Después de ser expulsados de Túnez, los alemanes sabían que los aliados angloamericanos no iban a detenerse en el norte de África. Sabían que atacarían en algún lugar del Mediterráneo. ¿Pero dónde? Había miles de kilómetros de costa donde podían ser invadidos. En el sur de Francia, en la costa dálmata, en Grecia, y también, claro, en Sicilia.
Para no corre riesgos, la Wehrmacht alemana y sus aliados italianos tuvieron que cubrir con miles de soldados todos esos kilómetros de costa por si acaso. Un esfuerzo muy considerable teniendo en cuenta que en el corazón de Ucrania se estaba librando una de las batallas más espectaculares de la historia en torno a la ciudad de Kursk en la que participaban millones de soldados soviéticos y alemanes. La cuerda se estaba empezando a estirar demasiado para Alemania y amenazaba con romperse en cualquier momento.
La mayor invasión de la historia
Estas cifras demuestran que la lucha fue despiadada. A los aliados se enfrentaron unos 265.000 soldados italianos, la mayoría hartos de la guerra y de poco valor militar. La guerra estaba llegando a su casa y muchos ya veían que la guerra se estaba perdiendo. La fe en Mussolini se estaba hundiendo y con ella la motivación de continuar la lucha. En septiembre de 1943, tan sólo dos meses después del desembarco en Sicilia, el dictador italiano sería depuesto por sus propios seguidores e Italia se rendiría. Pero Hitler no estaba dispuesto a tirar la toalla tan fácilmente.
La lucha fue cruel y despiadada. El calor veraniego, la resistencia y el terreno montañoso muy dado a emboscadas convirtieron la batalla en un infierno sin reglas. Más de 60 prisioneros de guerra italianos fueron asesinados por los norteamericanos sin que hubiera consecuencias penales. Incluso el propio general Patton fue relevado del mando tras amenazar a un soldado que sufría estrés por el combate. Los nervios estaban a flor de piel y la lucha era atroz y los avances lentos porque los alemanes, que sabían que poco podían hacer, retrasaron la caída para organizar la retirada al continente salvando todo lo que se pudiera salvar.
Esta táctica tuvo éxito. Los aliados tardaron más de un mes en conquistar la isla y sufrieron 30.000 bajas. Los alemanes e italianos, por su parte, lograron evacuar más de 100.000 soldados que participarían en el futuro en las batallas de Italia, el siguiente paso en la guerra en el Mediterráneo.