Look polar ¿Libertad o vanidad?

Publicado el 08 enero 2013 por Itxasomardones @ItxasoMardones

"Cuando una mujer me pregunta qué pienso de los tacones altos, les invito a que prueben un par. Si no ven la magia, deben pegarse a Reebok"

(Manolo Blahnik)
Castigo a mis gemelos con tacones imposibles. Torturo a mi pelo restregándolo contra una plancha incandescente cada día. Mis piernas mueren de frío por intentar ir sin medias en medio del frío polar. Y todo porque yo también me he creído eso de que para estar mona hay que sufrir. Hasta hoy. Ya no sufro más.



Decidí abolir la esclavitud en mi look. Adiós a la estilizada silueta de abrigos finos y ajustados. Adiós a los suéter tan ajustados que amenazan con cortar la circulación de los brazos. Adiós a la elegante manga francesa que me congela las muñecas. Hola al calentito chaleco de pelo. Aún mejor si va acolchado con una inesperada chupa de cuero. Puede que no estilice pero abriga.







Después, fui un paso más allá . Abandoné el tacón. Sarah Jessica Parker, a mí ya no me engañas. Estoy aburrida de masajearme la planta del pie cuando me quito los zapatos. Harta de condenar a la gangrena los débiles deditos del pie. Que paren el mundo que yo me bajo... del tacón.







Liberada de la tortura del tacón, descubres que puedes correr y hasta saltar. Pareces menos alta y menos esbelta. Pero también más feliz.






Cómoda y calentita, queda claro que ya no quieres jugar el papel de Carrie Bradshaw, siempre subida a sus tacones, siempre esclava de la última incómoda moda. Que has elegido liberarte de lo que duele. Que no necesitas sufrir para sentirte bien.  





Y por fin te relajas. Ajustas la cintura del enorme chaleco de pelo, lo justo para que entalle sin cortarte la circulación. Te pones tus mejores joyas, solo porque son las que te gustan a tí. Sin esconder tu mirada, te ajustas tus mejores  gafas de sol y disfrutas de los rayos de invierno. Prefieres ser la reina del mambo que la reina del drama.








Porque para estar bella no siempre hace falta sufrir. Y para ser feliz, tampoco. Y porque si los tacones fuesen tan maravillosos, los hombres los estarían usando.