¿En qué sentido un altavoz inteligente es un Caballo de Troya?
Realmente en dos perspectivas completamente diferentes, una negativa y otra positiva.
El Caballo de Troya como amenaza
La negativa, que no es a lo que se refiere Stuart J. Russell pero que se acerca mas a lo que en nuestra cabeza surge cuando nos hablan hoy en día de 'Caballos de Troya'. es la posibilidad de que esos altavoces recaben información de los usuarios que luego no sea tratada con suficiente respeto a la privacidad e intimidad.
Es decir, sería la posibilidad del uso de esos altavoces inteligentes para el espionaje, por llamarlo de alguna manera. Ya ha habido algún escándalo al respecto y afamadas compañías que han reconocido recoger muestras de las conversaciones de sus clientes/usuarios aunque, eso sí, alegando que se emplean con respeto a la privacidad y sólo para mejorar los algoritmos y, por tanto, el servicio a sus clientes.
En el fondo, nada muy diferente al riesgo que corremos de toma de datos de nuestros smartphones o redes sociales o herramientas de mensajería como WhatsApp.
El Caballo de Troya como oportunidad
La otra visión es mucho más positiva, al menos en mi opinión, y hablaríamos de 'Caballos de Troya' más bien como una especie de cabeza de puente para el desembarco de la inteligencia artificial en los hogares, un papel que, en cierto modo, comparten con los smarthones. Esta es la frase más representativa de lo que dice Stuart Russell:
They are, in a sense, Trojan horses for AI. Because they are, embedded in so many lives, every tiny improvement in their capabilities is worth billions of dollars.
En efecto, en ambos casos, smartphones y altavoces inteligentes, se trata de dispositivos cada vez más ubicuos y, por tanto, cada vez más presentes en empresas, hogares y en las habitaciones e incluso la palma de la mano de cada uno de nosotros. Esto, unido a su conexión a la nube, les pone en una posición excelente para, por un lado hacer llegar sus mejoras y funcionalidades a grandes capas de población y, por otro, a actualizar con cierta facilidad y agilidad esas capacidades. Es decir, a una evolución rápida y ubícua.
Esto puede suponer el desembarco de muchas capacidades, incluyendo por ejemplo, también la domótica o, en el caso de los smartphones, la realidad aumentada.
Específicamente en el caso de la Inteligencia Artificial, la ubicuidad de este tipo de dispositivos ya ha generalizado las interfaces basadas en voz y lenguaje natural, dos de las grandes áreas de avance de la Inteligencia Artificial. Pero estas capacidades se pueden ir incrementando con otras relacionadas como conversaciones más inteligentes, traducciones, detección y manejo avanzado de sentimientos y emociones, etc. También cabría la adaptación inteligente al usuario con base en sus interacciones y gustos pasados.
Si el hardware de los altavoces inteligentes evoluciona un poco, podrían confundirse con la gama baja de los robots sociales y emplearse para usos relativamente sencillos pero útiles como el recordatorio de medicamentos a ingerir o de citas pendientes, convirtiéndose en unos asistentes personales efectivos.
Si el hardware evolucionase un poco más y se le dotase de movilidad, habríamos convertido, 'de facto' a los altavoces inteligentes en robots sociales y se podrían ir confundiendo cada vez más con robots de servicio.
No es imprescindible, sin embargo, la evolución del hardware, sólo con la presencia del altavoz, sus capacidad de interacción verbal, su posibilidad de conexión domótica y de conexión con la nube, las posibilidades funcionales y de nuevos servicios son enormes y suponen que, en efecto, y en el más positivo de los sentidos, los altavoces inteligentes pueden ser un caballo de Troya para la entrada de la automatización, la Inteligencia Artificial y muchos otros servicios en nuestros hogares.