Los Amati eran una familia de luthiers italianos. El padre fue el que comenzó la historia, Andrea Amati. Sus dos hijos continuaron su labor: Antonio y Girolamo Amati... y, el último de ellos fue Nicolo Amati, hijo de Girolamo. Con él se termina el tiempo de prosperidad creativa de esta familia constructora de los mejores instrumentos de cuerda frotada del Barroco, que duró desde mediados del s. XVI hasta finales del s. XVII. Iremos conociéndolos poco a poco.
Andrea Amati nació en Cremona, Italia, en 1505. Aprendió el oficio de luthier con un constructor de violas llamado Marco del Busetto. Fue un gran constructor de violines llegando a crear el llamado violín actual, es decir, con la forma que tiene actualmente. Cuidaba los materiales que empleaba para elaborarlos: escogía la mejor madera (iba a por ella a los Balcanes, a Venecia), los mejores barnices (también los encontraba en Venecia), todo ello para conseguir el mejor tono y la mejor sonoridad para sus instrumentos. Tan famoso llegó a ser que en 1560 Carlos IX, el rey de Francia, le hace un pedido de 38 instrumentos: entre violines, violas y violonchelos, lo que hizo que su nombre resonara por toda Europa. De él se llegó a decir que llevaba consigo un mazo para golpear con él los troncos de los árboles y escoger así las maderas que mejor sonido produjeran.
Un poco más tarde llegaron sus hijos Antonio y Girolamo Amati, que continuaron su negocio y su estela como constructores de instrumentos de cuerda frotada a partir de 1580. Tenemos aquí a la izquierda un violín realizado por Girolamo Amati. Tanto Antonio como Girolamo introdujeron mejoras en los violines, como es la excelencia en el tallado de las efes de los violines que realizaban. Girolamo intentó mejorar la sonoridad de los instrumentos que ya fabricaba su padre, e incluso consolidó la forma moderna de la viola.
Os dejo aquí un vídeo de una obra, una gavotta, que es una danza barroca, interpretada por la Orquesta de la Escuela Nacional de México, que es la primera orquesta de música barroca de ese país. La gavotta es una danza de origen francés escrita en un compás de 4/4 y de una velocidad moderada. En este caso está interpretada con instrumentos originales de la época.