión: debía convencer a Jo de que le dejara entera libertad a su nueva estrella para crear la imagen de Lola-Lola. "Jo" accedió. Al día siguiente, la casa de Marlene se convirtió en una especie de mercado de pulgas. Desparramadas por los cuartos, había faldas de terciopelo, seda, chiffon , lino, túnicas bordadas de lentejuelas... Una de las debilidades de Dietrich era comprar ropa usada y accesorios para posibles papeles. Pero los objetos que la rodeaban no terminaban de componer el personaje de Lola-Lola. De pronto, tuvo una inspiración. "Vamos a ver a las putas", le dijo a Rudolf. Mientras recorrían las calles y observaban a las putas, se acordó de un travesti muy inventivo. Lo encontraron. El travesti, en esa ocasión, se exhibía en liguero con un sombrero de copa blanco y medias de seda negras. Marlene lo miró con admiración y exclamó: "¡Quiero su calzón!". Lo tuvo. Había descubierto que la mujer deseada por un hombre, esa mujer arquetípica que la mayoría de las mujeres, ciertos homosexuales y todos los travestis anhelan ser era una apariencia. Y en el reino de las apariencias, la verdadera reina, la poseedora de todos los secretos, porque precisamente no había nacido mujer, era lo que hoy llamamos una drag-queen .
Cuando Von Sternberg vio a su actriz arreglada como el travesti, según las palabras de Dietrich, la miró con "esa especie de ojos barrocos" y le dijo: "Marlenchen, es extraordinario. Simplemente extraordinario". Había nacido la imagen de Lola-Lola, uno de los íconos del siglo XX...
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Von Sternberg le exigió a Marlene que, como la cabaretera, hablara con la entonación vulgar de una prostituta y en argot . Ella no lo hacía bien, pero no porque no conociera el argot ni ese tipo de entonación, sino porque no quería mostrar delante del equipo y, sobre todo, delante de "Jo", cuánto había frecuentado los bajos fondos, por los que siempre se sintió atraída.
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“La ardua tarea de ser mujer”
HUGO BECCACECE
(la nación, 29/01/11)