Los abismos de Lan-Gyt continúa en el punto en que acabó la primera parte, Las torres de Romander, con el grupo de Lethe y compañía intentando desentrañar los mensajes rúnicos dejados por Randole hace 800 años para combatir a la creciente magia incolora, y con Gynwaene convertida ya en Assayinda, La Dama, señora de una orden mística tan importante como misteriosa en su importancia.
En este segundo volumen se percibe una mejora en el estilo de Maryson. Parece que ha encontrado su voz, y los episodios no resultan tan intermitentes en la acción como en Las torres de Romander, con la consiguiente mejora en la ejecución de la trama.Esta entrega resulta bastante más mística que la anterior, y Maryson dirige por completo la acción hacia las fuerzas ocultas y arcanas que, poco a poco, vamos descubriendo pero que todavía se muestran tras un velo opaco. Vamos comprobando que el culto a La Dama va cobrando importancia y de golpe nos encontramos con que Lethe pasa de ser un simple muchacho sin magia, a ser el centro de todo principio y final. Es el personaje que muestra una mayor evolución (como es lógico, claro), y por medio de visiones va comprendiendo que el pasado está ligado a su presente y futuro. A través de estas visiones, voces y textos encontrados, Lethe comprende que es, además, poseedor de un talento arcano que se creía completamente extinguido, El Arte. Apenas comienza a percibirse su poder pero parece muy poderoso.Lethe irá aumentando sus poderes y se encontrará convertido, a su pesar, en alguien o algo que no pretendía ni esperaba.Esta importancia de las fuerzas ocultas cobra también relevancia en el juego político que se está jugando pues aparece en escena un desconocido Alto Myster entre los conspiradores, así como Danker, líder de los reguladores, busca un objeto de gran poder arcano.
Por otro lado, pese a la mejora estilística de Maryson, creo que los personajes han perdido profundidad y que se han convertido en personajes bidimensionales bastante arquetípicos y previsibles. Ofrecen poca chica al desarrollo de la historia pese a estar ahí y, en consecuencia, no son más que la Santa Compaña que acompaña al héroe a cumplir su destino.
A pesar de esto sigo pensando que Maryson tiene en Le Guin el espejo sobre el que desea mirarse y se observa el intento por mostrar la humanidad de los personajes, aunque resulta algo vacuo, y he visto una cierta semejanza con la magia de esta trilogía y la de Terramar, en el sentido de una magia poderosa pero sutil, presente pero escondida y susurrada.He echado de menos a personajes como Gaithnard que me fascinaron en la primera parte y en esta ocasión esta prácticamente desaparecido; y esperaba mucho más de Pit.
Esperemos que la tercera parte revele el gran final que promete, pues la baraja ya está sobre la mesa y todos los triunfos están desplegados al final de Los abismos de Lan-Gyt.
Anotación posterior: He estado hablando de W. J. Maryson (Wim Stolk) en presente, y observó ahora,al buscar en wikipedia acerca de su bibliografía, que falleció en 2011. ¡Vaya, es una pena! Por que no me hubiera importado leer más libros suyos y ahora ya no tengo claro que vayan a ser traducidos al castellano los que ya tiene publicados en el extranjero.