Que en los tiempos de crisis en que vivimos la cultura se ejerce desde la trinchera y con el fuego enemigo del gobierno sin dar respiro para asomar la cabeza, es una realidad flagrante. Por eso cuando la humilde e imprescindible revista Qué Leer aguanta 200 números, mes tras mes acercándonos al mundo de las novedades editoriales me parece digno de celebrar.
Qué Leer fue editada por Hachette Filipacchi hasta finales de 2008 y la vendió al pequeño grupo catalán MC ediciones de José Cadena, que aglutinaba entonces casi un centenar de revistas de desigual tirada. La crisis publicitaria obligó a la editorial catalana a presentar concurso de acreedores en enero de 2010 y conllevó duros ajustes de personal sobre los que ya había hecho Hachette. Poco más tarde la americana Hearst Corporation acabó engullendo a la división española de la multinacional francesa. El pequeño reducto cultural de Qué Leer se veía amenazado de muerte y, aunque malherido, supo mantenerse a flote.
Y en este caso, que viví de cerca, me parece justo destacar la lucha sin fallecer de su director Toni Iturbe y de su redactor jefe Milo J. Kimpotic´. Ambos son el pilar de la revista; ellos y una veintena de colaboradores que creyeron que a pesar de los recortes y la falta de medios valía la pena hacer un esfuerzo por seguir adelante.
Amar a los libros y a la cultura en general es algo que parece elemental y, sin embargo, es un sentimiento que se reproduce en contados colectivos de nuestra sociedad. El libro se está maltratando a base de saquearlo con la piratería y, en su versión digital, sometiéndolo al IVA más alto. Se trata de un problema de educación, seguro, pero también de la nula voluntad del gobierno de apoyar la cultura.
Desde la trinchera de Qué Leer, Toni, Milo y sus colaboradores están librando una batalla por reivindicar lo básico, que en nuestra sociedad actual se ha convertido en una tarea heroica.
Deberíamos apoyarles en los 200 próximos meses. Por nosotros y por los libros.