GUÍA RÁPIDA PARA SABER USAR UN DECANTADOR
Además de decorativos, son muy útiles si se emplean adecuadamente
El decantador, jarra decantadora o
garrafa de decantación, es un accesorio muy útil tanto para el profesional como
para el simple aficionado al buen vino, que quiera servir una copa en las
mejores condiciones posibles.
Resulta sorprendente como puede
llegar a mejorar un vino tras el empleo adecuado del decantador. Un vino que a
priori no pasaría del aprobado justo o incluso estuviera pidiendo a gritos un
poco de gaseosa, se puede convertir en un vino espectacular que será recordado
durante mucho tiempo, sólo con seguir unas sencillas normas que después
enumeraré.
Lo
primero será diferenciar las tres acciones que se pueden llevar a cabo con un
decantador:
- Decantar.
-
Airear.
-
Jarrear.
- DECANTAR en nuestro caso será
separar el vino de los posos que pueda
contener. Por norma general, un vino que lleve embotellado más de 7 u 8 años
(ahora con la moda de los vinos sin filtrar aparece mucho antes), va a empezar
a ceder materia en suspensión, es decir, va a comenzar a aclarar su color y a perder
opacidad debido a la sedimentación de materia colorante que se va a solidificar
y a depositar en el fondo de la botella, o en un lateral si ésta se ha
conservado correctamente en posición horizontal.
Una vez la hayamos sacado de la
bodega, la manipularemos lo menos posible para evitar la agitación de los posos
y procederemos a la decantación propiamente dicha. Para ello eliminaremos por
completo la cápsula (funda de estaño, aluminio o plástico que cubre el cuello y
el tapón), descorcharemos y a continuación, poniendo sobre la mesa un foco de
luz vertical (vela, linterna, bombilla), se procederá a verter el vino desde la
botella al decantador, de manera que la luz incida directamente sobre el cuello
y hombros de la botella, para que mirando
desde arriba, vayamos viendo el vino que sale de ésta. En el momento en que
comencemos a observar algunas partículas en suspensión pasar por el cuello de
la botella, pararemos el trasiego y desecharemos el vino que quede en ésta.
Puede haber casos puntuales en los que
se requiera una aireación mucho más prolongada. Recuerdo un caso que me ocurrió
con un Chateau Bel Air del 1.998 que llevé hace unos meses a una cata entre
sumilleres amigos. Después de una hora de oxigenación, se desechó por
defectuoso, teniendo nuestra anfitriona la feliz idea de guardar el vino y
dejarlo reposar durante unos días para comprobar su evolución. El resultado fue
que a los tres días, el vino había cambiado por completo y se presentaba en
plenitud de facultades. Exceptuando algún caso anecdótico como éste, con una
hora y media suele ser suficiente.
Para jarrear procederemos a
“arrojar” el vino desde la botella al decantador a cierta altura (20
centímetros son suficientes, no hay que “escanciar” el vino como si fuera sidra),
de manera que éste rompa contra el fondo del decantador. Con este vertido
enérgico se produce una ruptura aromática que provoca la desaparición de esos
aromas desagradables.
Respecto al modelo y a la forma del
decantador, para empezar recomiendo un modelo único para las tres operaciones.
Este debe tener una base ancha y plana, una boca amplia y a ser posible un asa
lateral que nos facilitará enormemente la labor de servir el vino en las copas.
Después con el tiempo si se desea se podrán adquirir otros decantadores más
especializados en los vinos a tratar o en la operación a realizar.