– 9,40 € – le dice la cajera.
– ¿9,80€? No, quite algo, descuénteme esto – le responde el padre, quitando un paquete de magdalenas de marca blanca.
– 7,80€ – dice ahora la cajera.
– Gracias.
Y se van. Los dos hijos sonriendo y corriendo. El padre con la angustia de no haber podido dar a sus hijos un simple paquete de magdalenas. Y quien lo ha visto con el mal sabor de boca que deja realidad, y el mal cuerpo que se le queda después por no haber sabido qué hacer en ese momento, y la incapacidad de reacción ante una situación así. ¿Qué nos está pasando?
Y mientras tanto unos señores gastando los euros de cien miles en cien miles, y creyendo que eso no está mal.