Lo interesante del asunto es que esta persona antes de arrojar la botella le estaba propiciando insultos a todos los corredores y no lo pensó dos veces para tirar la botella y casi protagonizar una tragedia.
La judoca holandesa Edith Bosch estaba al lado de este sujeto cuando ocurrió lo anteriormente citado, le propinó un golpe en la cabeza y enseguida la policía tomó presencia para llevárselo.
Por suerte no hubo heridos, pero hay que pensar si la seguridad en los estadios olímpicos es impenetrable… Evidentemente no y los atletas están en peligro.