La visita que nos propone José Antonio Sau en esta novela (titulada Lola Oporto y publicada por Ediciones del Genal) no puede ser más seductora: nos pide que nos paseemos por Málaga y que acompañemos a su protagonista por calles, despachos y cafeterías, para contemplar cómo va estrechando el cerco alrededor del misterioso asesino que ha ejecutado a dos personas aparentemente no conectadas entre sí y que, en su opinión, planea otro crimen.Dentro de ese marco, el autor de la obra bifurca su narración en tres ramales, que se van uniendo y separando habilidosamente: en primer lugar, la prehistoria de la propia Lola (hija de policía, y policía ella misma hasta que un escándalo la salpicó injustamente y solicitó la baja, convirtiéndose desde entonces en investigadora privada); en segundo, lo que va descubriendo del desquiciado homicida (que arrastra una historia de triunfos y fracasos que ha terminado por erosionar su juicio); y en tercero, el devenir de éste, desde su juventud hasta la actualidad. De ese modo, saltando de una ruta a otra, el lector siente y aplaude el dinamismo de un relato fresco y cambiante, donde la multitud de detalles que va conociendo de los tres grandes personajes que encierra (la propia Lola, Emilio Lupiáñez y Jacinto Villa de Losa) le permite construir en su mente imágenes nítidas de todos ellos, casi como si de criaturas vivas se tratara.José Antonio Sau, que ya nos había hablado de pelotazos urbanísticos, de grandes fortunas amasadas en épocas turbias, de tiburones financieros y de víctimas de una estafa histórica, retoma esos mimbres para añadirlos a una historia de éxitos, ambiciones, mezquindad, soberbia, puñaladas a traición, adulterios y venganzas, que está mereciendo aplausos cada vez más unánimes. Creo que el personaje de Lola Oporto ha venido para quedarse en el mundo de la novela negra española. Y yo estaré pendiente de esa posible segunda entrega. No se merece menos.
La visita que nos propone José Antonio Sau en esta novela (titulada Lola Oporto y publicada por Ediciones del Genal) no puede ser más seductora: nos pide que nos paseemos por Málaga y que acompañemos a su protagonista por calles, despachos y cafeterías, para contemplar cómo va estrechando el cerco alrededor del misterioso asesino que ha ejecutado a dos personas aparentemente no conectadas entre sí y que, en su opinión, planea otro crimen.Dentro de ese marco, el autor de la obra bifurca su narración en tres ramales, que se van uniendo y separando habilidosamente: en primer lugar, la prehistoria de la propia Lola (hija de policía, y policía ella misma hasta que un escándalo la salpicó injustamente y solicitó la baja, convirtiéndose desde entonces en investigadora privada); en segundo, lo que va descubriendo del desquiciado homicida (que arrastra una historia de triunfos y fracasos que ha terminado por erosionar su juicio); y en tercero, el devenir de éste, desde su juventud hasta la actualidad. De ese modo, saltando de una ruta a otra, el lector siente y aplaude el dinamismo de un relato fresco y cambiante, donde la multitud de detalles que va conociendo de los tres grandes personajes que encierra (la propia Lola, Emilio Lupiáñez y Jacinto Villa de Losa) le permite construir en su mente imágenes nítidas de todos ellos, casi como si de criaturas vivas se tratara.José Antonio Sau, que ya nos había hablado de pelotazos urbanísticos, de grandes fortunas amasadas en épocas turbias, de tiburones financieros y de víctimas de una estafa histórica, retoma esos mimbres para añadirlos a una historia de éxitos, ambiciones, mezquindad, soberbia, puñaladas a traición, adulterios y venganzas, que está mereciendo aplausos cada vez más unánimes. Creo que el personaje de Lola Oporto ha venido para quedarse en el mundo de la novela negra española. Y yo estaré pendiente de esa posible segunda entrega. No se merece menos.