Los Algodonales, el secreto del viento, el agua y la cuerda.

Por Acedera
   Cuando uno planea una ruta por los pueblos blancos de la provincia de Cádiz, normalmente siempre se incluyen pueblos muy conocidos por su belleza como Arcos de la Frontera, Setenil de las Bodegas  o Zahara, pero se suelen olvidar otros que poco o nada tienen que envidar a los más famosos, como por ejemplo El Gastor, Bornos o el protagonista de esta entrada, Los Algodonales.

   Este pueblo gaditano, que no llega a los 6.000 habitantes, se sitúa en las faldas de la Sierra de Líjar y es muy conocido por los practicantes de vuelo tales como Ala Delta, Parapente, Paramotor, etc..De hecho es la zona de vuelo más internacional de España habiéndose celebrado aquí Campeonatos de España y Andaluces e incluso Campeonatos Mundiales de Ala Delta o Juegos Aéreos Mundiales entre muchos otros eventos....
   Pero si al igual que yo, ustedes son más de los que prefieren tener los pies en el suelo, Los Algodonales cuentan con otros muchos atractivos, por ejemplo su historia..
...y en particular los hechos representado en esta maqueta y que marcaron profundamente al pueblo, la Guerra de la Independencia.
   Verán ustedes, la Sierra de Cádiz fue uno de los lugares de España que más sufrió la guerra. Los pueblos de la sierra, incluyendo los Algodonales, colaboraron activamente en la creación del Ejercito del Sur con víveres y tropas, y cuando el mismo Napoleón intervino en la guerra logrando dominar la mayoría del territorio, estos pueblos se sublevaron y comenzaron una sangrienta guerra de guerrillas donde no hubo cuartel con los invasores franceses (entre el 1810 y el 1812).
   El 1 de mayo de 1810 llegó a las puertas del pueblo el general de brigada Jean Pierre Maransin con órdenes clara de acabar con la rebelión de la serranía. Las tropas francesas dieron un ultimátum de rendición so pena de arrasar la población, pero la respuesta fue una bandera roja y una descarga de fusilería...

  ...comenzó de esta forma el sangriento asalto de Los Algodonales...
    Tras varias horas y muchas bajas por ambos bandos, los franceses se apoderaron de varias casas a la entrada de pueblo y volvieron a ofrecer el ultimátum pensando que los lugareños aceptarían evitar una muerte segura, pero la respuesta fue de nuevo una descarga de fusilería, así que se reanudó la batalla todavía con más furia. Al final de la tarde, con casi todo el pueblo dominado por los franceses, Maransin ordenó una tregua y envió un oficial a parlamentar. Sin embargo fue recibido por balazos y murió en el acto.
   A partir de aquí los franceses ya no tuvieron piedad ni clemencia con nadie, las casas fueron incendiadas, los prisioneros ajusticiados y no se respetó a mujeres, ancianos o niños. En apenas 36 horas de puro horror, Los Algodonales fue tomado y arrasado (con más de 238 civiles muertos y 76 casas reducidas a escombros)....y sus consecuencias todavía son visible..

   ...son numerosas casas del pueblo tienen una placa indicado que fueron quemadas por las tropas napoleónicas, incluso el escudo del pueblo tiene grabado "a fuego" este macabro suceso ya que en él podemos ver una casa ardiendo y la frase Por la Independencia Nacional...

    Lo único positivo para los algodonaleños fue que cuatro años después de la tragedia, el rey Fernando VII otorgó la segregación de Los Algodonales de Zahara, lo cual no deja de ser curioso ya que al final resultó que estos vecinos lucharon por una doble independencia y consiguieron ambas.
   Por suerte hoy en día no vemos casas incendiadas por los Algodonales pero curiosamente sí muchas fuentes de un agua excelente cuya fama ha sido alabada por escritores ya desde el siglo XVII. Incluso existe varios tratados del siglo XIX que explican como las aguas minerales y medicinales del pueblo provocaban que sus vecinos tuviesen muchas menos enfermedades que los vecinos de otras villas.
   Y como yo ya voy cumpliendo añitos, no pude resistirme a dar un buen trago en la llamada Fuente Baja..

   Esta fuente cuenta con 12 caños de los que brota un gran chorro de agua y que están unidos a un pequeño edificio cuadrado que protege el manantial del que surgen estas aguas curativas. El nombre de la fuente se debe a que esta situada en la parte baja del pueblo, por cierto en la parte alta también hay otra fuente conocida como la Fuente Alta....tampoco hay que complicarse la vida con los nombres innecesariamente.
   El caso es que la Fuente Baja también se la conoce como la Fuente del Algarrobo, y resulta que justo al lado de la misma hay un gran árbol...

   ...aunque yo diría que no es un algarrobo jeje, no sé, de botánica ando escaso.
   Justo en el otro lado de la fuente baja que, aparte de proveer al pueblo de un agua inigualable es también un centro de reunión para los vecinos, sobre todo en el verano y durante las fiestas, nos encontramos con un edificio en cuyo interior podemos ver el lavadero público.
   Se trata de un lavadero cubierto y con tres cubas excavadas en el propio suelo donde el sonido del agua en un entorno casi cerrado da la sensación de estar escuchando la corriente de agua de un arroyo en invierno...

    Pero hablando de sonidos, los Algodonales no es conocido a nivel mundial por su "viento" y su "agua" sino también por su "cuerda", y es que en este pueblo está la fábrica del que fuera uno de los mejores maestros "luthiers" del mundo, el señor Valeriano Bernal

   Corría el año 76 cuando Valeriano Bernal, tras recorrer el mundo y haberse convertido en uno de los mejores constructores de guitarra, decidió volver a Jerez y abrir una taller que con el que no tardaría en ganar un gran prestigio. En el 82, ya con fama en sus espaldas, decidió mudarse a su Algodonales natal, donde instaló su taller en la calle Ubrique número 8...y allí continua.

   El gran éxito de Valeriano fue que supo entender las necesidades de los guitarristas flamencos y logró un sonido único en sus piezas que le llevó al éxito internacional, y de hecho en 1998  la Diputación de Cádiz le concedió la medalla de bronce por llevar el nombre de Los Algodonales a todos los rincones del planeta.
   Y es que este pequeño taller ha proporcionado los mejores instrumentos a los más grandes artistas del mundo de la guitarra, tanto clásica como flamenca. Por mencionar sólo algunos nombres, Paco Cepero, Manolo Sanlúcar, Alejandro Sanz o Kiko Veneno saben lo que tener en sus manos una guitarra de Valeriano Bernal.

   El proceso de construcción de una guitarra suele llevar entre las 50 y 100 horas de trabajo, en ese tiempo se cortan las chapas de madera de la mejor calidad proveniente de todo el mundo, se moldean para darla forma, se encola las barras armónicas a la tapa...

   ...luego se coloca la cenefa y se ajusta el mango vigilando que la alineación sea perfecta, a continuación se colocan los aros ya moldeados, se encolan los peones y las cadenas, y se coloca el fondo de la guitarra sujetando todo el conjunto con gomas para evitar deformaciones...

   Después se colocan los perfiles decorativos en los bordes, el diapasón y el puente y se da la forma definitiva al mango. Finalmente se lija y barniza todo el conjunto entre ocho y diez veces hasta que el acabado es perfecto.
   Para finalizar llega el paso más importante, se colocan la primera y sexta cuerda y se hace una prueba de sonido. Si la pasa se colocan el resto de cuerdas realizándose una prueba final de calidad que, si todo ha salido bien, dará como resultado un instrumento capaz de hacer sentir...

   Es curioso pensar como las manos de la familia Bernal son capaces de producir autenticas obras de arte, que a su vez, en las manos adecuadas producen otro tipo de arte...

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   En cuanto al precio pues hay un poco de todo, desde los 800€ las más básicas hasta más de 6.000€ los modelos superiores, y si ya se trata de un encargo especial...bueno, como sabrán el buen hacer hay que pagarlo.
  El señor Valeriano Bernal tristemente falleció el 30 de enero del 2018, pero su legado continua en manos de sus hijos, como Rafael Bernal que no sólo ha heredado el buen hacer del padre, sino que incluso ha publicado un sistema exclusivo de barras armónicas curvas, basado en un trabajo conjunto con su padre, conocido como sistema Valeriano, por lo que parece que el negocio va a "sonar muy bien" durante muchos años.

   Me voy despidiendo por ahora de la fábrica de guitarras y del acogedor pueblo que es los Algodonales deseando que les haya gustado la entrada y agradeciendo de corazón a los algodanoleños por su maravillosa acogida y al equipo de Aunahorade por permitirnos disfrutar de unos días redondos por estos pueblos gaditanos con la mejor compañía.
    Hasta pronto.