Durante los años 90 se siguió cultivando un género que conectaba bien con el público, sensible a la atención de las personas con discapacidad. Una de las primeras muestras fue Despertares (1990), que llegó a ser candidata al Oscar a la mejor película.
Han pasado 25 años desde su estreno y Despertares sigue conservando la capacidad de emocionar al espectador como lo hizo en 1990. Como es frecuente en este tipo de filmes, su argumento está basado en hechos reales que el neurólogo norteamericano Oliver Sacks recogió en un relato autobiográfico del mismo título. Por delicadeza, los nombres de las personas en la vida real se sustituyeron por otros de ficción. El encargado de realizar la adaptación cinematográfica fue el entonces poco conocido Steven Zaillian, que logró su nominación al Oscar por este guión y que lo conseguiría más tarde con el que escribió para La lista de Schindler. Por su parte, Penny Marshall asumió la dirección.
Robert de Niro borda su papel, que también mereció su nominación al Oscar. Robin Williams no le va a la zaga y el duelo interpretativo entre ambos es magnífico. A esto se añade una bella fotografía de Miroslav Ondricek y una preciosa banda sonora de Randy Newman, salpicada de temas de diversas épocas. La realización de Penny Marshall es algo efectista, pero eficaz, sabiendo no alargar los momentos de ternura y manteniendo una gran fluidez narrativa.
Película simpática y positiva, que transmite el optimismo del que ha aprendido ‑como acaba diciendo el doctor Sayer‑ “que el espíritu humano es más poderoso que cualquier droga y que eso es lo que debemos alimentar, con trabajo, ocio, amistad y familia, que son las cosas importantes, las que teníamos olvidadas, las más sencillas”.