De ser así, el rompimiento con el PRD será terrible, tal rompimiento hará trizas la columna vertebral de la militancia perredista; sin López Obrador, el PRD no tiene oportunidad, ni figura alguna que alcance las dimensiones del tabasqueño y pueda remplazarlo políticamente. Márcelo Ebrard, no tiene las dimensiones de López Obrador, no tiene el mesianismo ni el empuje arrollador y acendrado que caracteriza a un líder de izquierda; es y ha sido un “chico bien” que no concibe el sacrificio personal, ni lo acepta como consecuencia de una lucha por el cumplimiento de un ideal.Cuauhtémoc Cárdenas es un líder que cumplió con su momento, en las causas que abanderó no hay retorno, se tienen que conformar con ser una especie de fiel moral en su partido, un actor importante, pero destinado sólo destinada a censor.
López Obrador no es santo de mi devoción, sus exabruptos y cerrazón política, causa de su desgracia, me desagradan profundamente; pero también reconozco que es el único líder del país que se mantiene “montado en su macho”, es decir, se ha mantenido con la égida de su ideal en alto, defendiendo siempre los principios que ha defendido desde que se erigió en líder de izquierda. No aceptaría las alianzas con el PAN aunque lo beneficiaran, es un hombre de “un solo libro político”, fiel a su dictado de democracia y bienestar común. A mi entender, es un hombre necesario en el acontecer social y político de México, donde la partidocracia se ha convertido en una verdadera dictadura.