En comparación, las algaradas de Londres, #londoriots, y los fenómenos relacionados con el #15m, donde la violencia y la represión ha sido anecdóticas, vemos no tanto dos formas de llevar a cabo una queja sino una escalación de como podrían darse esas quejas.El intento, logrado, de convertir el #15m en un movimiento apartidario, activista, disidente, ilusionado, político y esperanzado choca con la queja nihilista y destructora en Inglaterra. Puede ser que los motivos en el inicio: falta de futuro, problemas de desempleo, crisis, puedan ser comunes en parte pero los medios empleados, la ira, el estrago, hacen que todos dudemos de que sean los principales y no el de saquear y violentar la convivencia sin más horizonte.Por eso #15m tiene tanto valor, por su valor positivo y constructivo, a pesar de que algunos han intentado, interesadamente, convertir en un movimiento violento o antisistema. Puede existir la queja contra el sistema sin querer la destrucción de éste. Esa diferencia es sustancial. En este sentido, y no hay muchas veces en que en quejas es así, vemos como los ciudadanos españoles, en su conjunto, hemos mostrado una madera democrática, quizás por ser más jóven que la británica, más cuidada, como una rosa recién florecida. También hay que añadir que los fenómenos de tipo étnico no han sido un detonante más en las quejas madrileñas a diferencia de las británicas.Si #15m es capaz de metamorfosearse en movimiento político sin caer en ningún caso en la violencia y el abuso, salvo casos contados y muy incitados por las fuerzas de seguridad y altavoceados por ciertos medios interesados, será una forma de que la queja no se convierta en algo destructivo sino constructivo, que no alimente la represión ni a los más radicales de cada bando.Sin embargo no olvidemos que una escalación represora, podría dar lugar a esa violencia por todos desdeñada. Se ha de intentar buscar el lugar para encontrar el consenso y una sociedad que no excluya a nadie. El resto: agresividad, amenazas, policía, muertos, ira, enfrentamientos con base racial, solo lleva a consagrar esa violencia en las calles e incluso trascenderla en forma de terrorismo. Metamos todas las revoluciones árabes en esta dinámica de queja y veremos como algunas de ellas, Libia, ha degenerado en guerra abierta y otra, Siria, en una represión sangrienta contra la población. Otras sin embargo han logrado el cambio, a veces caída, del régimen, sin una sangría en las calles que pueden haberse quedado cortas pero en cualquier caso ha sido un paso hacia una democracia mayor.Por poner un ejemplo, muy a vuelapluma, la radicalización de la dinámica de queja de los años sesenta en Europa, junto con el modelo revolucionario sudamericano, hicieron nacer los violentos terroristas que atacaron las democracias europeas incluso hasta el día de hoy en ETA. Es el problema de encender la mecha de un barril y esperar sentado encima esperando que nadie más radical lo emplee.Mejor sin duda es llevarlo por el camino del diálogo, la paciencia, y no la ira como las quejas en los banlieus franceses en 2006, y la ausencia de violencia. Aunque para eso tiene que haber recepción del mensaje y cambios perceptibles sino la violencia, como en el Reino Unido, será un capítulo desagradable pero difícilmente evitable.Quejas, dinámicas de queja y violencia en las calles. Recuerdos del día de mañana.Despierte el alma dormida, avive el seso e despierte.
A fin de cuenta sino pensamos y vivimos para que queremos estar.
Los pensamientos de hoy son recuerdos del mañana que tenemos hoy.