"El León"
Edición original en vinilo: 1971
Bien cálido amaneció 1971 para el rock nacional, época en que el mapa trazado en la segunda mitad de los ’60 comenzaba a recomponerse para mostrar sus nuevos e impresionantes valores. Extinguido el -breve pero vital- reinado de Los Gatos y Almendra para dar cabida a sabrosos spin-offs que habrían de tallar nuevos surcos con la misma punta de diamante, sólo Manal dejaba aún flotar sus acordes, esta vez por los pasillos de la RCA. La multinacional había tentado al trío con una buena suma, llevándose consigo el último suspiro de Mandioca, el sello de Jorge Álvarez que sólo vivió dos años, pero que tanto gravitó cuando el rock argentino aún estaba en pañales, incluyendo al propio Manal. Grabado entre septiembre y octubre del ’70 y editado al año siguiente, "El León", segundo y último álbum de Martínez-Medina-Gabis salía al ruedo mostrando un Manal a toda máquina, que ya se apartaba de la línea blusera inconfundible de "Avellaneda blues", "Todo el día me pregunto" y tantas gemas de su primer LP para presentarnos un rock más contundente, heavy y generalmente muy rápido. Como obra, el disco se queda corto comparado con un antecesor al que era sumamente arduo hacerle sombra... entonces y ahora. Pero indiscutiblemente termina por definir la garra de un grupo argentino único e irrepetible, que existió hace 40 años y del que alguien con certera puntería escribió en uno de los videos de Manal publicados en YouTube: "esto si hubiera sido británico o estadounidense tendría la trascendencia mundial de Cream o Jimi Hendrix Experience". Sin la menor duda.
"Alpha Centauri"
Edición original en vinilo: marzo 1971
Girando nuestro recorrido vinílico la friolera de 180 grados nos encontramos en la orilla opuesta de Manal con otra banda "extranjera" -con la diferencia que esta sí logró reconocimiento mundial- que viene cultivando su música peculiar desde hace casi 45 años. La mente del inamovible guitarrista, organista y multiinstrumentista Edgar Froese, nacido en la Prusia Oriental justo en el decisivo "Día-D" de la Segunda Guerra Mundial (6 de junio de 1944) concibió un pentagrama surrealista, enmarcado en contornos experimentales y melodías puramente electrónicas. Pioneros absolutos del llamado krautrock (otra etiqueta del rock que engloba la música experimental alemana) los Tangerine Dream hicieron su debut discográfico en 1970 y al año siguiente "Alpha Centauri" evolucionaba sobre el anterior dando mayor preeminencia a la flauta y el órgano, que resaltaban sobre el lienzo electrónico de los secuenciadores. Una verdadera música de las estrellas. Si hoy apareciera un Tangerine Dream con la meta de tentar a un manager y un sello discográfico, más le valdría rever su plataforma sonora. Pero en el amanecer de los ’70 esto era posible... y toda aventura tenía cabida. En algún momento vamos a ocuparnos en Bitácora Progresiva de estas intrépidas bandas germanas cultoras del krautrock (Tangerine Dream, Kraftwerk, Can, Amon Düül y otras) cuyos discos increíblemente se editaban en la Argentina por aquellos años y gozaban de difusión radial.
"Broken Barricades"
Edición original en vinilo: abril 1971
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Quinto álbum de Brooker-Reid & Co. y último en el que el brillante guitarrista Robin Trower aparecía bajo el nombre Procol Harum, "Broken Barricades" continúa con el muestrario rockero fuertemente basado en guitarra de su antecesor. Cada integrante de la banda despliega su artillería dejando excelentes momentos instrumentales, siempre adornados con la sutil poesía de Reid. Ocho temas en total nos pasean por la onda Harum -que en algunos casos se entremezcla sutilmente con el sonido Traffic- soltando delicias aquí y allá. Indudablemente Trower se despide a lo grande de la banda, con estupendos trabajos en "Memorial drive", "Poor Mohammed", "Playmate of the mouth" -en estas dos últimas también es primera voz- y la etérea "Song for a dreamer". El baterista B.J. Wilson también tiene su momento de gloria (grabado en vivo) en "Power failure" y Brooker-Copping arremeten con sus teclados y sesión orquestal en "Simple sister", imponiendo sus notables presencias en todos los demás temas. Un buen álbum, aunque algo de lo mejor de Procol Harum estaba aún por arribar de la mano de una orquesta...
"Elegy"
Edición original en vinilo: abril 1971
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He aquí un álbum que siempre va a encajar en esa incómoda categoría que no sabe discernir entre obra póstuma y exigencia contractual. A la sazón, "Elegy" recorre los dos bandos por igual, ya que en la época en que salió a la calle The Nice no era más que la banda que había transportado a Keith Emerson de lo ridículo a lo sublime. Bueno, casi nada... Lo cierto es que "Elegy" no ofrece nada nuevo desde el punto de vista compositivo, pero sí descolla por presentar al Nice arreglador (y vaya que de esto sabía bastante el trío!) y por contener esas perlas en vivo que en esa época no había otra forma de presentar al público en general que no fuera en disco (vinilo). Por lo que, "Elegy" cumple... y cómo! Sus cuatro temas originales (la edición en CD de 1990 adicionaría seis bonus tracks y el remaster de 2009 sólo dos) constituían suculentos Bloody Marys á la Nice con mezclas de Dylan-Hardin por un lado y Bernstein-Tchaikovsky por el otro... El resultado nos deja pensando si estas covers magistrales dejan ganas de escuchar los originales de Hardin ("Hang on to a dream", más tarde también versionada por el Emerson, Lake & Palmer de los '90) y Dylan ("My back page") y también nos convence de que la Patética de Tchaikovsky suena genial con o sin orquesta... cuando The Nice es el intérprete. Y esto sin mencionar que ni la orquesta de don Bernstein ni el clásico del cine "Amor sin Barreras" (1961) lograron con "America" lo que logró The Nice. En fin, un sabroso recopilatorio de versiones inéditas en la época de su edición original y justo broche de oro para el bye bye de un super-pionero de los '60... y más también.
"In the Land of Grey and Pink"
Edición original en vinilo: abril 1971
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Lo dijimos hace 2 años cuando revisamos este gran clásico: "más allá de la dicromía que propone la portada retratando esa mágica tierra del gris y rosa, emerge una completa y magnífica paleta de colores". Para muchos, el mejor disco de Caravan y el producto más acabado que habría de entregar por última vez el lineamiento original desprendido de The Wilde Flowers, "In the Land of Grey and Pink" suena exquisito aún hoy, a 40 años de su edición. Melodías simples... letras sobre marcos poéticos: "Mira el día que comienza, ¿qué ven tus ojos? / Piensa en mí, ahora mientras bostezas, baña de sol las lágrimas de mis gritos / Lo que veo sé que es real, lo que toco sé que lo siento / Si no me importa lo que dices, no significará mucho para mí hoy"... O sobre marcos más popperos, pero invariablemente crípticas: "En un campo de golf / Vestido en PVC / Me topé con una golfista / Vendiendo vasos de té... Después de tomar el té / Empezaron a llover pelotas de golf / Y ella me protegió... En el campo de golf / Hablamos en morse"... Y ese fuzzy Hammond persistente, al que Dave Sinclair le confirió una identidad propia e inconfundible. Es mérito exclusivo de Caravan haber producido toda una joya con elementos comunes y, como si fuera poco, inmune al paso del tiempo y a la embestida de otras poderosas ofertas canterburianas de la época.
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