La "casta" política municipal se quita la careta con la crisis y sale a la caza del ciudadano para llenar sus arcas, vacías por culpa de sus errores, de sus despilfarros y por haber convertido los ayuntamientos en centros de colocaciones de compañeros del partido, amigos y familiares. La víctima es, una vez más, el ciudadano, al que la democracia española no le reconoce su papel de soberano y al que la "casta" política despluma porque no tiene dinero y porque no está dispuesta a afrontar la austeridad.
---
Decían que ellos eran los políticos más capaces y más cercanos al ciudadano, obligados a ser tolerantes y amigos del pueblo, pero la crisis ha cambiado el rostro y el perfil de los alcaldes españoles, que, arruinados y víctimas de las políticas despilfarradoras del pasado, han salido ahora a las calles para desplumar al sufrido ciudadano, al que imponen multas insoportables por cualquier infracción y al que acosan con impuestos y tasas que no perdonan.
La crisis ha demostrado el gran fracaso de la política municipal española, llena de vacíos legales y donde se han practicado las mayores injusticias y abusos. Tras haber arruinado a sus municipios con irracionales políticas de despilfarro y de haber colocado en los ayuntamientos a cientos de miles de innecesarios enchufados del partido, familiares y amigos, muchos alcaldes españoles, sin ni siquiera dinero para pagar las nóminas, se están transformando ahora en salteadores que salen a las calles para desplumar al pobre ciudadano.
Algunos ayuntamientos rozan el delito y se sumergen en los archivos para detectar viejas multas e infracciones que, a pesar de estar prescritas, presentan al cobro por si el incauto ciudadano paga sin protestar.
Las ordenanzas municipales se están convirtiendo en trampas y en cepos para cazar ciudadanos, a los que se les despluma con multas desproporcionadas. Todo vale con tal de seguir disfrutando de las tarjetas visa, de las cuentas abiertas en los restaurantes y bares del pueblo y de poder mantener los sueldos públicos de los cómplices, amigos y familiares. Lo que antes era "tolerancia" y "cercanía", ahora se torna persecución y caza del infractor, que, en el caso de que dude o proteste, siempre se enfrentará a la sucia cultura totalitaria, plenamente vigente en la España política, de que "la palabra de la autoridad pesa más que la del ciudadano" y de que, en caso de duda, "la autoridad siempre tiene razón".
Las ordenanzas kafkianas y las multas indiscriminadas sirven para pagar las deudas acumuladas por una gestión municipal ruinosa, muchas veces corrupta y delictiva, con unas arcas municipales sedientas, que antes se nutrían generosamente del dinero proveniente del urbanismo abusivo, de las recalificaciones arbitrarias y de no pocas comisiones clandestinas y dignas de cárcel.
Escupir en la calle o bañarse en el mar con bandera roja, pegar carteles en espacios públicos, arrojar colillas al suelo, comer pipas en la vía pública y hasta reunirse sin permiso con un grupo numeroso de amigos sirve a los alcaldes de excusa para recaudar miles de euros. La crisis ha destapado las entrañas totalitarias y represoras de la falsa democracia española, construida sin cambio cultural alguno sobre las ruinas del franquismo, hasta el punto de que ahora puede ser considerado ilegal, como en el "odioso" pasado, protestar en la plaza con algunos amigos, sin permiso expreso de la autoridad.
Según cuenta el diario Expansión, los alcaldes acosan a los ciudadanos: habrá multas de 1.500 euros por escupir en la calle. Algunas ordenanzas de la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP) rozan lo kafkiano, como el poder llegar a considerar una manifestación no autorizada una reunión de amigos que el alcalde considere, según su personal criterio, demasiado numerosa. Y hasta incluso podrían multarle con 3.000 euros por colgar una maceta sin protección, y hasta 1.500 euros por escupir en la calle o bañarse en el mar con bandera roja.
Tenga cuidado con lo que hace porque los depredadores municipales están cazando. Por muchas actuaciones que antes no estaban castigadas, pueden caerle ahora una multa de entre 500 y 3.000 euros. Citemos algunas:
-- Poner colgaduras en los balcones
-- Escupir en la calle
-- No utilizar cinta aislante para pegar carteles
-- Arrancar musgo en un jardín o llevarse arena a casa
-- Cambiar el aceite del coche en plena calle
-- Lavar el vehículo en la vía pública
-- Regar las plantas fuera del horario que dicte su municipio
-- Arrojar al suelo cáscaras de pipas o de altramuces
-- Sacudir alfombras desde la ventana
-- Pasear perros sin correa
-- Tirar papeles fuera de la papelera
-- Circular con publicidad en el coche
-- Equivocarse al depositar la basura en el contenedor
-- Conducir distraido o hablando con el copiloto
-- Gritar demasiado hablando con el móvil
-- Bañarse con bandera roja
-- Comprar alimentos o bebidas en la venta ambulante no autorizada
--Secar la ropa en el patio de forma que impida la entrada de luz a otras viviendas
Además, continúan vigentes las prohibiciones del pasado, desde fumar a aparcar, sin olvidar la larga lista de escándalos públicos y delitos contra la salud, además de todo un largo, totalitario y siniestro etcétera.