¿Todavía siguen vigentes los siete pecados capitales? Hoy, en este mundo globalizado, se habla con muy poca frecuencia sobre este tema.
Quizás, ello se deba a que estos fueron el origen de los vicios y porque según la concepción cristiana "alejaban al hombre de Dios". Los "siete pecados capitales" fueron estudiados por Santo Tomás de Aquino en su obra Suma Teológica escrita en el siglo XXI y posteriormente recopilados y clasificados por San Gregorio Magno (540-604 d.C.), a quien también se le conoció como Gregorio I, el sexagésimo cuarto Papa de la Iglesia Católica. La pregunta es: ¿Siguen vigentes los siete pecados capitales?
El filósofo Fernando Savater, en su obra Los siete pecados capitales, [1] dice que los pecados tradicionales -soberbia, pereza, gula, envidia, ira, avaricia y lujuria- están presentes en nuestra vida diaria, algunos devaluados y otros con ciertas transformaciones. Savater, considera que cuando relacionamos estos pecados con los tiempos que vivimos, nos encontramos con una "infinidad de caminos", que al decir del pensador español se mezclan con las cuestiones religiosas, históricas, económicas, sociales, artísticas y muchos otros factores que tienen que ver con el mundo actual.
Los clásicos siete pecados conocidos, suponen la existencia de virtudes que pueden derrotarlos. Ellos son: soberbia-humildad, avaricia-generosidad, lujuria-castidad, ira-paciencia, gula- templanza, envidia-caridad y pereza-diligencia. Sin embargo, Savater considera que la soberbia es "la madre de todos los vicios". También Mahatma Gandhi, desde su óptica del hinduismo y tomando como base la perspectiva de la vida actual, suponía que podría ser válido para cualquier religión y por ello esbozaba así los pecados capitales: política sin principios, negocio sin moralidad, bienestar sin trabajo, educación sin carácter, ciencia sin humanidad, goce sin conciencia y culto sin sacrificio.
La Iglesia se actualiza
Ha pasado mucha agua por los ríos desde Santo Tomás de Aquino y de Gregorio I, sobretodo, si tomamos en cuenta las delimitaciones que se esgrimían durante la Edad Media respecto a lo que era o no correcto. Con la idea de actualizarse, en año 2008, la iglesia católica presentó un nuevo listado de pecados capitales que fue publicado por L'Ossevatore Romano, diario oficial del Vaticano, que especificaba que éstos (los siete pecados) estaban "obsoletos por la globalización y las nuevas tendencias". Al tratar de "modernizar" dichos pecados, el Vaticano los denominó los "Siete Pecados Sociales" y ellos son: violaciones bioéticas, experimentos moralmente dudosos, drogadicción, contaminar el Medio Ambiente, contribuir ampliar la brecha entre los ricos y los pobres, a riqueza excesiva y generar pobreza. Cualquier pagano, ateo o pecador penitente puede considerar esto como ridículo y como diría Savater: "Hay actitudes que pueden considerarse como nuevas formas de pecar. Son las que se basan en la desconsideración por parte del otro [...] Hay virtudes y vicios que dependen del papel que tengas en la sociedad". [2] El filósofo español, por consiguiente, cree que en estos tiempos de violencia e irracionalidad, muchos de los pecados "son instrumentos que se convierten en fines en sí mismos", porque lo fundamental para el ser humano es "luchar contra el aburrimiento".
Los pecados tienen su origen en el cristianismo y consistía en identificar todo aquello que no deberíamos hacer, pero las religiones inventaron el infierno, el diablo y Satanás. Como escribe Savater, "el Diablo es un extraordinario gerente de marketing, que ha logrado vender cada vicio como una virtud". Los pecados -escribe Savater- eran una advertencia respecto de cómo administrar la propia conducta. "Se trató de un listado de advertencias sobre los peligros que puede acarrear la desmesura frente a lo deseable. Hoy existe una versión más simplonas de esas advertencias, que son los libros de autoayuda, donde encuentras unas fórmulas para no engordar y otras para ser feliz en tres lecciones". [3] O como decía Bossy: "la suerte de estos pecados terminó en la época moderna, cuando la penitencia dejó de ser la forma de resolución de los conflictos sociales para transformarse en algo psicológico a la conciencia de cada individuo".
Dante: La Divina Comedia
Entre 1307 y 1361, Dante Aligheri escribió La divina comedia, obra de un gran contenido poético que relata un viaje imaginario a través del infierno, el purgatorio y el paraíso. En él, el poeta se va encontrando con personajes mitológicos, reales, de su época e históricos, de la esfera política y religiosa. Cada uno de ellos representa un defecto o una virtud.
La Divina Comedia -escriben Adriana Quiroga, Hernán Guerrero y Ulises Márquez en el prólogo y traducción del libro- es un poema donde se mezcla la vida real con la sobrenatural, muestra la lucha entre la nada y la inmortalidad, una lucha donde se superponen tres reinos, tres mundos, logrando una suma de múltiples visuales que nunca se contradicen o se anulan. Explican que los tres mundos infierno, purgatorio y paraíso reflejan tres modos de ser de la humanidad, en ellos se reflejan el vicio, el pasaje del vicio a la virtud y la condición de los hombres perfectos. "Es entonces a través de los viciosos, penitentes y buenos que se revela la vida en todas sus formas, sus miserias y hazañas, pero también se muestra la vida que no es, la muerte, que tiene su propia vida, todo como una mezcla agraciada planteada por Dante, que se vuelve arquitecto de lo universal y de lo sublime".[4]
Los siete pecados capitales pueden ser perfectamente aplicables a la masonería con la diferencia de que la Orden nunca se verá afectada, porque quienes incurrimos en estos desmanes somos los masones y no la institución. Los masones debemos combatir a dos enemigos en común: el fanatismo y la superstición. Convenimos animarnos QQ.·. HH.·. para identificar qué tipo de comportamientos corresponden a cada uno de estos pecados capitales. Os persuadimos, pues, a evitar estos siete pecados capitales de un masón.
Primer pecado: la doble ignorancia
Segundo pecado: el individualismo
Tercer pecado: la ceguera iniciática
Cuarto pecado: el miedo ficticio
Quinto pecado: la superficialidad
Sexto pecado: la prepotencia
Séptimo pecado: la negatividad
1. Savater, Fernando, Los siete pecados capitales, Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 2005, p. 9.
2. Ibíd., p. 151.
3. Ibíd., p. 15.
4. Véase Alighieri, Dante, La divina comedia, Madrid, Editorial Cátedra, 2007.
BibliografíaAlighieri, Dante, La divina comedia, Madrid, Editorial Cátedra, 2007.
Aquino, de Santo Tomás, Suma teológica I, Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, 2010.
, Bilbao, Editorial Desclée De Brouwer, 1999.
Savater, Fernando, Los siete pecados capitales, Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 2005.
Fuente: El corredor de la Begonias