Dirección: Cate Shortland.
Intérpretes: Saskia Rosendahl, Mika Seidel, Nele Trebs, Kai-Peter Malina, André Frid, Ursina Lardi, Nick Holaschke, Hans-Jochen Wagner.
SinopsisBasada en la novela de Rachel Seiffert, "The Dark Room".
Película ambientada a finales de la II Guerra Mundial (año 1945), en el marco de una Alemania invadida por los ejércitos aliados y dividida en cuatro partes, cada una de las cuáles bajo el mando de un país aliado distinto.
La familia de Lore (personaje interpretado por Saskia Rosendahl) ha de huir de la ciudad y refugiarse en una casita de campo, huyendo de las represalias del vencedor. Su padre, un alto oficial del ejército alemán, no podrá acompañarlas y pronto su madre ha de entregarse a las autoridades aliadas. Entonces, Lore, junto con sus cuatro hermanos, parte un largo camino hasta las playas del mar del Norte, donde espera encontrar la casa de su abuela y poner a salvo así a sus hermanos.
CríticaGracias a nuestros amigos de CINEMANÍA, la semana pasada pudimos asistir al pre-estreno de LORE, así que desde aquí se lo agradecemos.
Estamos ante una especie de road-movie (pero a pie) que trata de acercarnos al inquietante panorama en el que estuvo inmersa Alemania tras ser vencida en la II Guerra Mundial, siendo invadida por el ejército aliado. Nos aproxima de una forma inquietante a la compleja escena que allí tuvo lugar; una país que idolatraba a su líder (ahora caído) y que se creía vencedor, ahora vencido, ocupado y dividido en fragmentos bajo mando soviético, americano, francés y británico. Una desconcertante mirada a la situación de la población local y a sus sentimientos de abandono, vergüenza, incredulidad, sorpresa, desamparo, impotencia, etc., dentro del que otrora era su hogar y ahora se ha convertido en algo extraño. Todo ello observado desde los ojos de una joven adolescente que ha sido forjada en una doctrina que ve ahora cómo se desmorona y que comienza a cuestionarse.
Rodada en un ritmo medio-bajo (el cual reconocemos que puede ser plomizo para el espectador; a nosotros por momentos nos costó) y dando más poder a lo visual que a la palabra, por momentos parece que se le quiere rendir tributo al cine de Terrence Mallick, e incluso ahondar en lo sentimental de una realidad desgarradora, a lo Lars von Trier. Es ahí, cuando la cinta pierde frescura y pureza, quedando, a nuestro juicio, "manchada" por unas imágenes muy explícitas y muy ensangrentadas, las cuales se podrían haber omitido, puesto que la dureza y el fantasmal infierno se palpan, sin necesidad alguna de someter al espectador a tal castigo.
Hay que reconocer que ese ritmo y esa escasez de diálogo le confiere tintes poéticos al film, pero a la vez puede aburrir, generando cierta sensación de eterno camino; muy similar a lo que recientemente hemos visto en La Jaula de Oro, de Quemada-Diez. Poseídas ambas por el poder de lo visual que se antepone a la palabra, si bien en ésta todo se hace más explícito y se deja mucho menos a la intuición/interpretación del espectador.
El misterio del viaje que envuelve a toda la cinta no sólo se refiere a los aspectos físicos del camino, a los inconvenientes/peligros que implica o a la incertidumbre del desenlace. Lo más misterioso es el desangelado camino que ha de recorrer la protagonista: despojándose o no de las ideas en las que ha sido formada. Una protagonista que ha de hacer ese viaje sola desde la ternura y la inocencia de una joven adolescente, pero no tan joven como para no entender todo lo que está viendo y no darse cuenta de la realidad de los hechos y de las atrocidades cometidas por el ejército alemán, cuestionándose todo aquello en lo que ha sido educada. Y lo ha de hacer sola, en una posición intermedia entre la infancia inconsciente de sus hermanos y la ruda e interesada experiencia de los adultos con los que se encuentra en el camino. Un tránsito duro y que la despoja de toda identidad, quedando en un limbo que todavía no comprende, pero que al final la lleva a revelarse contra su formación, su educación y los convencionalismos y formas, los cuáles se ha dado cuenta que no importan cuando la gente muere, pasa hambre y se cometen atrocidades. Ese final, del que no desvelaremos nada, está lleno de gestos, matices e imágenes que vislumbran el cambio; el personaje ha madurado a través de un camino lleno de espinas, partiendo además de lo que parecía un campo de rosas suaves y felizmente alegres.
Es una exposición de lo traumático de este tipo de transiciones tras conflicto armado, observado con la mirada de una niña que ha de madurar de golpe y sometida a la dureza de las circunstancias; hechos, momentos e imágenes para las cuales ya es lo suficientemente adulta como para no poder olvidar jamás.
Por último, y ya saben nuestros lectores que es un aspecto en el que siempre nos fijamos, resaltaremos la banda sonora original, que si bien peca de efectista (muy efectista) es un perfecto acompañamiento para esta original y fantasmal aproximación a la Alemania post II Guerra Mundial, dejando de lado todo lo sabido del conflicto, tan recreado millones de veces en el cine. Sin duda, es ésta una aproximación mucho más íntima y pocas veces abordada; y más desde el lado del alemán vencido.
Nota general: 6,0 sobre 10.
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